“La libertad de las mujeres indica el nivel de libertad en la sociedad”, dijo Rosa Luxemburgo. Hace cien años, el 12 de noviembre de 1918, las alemanas lograron alcanzar su derecho al voto. Pero el porcentaje de diputadas en el Bundestag retrocedió el año pasado (2017) en lugar de aumentar. Eran el 37 por ciento en la legislatura previa; ahora, poco más del treinta por ciento (30,5%).
Hay que recordar que fue en Berlín, en 1904, donde diversas organizaciones internacionales unieron sus esfuerzos para reclamar los derechos de las mujeres y fundaron la Alianza Internacional por el Sufragio Femenino. Y en 1932, Clara Zetkin (comunista como Rosa Luxemburgo), tuvo derecho –por razones de edad- a pronunciar el primer discurso ante un Reichstag ya amenazado por el ascenso de los nazis. Lo utilizó para reclamar la unidad de los demócratas contra el fascismo.
En 1918, muchas quizá habrían considerado una utopía que hubiera una mujer canciller, además fuerte y duradera (cuatro mandatos). Pero la propia Angela Merkel parece no engañarse a sí misma: “Que yo sea canciller no debe servir de pretexto”, ha declarado. Porque los porcentajes de alemanas en los parlamentos de los distintos Länder (Estados federales) no son muy diferentes al número de diputadas en el parlamento federal.
No obstante, parece claro que los porcentajes de diputadas son mayores en los partidos de izquierda y centro izquierda. Frente a la merkeliana CDU-CSU, donde hay 49 diputadas entre un total de 246 escaños CDU-CSU; las diputadas socialdemócratas son el 42 por ciento, las de Die Linke (La Izquierda) un 54% y las verdes casi un 70%. No en vano el Partido Verde (Bündnis 90/Die Grünen) fue el primero en introducir (en 1986) un sistema de cuotas obligatorias para contrarrestar la tendencia a la infrarrepresentación de las mujeres en la política alemana.
Hace pocos años, la misma Angela Merkel se opuso a una propuesta europea de elevar a un mínimo del 40% el porcentaje de representación de las mujeres en las empresas europeas de más de 250 trabajadores. Por el contrario, los socialdemócratas propusieron y obtuvieron que un centenar de grandes empresas fueran obligadas a asegurar un mínimo del 30% de representación de las alemanas en los consejos de administración. En el mayor país de la Unión Europea, la desigualdad salarial es del 21 por ciento (según Eurostat).
Seguramente podemos relacionar el retroceso del porcentaje de mujeres en los órganos públicos e institucionales de Alemania con el aumento de voces nacionalistas, neonazis y ultraconservadoras, con el ascenso de partidos como el reaccionario AfD (Alternative für Deutschland), que recibe un mayor respaldo entre los hombres. Es sintomático que el aterrizaje del AfD en el Bundestag coincida con el retroceso parlamentario de las mujeres alemanas.