A pesar del redescubrimiento de quienes marcan tendencia en Wall Street de la importancia de los mercados «verdes», las inversiones mundiales en energías alternativas cayeron 12 por ciento el año pasado, informa Samuel Oakford (IPS) desde Naciones Unidas.
Según un informe de la empresa de datos Bloomberg New Energy Finance, las inversiones se redujeron tanto en Estados Unidos como en China. De hecho para este país asiático fue el primer año en una década en que no registró crecimiento en ese sector.
También cayeron a casi la mitad en Europa debido a las medidas de austeridad.
El sector solar lideró la caída. Los precios de los paneles fotovoltaicos se desplomaron, provocando una contracción de 20 por ciento en toda la industria.
No obstante, hubo un aumento en la demanda de instalaciones solares en azoteas, y los inversores se volcaron a financiar a las compañías que las fabrican, duplicando así el valor del Índice Global de Energía Solar MAC.
En mayo, el grupo de inversiones Goldman Sachs acordó aportar más de 500 millones de dólares en paneles solares fabricados por la empresa estadounidense SolarCity Corp.
«¿Por qué está invirtiendo Goldman Sachs? ¿Por qué invierte Warren Buffet? La respuesta es que no son tontos. Hay mucho dinero para hacer ahí» en el futuro, explicó Michael Liebrich, jefe ejecutivo de Bloomberg New Energy Finance.
«Por cada panel solar que se vende a pérdida, alguien está recibiendo un panel solar barato», indicó.
«Estamos viendo el inicio de una nueva era en las tecnologías de la energía, y las finanzas están fluyendo. Estos llamativos acuerdos permitirán que sea mucho más fácil para el lote siguiente», agregó.
Liebrich habló con IPS en la sexta Cumbre de Inversiones sobre Riesgos Climáticos, celebrada el miércoles 14 en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York.
La conferencia reunió a casi 500 inversionistas privados, administradores de pensiones y banqueros, que llegaron a dos conclusiones fundamentales: el cambio climático debe ser afrontado y hay suficiente dinero para hacerlo.
Pero, mientras el sector de las energías alternativas se consolida y madura, el ambiente de inversiones no le da respiro a los residentes en países en riesgo.
El año pasado se registró un record de temperaturas altas en Australia, hubo inundaciones en Sudán del Sur y Filipinas sufrió el peor tifón de su historia.
«Si no hubiera cambio climático, de todas formas estaríamos avanzando hacia matrices de energía bajas en carbono», sostuvo Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
«Pero el clima supone un factor de urgencia… Ahora sabemos que si nos demoramos en equilibrar la matriz mundial de energía, podríamos afrontar muy graves amenazas a la economía mundial», advirtió.
En la 19 Conferencia de la Partes de la CMNUCC, celebrada en noviembre en la capital de Polonia, se creó el Mecanismo de Varsovia para afrontar las pérdidas y los daños asociados al cambio climático.
Acordado apenas unos días después de que el tifón Haiyan azotó Filipinas, el mecanismo es un vehículo para destinar fondos a los países más pobres que sufren la carga de los desastres naturales asociados con las crecientes emisiones de carbono. Pero aún no está claro cómo será financiado.
«Tenemos un periodo para hacer eso, y básicamente son los próximos 10 años», dijo Figueres a IPS. En la próxima década «tenemos que ser capaces de ponerle un tope mundial a las emisiones», afirmó.
A pesar del consenso científico sobre las causas del recalentamiento planetario, muchos países continúan subsidiando a los combustibles fósiles, que generan las principales emisiones contaminantes, muchas veces poniendo en desventaja a las energías limpias cuando estas podrían competir en un mercado libre.
«Ciertas energías renovables ya son más baratas que los combustibles fósiles, a pesar de que estos son beneficiados con subsidios», dijo Figueres. «Así que, de hecho, son verdaderamente competitivos. Pero el punto es que no debemos dejar que sean casos aislados en ciertos países».
En 2011, la Agencia Internacional de la Energía informó que los subsidios a las fuentes renovables sumaron ese año 88.000 millones de dólares, contra 500.000 millones a los combustibles fósiles.
Y, en 2013, el Fondo Monetario Internacional informó que «las subvenciones a la energía alcanzaron la impresionante cifra de 1,9 billones de dólares en todo el mundo», en su mayoría destinados a combustibles fósiles.
«La política es sumamente importante, porque justamente ahora carecemos de un campo de juego parejo entre la energía limpia, una industria emergente con grandes beneficios sociales, y la de los combustibles fósiles, altamente subsidiada y con impactos negativos», dijo Mindy Lubber, presidenta de la no gubernamental Ceres, coorganizadora de la conferencia.
«Completas políticas de gobierno que incentiven mejor a las energías limpias y evalúen adecuadamente los impactos de los combustibles fósiles serían de enorme utilidad para promover más inversiones en la energía limpia», afirmó.
Varios bancos importantes en Estados Unidos y Europa, incluyendo a Bank of America, JP Morgan y Credit Agricole Corporate, adoptaron voluntariamente pautas sobre la emisión de los llamados «bonos verdes» destinados a esfuerzos de mitigación del recalentamiento planetario.
Fondos públicos de pensiones en el occidental estado de California y en Suecia ya invirtieron en bonos similares.
«Las políticas de gobierno tienen un papel clave, pero los propios inversores deben trabajar más duro para priorizar las inversiones en energías limpias en toda clase de activos, incluyendo el mercado de bonos y en proyectos de inversiones directas», dijo Lubber a IPS.
«El establecimiento de metas específicas para un portafolio de inversiones en energía limpia enviaría una poderosa señal a los mercados», añadió.