De repente, un medio consigue difundir imágenes exclusivas del personaje en prisión más buscado por los medios -y esperadas por el público, la ciudadanía, ¡todos nosotros!- asistiendo a un culto evangélico de oración. Lo hizo el pasado martes 17 de septiembre La Sexta.
La reacción no se hizo esperar: las imágenes y el corte de audio con subtítulos de los ”rezos” dirigidos por “una especie de pastor” en una “misa evangélica” dieron la vuelta al país en cuestión de minutos.
Un nuevo elemento entraba en escena en la agenda del caso Bárcenas: la asistencia del ex tesorero del Partido Popular (PP) a un culto evangélico de oración en la cárcel de Soto del Real (Madrid) junto a otros internos, presos preventivos como él.
“Bárcenas, en prisión, grabado asistiendo a un culto evangélico”, es el impecable titular de la información que a las pocas horas publica Protestante Digital haciéndose eco del notición de la grabación de La Sexta que viene a poner un culto evangélico en los titulares del día. ¡Aleluya!
En Periodistas en Español, medio del que soy editor adjunto y en el que, entre otras, me encargo de la sección “El Español en los medios”, en la que diariamente publicamos recomendaciones para un mejor uso del español, la grabación de Bárcenas en prisión me viene como anillo al dedo para recordar una vez más a nuestros lectores -profesionales de la comunicación, redacciones de medios, académicos y agentes sociales en España y las Américas- que… los protestantes no vana ‘misa’, sino al culto y no hacen ‘rezos’, sino que dicen oraciones: “Bárcenas asiste al culto, no a misa”.
¿Cómo se recibiría en la España Protestante la noticia que mostraba al famoso personaje asistiendo de pie con ademán de recogimiento, brazos cruzados, la cabeza inclinada, la mano en la barbilla, en el vídeo “Bárcenas reza en prisión junto a otros reclusos” de 2 minutos y 33 segundos de duración con subtítulos de la oración del pastor que dirige el culto?
“Ocasión en bandeja”, comenté al pie de la información de P+D, “esta que nos brinda La Sexta para comentar esta foto a propósito del recinto de la intimidad personal, obviamente la celda”, para añadir: “¿pero también los espacios comunes de la prisión, un espacio colectivo que pagamos todos los ciudadanos con nuestros impuestos?”
Ahí estamos. Imágenes de prensa de famosos en prisión -los empresarios Javier de la Rosa y José María Ruiz Mateos, el ex ministro del Interior José Barrionuevo, el ex secretario de Estado para la Seguridad Rafael Vera, haberlas haylas, fueron publicadas en los medios en su día… y no pasó nada. Absolutamente nada.
“El censor que llevamos dentro”
No eran fotos íntimas en el sentido estricto del término, sino fotos de los citados presos tomadas fuera de la intimidad de su celda, en situaciones y momentos en las que podían ser vistos perfectamente por otras personas.
Por los comentarios publicados de lectores de Protestante Digital, abundan las reacciones más cercanas a alinearse con la libertad de información y sobre todo a resaltar la oportunidad de todo pecador de encontrar salvación en Jesús -“Ojalá deje actuar a Dios en su corazón”, “Ojalá que este hombre se arrepienta , como Zaqueo”-, si bien se sigue apreciando ese muelle de reacción censora inherente al fundamentalismo religioso -“No podemos faltar a la intimidad de nadie”, “Por prudencia, yo no publicaría ninguna foto”, “Espero que no traiga consecuencias a los que están entrando a predicar”, “¿Cual es el fin con el que lo han puesto?, ¿qué pretenden?”, “Qué mal cuando un medio de comunicación colabora en ayudar al quebrantamiento de las normas”…-.
Ferede, en contra
Una nota que personalmente estimo lamentablemente errada es la postura reprobatoria que de la difusión de la grabación de Bárcenas en el culto se desprende de la información publicada el miércoles 18 por la Federación Protestante FEREDE, «Polémica por unas imágenes del ex tesorero del Partido Popular con presos evangélicos en Soto del Real», publicada en el órgano de esa enditad Actualidad Evangélica.
Cabía esperar que la entidad que representa a los protestantes ante el Estado hiciera público el nombre del pastor y algunos rasgos de su perfil, pero la nota se alinea claramente con el poder judicial al calificar la grabación de “furtiva e ilegal”. El comentario sobreañadido, “[grabación] que, cabe pensar, habrá reportado una buena ganancia económica a su anónimo autor” no deja lugar a dudas sobre el ‘desmarque’ de FEREDE.
No deja de sorprender el hecho de que en FEREDE no hubieran caído en la cuenta de que lo que procede en estos casos es consultar a algún experto/a evangélicos sobre la aplicación del derecho a la propia imagen excepcionalmente en casos de notorio interés público de un personaje, en este caso, Bárcenas, la única persona reconocible en la grabación.
Acaso lo más inoipinado de todo es que FEREDE no hubiera aprovechado la coyuntura que le venía servida en bandeja para alertar sobre el uso impropio que de los términos del catolicismo «misa» y «rezar, rezos» han hecho los medios para reivindicar el uso correcto de la terminología protestante: «culto», «orar, oración».
Quizá por aquello de que el bosque no deja ver los árboles, de la nota de FEREDE se desprende el interés manifiesto por desmarcarse de la grabación de esas imágenes, condenarlas más allá del interés informativo, y despejar cualquier eventual responsabilidad del servicio de capellanes evangélicos, que pudiera verse afectado directa o indirectamente por esta situación.
Desde fuera de los despachos del entorno administrativo del protestantismo hispano, ciertamente cuesta entender esa explicación, toda vez que lo que al ciudadano de a pie que haya visto la grabación puede interesarle es qué creen los evangélicos, cómo se relacionan con Dios y entre ellos, qué hacen en las cárceles, no los pormenores del marco de actuación con las administraciones de Justicia y de Prisiones -en Soto del Real hay oficialmente un capellán ¡católico!, ¡con sueldo del Estado!-.
El tic contemporizador de agradar al poder, en este caso contra el derecho a la información, no sitúa a FEREDE desde luego en el lugar que gustaría a tantos ciudadanos, protestantes o no, que siguen añorando ese soplo de aire fresco de ética protestante en la vida española.
Ética Protestante, se busca
Ética protestante que no puede sino ser beneficiosa en los dos marcos legales en los que cabe encuadrar la grabación de Bárcenas: el derecho a la intimidad y el derecho a la información.
Lo suyo es que el Estado contemple y ampare ambos conjuntamente, pero los diputados pensaron de otro modo cuando impulsaron legislar el Derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen por separado, en la Ley Orgánica 1/1982.
Dicha Ley proclama el respeto a la “vida íntima” de las personas -la práctica dice que mayormente si son poderosas o relevantes- y hace especial hincapié en prohibir “la captación, reproducción o publicación por fotografía, filme o cualquier otro procedimiento, de la imagen de una persona en lugares o momentos de su vida privada o fuera de ellos”, pero el legislador no puede obviar el añadido “salvo los casos previstos en el artículo 8.2.”
¿Y qué dice el artículo 8.2? Pues dice sencillamente “En particular, el derecho a la propia imagen no impedirá: Su captación, reproducción o publicación por cualquier medio, cuando se trate de personas que ejerzan un cargo público o una profesión de notoriedad o proyección pública y la imagen se capte durante un acto público o en lugares abiertos al público.”
Ahí estamos. Una prisión no es lugar abierto al público, pero sí a personas autorizadas. En 1976 hice como periodista un recorrido por prisiones españolas y bastó una seña para que los internos que no quisieran hablar o salir en la foto no salieran. Pero pude publicar con todas las de la ley una serie de reportajes sobre las cárceles españolas en Cuadernos para el Diálogo.
El derecho a informar
Recuerdo un incidente ciertamente tonto. En 1978, en que me estrené como profesor de fotografía, llevé a mis alumnos a hacer fotos en la recién inaugurada Estación de Chamartín. Pedí la lógica autorización, por supuesto -yo tenía el carné de prensa con acceso a instalaciones ferroviarias que extendía Renfe a los periodistas- y como no había telefonía móvil, cité a los alumnos a las medias y las horas en punto debajo del reloj principal. Un alumno faltó a la cita. Corrí a buscarle y resulta que había bajado al espacio interior entre dos vías en el que se descargaba mercancía. Hizo fotos con flas a un hombre descargando bultos de un vagón que resultó ser un trabajador no legal pues era un recluso con permiso en tercer grado y quien se lanzó a por él. No quería ser fotografiado. Me costó convencer al responsable de la estación de que el infractor no era mi alumno, sino en todo caso quien había ‘contratado’ al trabajador que no debería estar allí.
He tenido más experiencias con la fotografía y las prisiones. Alguna la contaré en un próximo artículo.
Manda el interés público
Por hoy permítaseme añadir una nota personal al hilo de las leyes. Después de aprobada en 1982 por el último gobierno de UCD la citada Ley sobre la propia imagen, el gobierno del PSOE de Felipe González desempolva en 1983 el proyecto de Ley de Propiedad Intelectual. Fui vocal por el sector de la Fotografía de la Comisión Redactora de esa ley, cuyos trabajos se prolongaron en arduas e intensas reuniones los viernes en el Ministerio de Cultura hasta la promulgación de la Ley 22/1987.
Por supuesto que fue una Ley mejorable, pero algunos puntos los dejamos plenamente definidos en la Comisión: el estricto ámbito de la intimidad son las paredes de tu casa, y cuando hay notorio interés público en una imagen, manda y prevalece el interés público.
Partiendo de la hipótesis de que “la mejor ley es la que no existe”, es lamentable que desde el campo evangélico se haya dado más importancia a la cosa legal -oficial- que al venturoso hecho de que el preso más archifamoso de España haya tenido a bien acercarse a un culto evangélico.
Mejor cosa es estar con Jesús de Nazaret que con la Administración…
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