Los distribuidores han elegido las fechas cercanas al día de San Valentín para estrenar Brasserie Romantic, comedia romántica como su nombre indica y con toques de humor negro, que no aporta absolutamente nada al género, dirigida por el debutante Joël Vanhoebrouck, hasta ahora realizador de series televisivas en Bélgica.
En el restaurante, que acaba de conseguir el equivalente belga a una estrella Michelin y que prepara platos especiales para la noche de los amantes, se suceden una serie de dramas íntimos y muy personales, empezando por el de la propietaria del establecimiento que se reencuentra con el amor de su juventud.
Todas las mesas están reservadas con antelación, todos los comensales van llegando con la seguridad de que van a celebrar el amor; sin embargo no siempre será así: mientras algunas de las parejas se afianzan, otras se descomponen. Nada nuevo bajo el sol. Se suceden, se mezclan, las situaciones, cómicas y dramáticas, repetitivas y casi siempre poco creíbles; los personajes –arquetipos todos- acaban en ocasiones convertidos en sus propias caricaturas y el resultado es más parecido a una función de teatro un tanto tediosa que a un guión cinematográfico.
Película, por tanto, de parejas en un día que quiere ser especial y deja un regusto ácido. Ya sabíamos que el amor es todas esas cosas y sobre todo que raramente es para siempre. No hacía falta que nadie nos lo repitiera.