Arissa. La sombra y el fotógrafo, 1922-1936

La exposición en Madrid Arissa. La sombra y el fotógrafo, 1922-1936, pretende recuperar la figura de Antoni Arissa, uno de los más destacados representantes españoles de la vanguardia fotográfica cuya obra permaneció prácticamente desconocida durante ocho décadas.

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Antoni Arissa: El beso (1930-1936) Fundación Telefónica

Se trata de la primera exposición antológica dedicada al autor, siguiendo la línea de un proyecto de recuperación de archivos fotográficos iniciado por Fundación Telefónica con el Archivo Fotográfico de la Compañía y ampliada posteriormente con fotógrafos como Luis Ramón Marín, Josep Brangulí y Virxilio Vieitez.

La muestra, comisariada por Valentín Vallhonrat y Rafael Levenfeld, está compuesta por más de 160 fotografías en blanco y negro que recorren su trayectoria profesional a través de tres bloques estilísticos: el pictorialismo, entre 1922 y 1928; la evolución hacia las soluciones visuales de la modernidad hasta el comienzo de los años treinta, y la Nueva Visión, desde 1930 hasta 1936, cuando Arissa se incorpora plenamente a las vanguardias fotográficas.

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Antoni Arissa: Madre carro y niño (1923-1929)

En el recorrido inaugural, el pasado 3 de junio, siguiendo las explicaciones de los dos comisarios estaban presentes algunos de sus descendientes, entre los cuales «la nena del cuadro de las tres niñas», es decir, la más pequeña de las tres que lo componen. Se trata de una auténtica joya fotográfica que destaca entre las realizadas a sus familiares y que uno mira con particular fervor por el candor del momento captado y la emoción que acompaña a la visita. No hay duda de que el paso del tiempo es una ineludible lección que nos atañe tanto como nos subleva.

Antoni Arissa (Sant Andreu, 1900 – Barcelona, 1980) se inició en la fotografía a comienzos de los años veinte, compaginando su labor como fotógrafo con la imprenta familiar. Sus inicios se enmarcan en la corriente pictorialista, surgida en 1890 en torno a asociaciones y sociedades fotográficas que pretendían el reconocimiento de la fotografía como una disciplina artística. Se alejaban de la fotografía documental para aunar diferentes movimientos artísticos, desde el Pre-Rafaelismo hasta el Simbolismo. Es en esta etapa cuando Arissa desarrolla su primera producción como fotógrafo pictorialista y retrata escenas rurales, iconografías campestres en escenarios previamente preparados, descripciones literarias de una arcadia en la que sobreviven los valores tradicionales, imágenes de niños que recuerdan a los cuentos infantiles de los Hermanos Grimm o Perrault.

A principios de los años treinta, Arissa avanza hacia una fotografía moderna, desprovista de los ornamentos y referencias simbolistas , y se acerca a los planteamientos de la fotografía centroeuropea, caracterizada por la composición, la forma, la línea, el punto de vista y una iluminación que acentúa las cualidades y la intención de los objetos fotográficos.

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Antoni Arissa: Mastil de proa (1928-1933) Fundación-Telefónica

Éste es el camino hacia la conceptualización fotográfica, donde rechaza los dogmas del pictorialismo y su obra se centra en las pequeñas cosas. Tanto la familia, como su propia vivienda se convierten en escenarios de su obra: la casa, el jardín, los pasillos, los objetos cotidianos y sus propias hijas se transforman en elementos gráficos. Poco a poco, el círculo íntimo se abre y del círculo familiar, pasa a retratar las calles y el puerto de Barcelona. A partir de aquí, cualquier fragmento de realidad será objeto de su actividad fotográfica.

Curiosamente estas fotos tan conceptuales, casi minimalistas, pura sombra de objetos, vistas a la luz de hoy, están cargadas de simbolismo, aunque éste no sea pictorialista ni de cuento de hadas sino radical y absolutamente moderno.

Al finalizar la Guerra Civil, Arissa reduce su actividad artística y poco a poco va cayendo en el olvido. A principios de la década de 1990, la exposición Las vanguardias fotográficas en España recogió seis fotografías de Arissa, iniciando así el proceso de recuperación de su figura.

La exposición dispone de audioguía con contenidos extra, disponible de forma gratuita (también descargable para tabletas y móviles) en el hall del espacio y un catálogo que incluye fotos nos expuestas y documentos y revistas de la época.

La exposición estará abierta al público del 4 de junio al 14 de septiembre de 2014 en Fundación Telefónica (Fuencarral, 3. Planta 3)

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Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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