La sede de AISGE acogió en Madrid la presentación de los cinco libros correspondientes a la XIV edición del Taller de la Memoria de la Escena Española, una experiencia más que exitosa y consagrada ya (como lo prueba el haber llegado a la XIV edición), con 81 títulos de otros tantos actores a sus espaldas.
Curiosamente, como en la película de Buñuel, al acabar la presentación, que había durado aproximadamente una hora, no podíamos salir de allí, por la tormenta que sacudió Madrid el pasado 23 de junio.
Como digo, en esta XIV edición, la Memoria de la Escena española llega a sus 81 libros. Libros que son «memorias de la escena hecha carne» por otros tantos actores y actrices que, remisos en un principio a escribir de sí mismos «ni de nada», luego se volvieron apasionados de recordar para escribir, y siempre, desde el principio, han estado dirigidos en el empeño por el actor y escritor Juan Jesús Valverde.
Valverde, que con su libro «Los pasos de un actor» se consagró hace ya muchos años en el arte de narrar dejando constancia de lo vivido, ha sido luego el guía de todos los demás que le siguieron; Valverde, a quien los actores y actrices dirigidos por él en los talleres llaman ya Paciente, que rima en consonante con Valverde.
A la mesa estaban, además del citado Juan Jesús Valverde como coordinador de los trabajos de escritura, Pilar Bardem, presidenta de la Fundación Aisge, Fernando Marín, Patrono de la misma y Amparo Climent, directora de la colección.
Hablaron valientemente de cómo AISGE resistía los embates de la crisis, de cómo saca adelante esta colección tan necesaria para el futuro de los actores que vienen ya a suceder a estos maestros.
La Fundación Aisge tiene sobre todo una función asistencial para con sus actores, con una oficina especializada en todo tipo de servicios laborales y jurídicos al artista, ya se halle en activo, en paro o en edad de jubilación.
Además, cuenta AISGE con otro local en la calle Cavanilles que, bajo el nombre de Actúa, sirve para que los actores puedan acudir a recibir cursos de manos de expertos (actores, directores, productores, realizadores). Gente de la profesión.
Cada uno de los 5 actores-autores de esta XIV edición de la Memoria de la Escena Española, subía a la tarima precedido de su madrina o padrino, según, y así la primera en subir fue la periodista Reyes Monforte quien, en nombre de Pepe Sancho, le entregó «su» libro de memorias titulado “El hijo del anzaluz” a Valentín Paredes, Siguió después Marián Conde, quien recibió su libro “Mis caóticas memorias” del periodista Agustín Trialasos (único periodista Concha de Oro en el Festival de San Sebastián) que en su día y según él mismo contó, actuó de casamentero entre Marián Conde y Juan Valderrama. Llegó el turno de Migel Palenzuela y su libro “La memoria recuperada”, lo recibió de manos de Jesús Campos, presidente de la Asociación de autores de Teatro (AAT). Luego fue el turno de Paca Gabaldón, quien recibió su libro “Mis mariposas son libres” de manos de una Ana Marzoa emocionada, como emocionante estuvo la propia Paca con su niñez en Estambul («mi querida Estambul») de colegio de monjas, sus viajes desde bien niña alrededor del mundo, actuando… y por fin, en último lugar, subió al estrado Pepe Carabias, quien recibió su libro “Más… que el arroz con leche”, dedicado a su nieta Luna de 3 años y medio, del cómico, ex de Martes y Trece, Juan Muñoz.
Y entre los famosos destaco a Emilio Laguna, Claudia Gravi, José Manuel Cervino, Luis González Páramo (los Goleados, Tauromaquia, los Chipirifláuticos), Emilio Gavira, quien me presentó a Paco Torres y a Fernando Chinarro, María Kosty y el periodista teatral Antonio Castro.
A lo largo del acto, cada uno de los cinco homenajeados, arropados por familiares y seres queridos, pronunció unas palabras sobre la experiencia que les ha supuesto la elaboración de sus autobiografías y al acabar, todo fueron besos ruidosos, abrazos estrechísimos y hasta lloros y llantos. Tanto debe suponer para los actores el reconocimiento de sus compañeros de profesión.
Los libros se vendían a 5 euros y no quiero decir por morbo (me lo guardo para mí) los que primero se agotaron y cuáles quedaban sobre la mesa. Yo, aunque los tengo todos, sólo por llevar la contraria empecé a leer esa misma noche -y estoy casi acabando- uno de otra edición anterior que tenía en casa, el de Rafael Castejón, perteneciente a la hornada de 2009 de Memorias, y estoy realmente conmovida y apasionada de tanta verdad como se respira en sus páginas.
Pero de él hablaré próximamente.