Un nuevo estudio de dos investigadores estadounidenses analizó el efecto que crean los campeones del mundo de ajedrez y encontraron consecuencias significativas que relacionaron con el mundo de la empresa y los trabajadores más destacados.
El estudio aporta datos previos sobre el ya clásico debate sobre quiénes son realmente los mejores ajedrecistas de la historia, pero también ayuda a comprender mejor las relaciones psicológicas en el entorno laboral.
Los campeones del mundo tienen normalmente un aura de ‘superestrella’ que hace que sus oponentes jueguen de manera diferente a lo normal.
Por su parte, las grandes empresas líderes de su sector, a menudo intentan contratar (o incluso robar) a destacados empleados, pero no está claro si esto tiene un efecto positivo o negativo en la empresa en su conjunto y en el resto de trabajadores.
El estudio, dirigido por Eren Bilen, se centró en el ajedrez porque este juego, más que milenario, ofrece formas de eliminar factores de confusión e influencias no deseadas.
Para empezar, el ajedrez es un juego de conocimiento completo: ambos jugadores ven el tablero, las 64 casillas, en su totalidad y saben lo que están haciendo y sus consecuencias.
Además, ambos jugadores juegan con las mismas piezas, dieciséis (ocho peones, dos torres, caballos y alfiles, una dama y un rey) que hacen los mismos movimientos. La única diferencia es que las blancas mueven primero, mientras que el jugador que lleva negras mueve en segundo lugar.
Actualmente, debido a que los algoritmos de computadora son mucho mejores y más avanzados que los humanos, en el ajedrez, se pueden usar para analizar las partidas y los distintos movimientos individuales. Así, se observa no solo quién jugó mejor, sino también qué jugadas eran más complejas.
Bilen cree que se puede estimar cómo de «compleja» o «creativa» ha sido una partida: Por ejemplo, «si los jugadores solo siguen la teoría e intercambian todas sus piezas en cualquier oportunidad y el juego termina en tablas en, digamos, quince movimientos, la red identificaría este juego como un juego no complejo».
El equipo investigador descubrió que el efecto de los campeones del mundo siempre es negativo, al menos directamente. En otras palabras, cuando otros jugadores juegan con los campeones, siempre parecen tener un desempeño peor del que tienen normalmente.
Sin embargo, el efecto indirecto a veces puede ser positivo; cuando juegan en torneos donde los campeones también participan, otros jugadores pueden hacerlo mejor de lo que en ellos es habitual, pero solo si el campeón no domina la clasificación.
Cuando se trata de analizar a los mejores jugadores de la historia del ajedrez, apuntan que es imposible ser completamente objetivo, pero suelen aparecer tres nombres: Bobby Fischer, Gari Kasparov y el actual campeón mundial, Magnus Carlsen.
Los tres tienen diferentes argumentos para figurar con el título del «más grande de todos los tiempos». Fischer dominó el mundo del ajedrez con una autoridad que no se había visto antes ni hasta ahora, pero fue solo durante unos años. Kasparov estuvo en la cima mundial durante aproximadamente dos décadas, mientras que Carlsen, campeón indiscutible durante casi una década, cuenta con unos análisis y estudios sobre el ajedrez que no tienen precedentes.
Los investigadores también observaron la complejidad de las partidas de los tres y lo difícil y «molesto» que es disputar una partida contra ellos. Según el estudio, es Fischer quien se lleva el mejor lugar, por ser su juego más complicado en una partida.
«Las partidas más complejas que vimos fueron con Fischer, seguido de Kasparov. En otras palabras, podemos verificar que si juegas contra Fischer, definitivamente te estarás enfrentando con un juego muy complicado, potencialmente lleno de tácticas, y te superará con su mejor técnica. Lo mismo con Kasparov», explica Bilen.
Si eres el campeón, el jugador mejor calificado tiene un incentivo para hacer las partidas más complicadas para que puedas demostrar cuánto más hábil eres en comparación con tu oponente.
Por ejemplo, si intercambias piezas y tienes un juego aburrido, entonces la partida probablemente terminaría en tablas, ya que no quedarían suficientes trebejos en el tablero para darte ventaja. Así que el campeón definitivamente quiere hacer los juegos más complejos, y el oponente realmente no tiene mucho que aportar ante esto.
Hay que tener en cuenta que no se pueden forzar tablas «contra un oponente más fuerte, la mayoría de los jugadores de hoy en día, es lo que querrían contra Carlsen, ya que estarían ganando puntos para su ranking».
Pero la utilidad práctica de este estudio radica en otra parte y supera el tablero de los 64 escaques para abordar otro aspecto.
El efecto indirecto del campeón o empleado superestrella o destacado parece depender de la brecha de habilidades entre él y su competencia. En otras palabras, si el campeón era demasiado dominante, demasiado bueno en comparación con sus oponentes, esto hace que el resto, tengan un peor desempeño y cometan más errores. En este sentido, se presume que la presión psicológica está presente.
Pero cuando la brecha es pequeña y los oponentes sienten que tienen una oportunidad, en realidad rinden mejor que lo habitual.
Llevado esta idea al mundo de las empresas, las que buscan contratar empleados ‘superestrellas’, si la brecha de habilidades con el resto de trabajadores es pequeña, será motivador y alentará a todos a desempeñarse mejor. Pero si la brecha es demasiado grande, podría suceder lo contrario.
La conclusión es que las empresas que buscan contratar a un destacado empleado es que contratarlo «puede crear un efecto positivo o adverso en el desempeño global dependiendo de la brecha existente. Si es demasiado grande, puede haber efectos secundarios negativos al contratar a un empleado muy destacado. En este entorno, un miembro del equipo altamente capacitado destruiría la competencia y crearía un efecto adverso en el resto de los miembros de la empresa».