El 3 de febrero de 2016 la aplicación Change Your Shoes (Cambia tus zapatos) había sumado ya los 59 millones de pasos necesarios para cubrir el recorrido que se había marcado entre las 28 capitales de cada estado miembro y Bruselas, la capital de la Unión Europea (UE).
A España corresponden casi 21 millones de pasos efectuados por más de 900 ciudadanos que están a favor de una industria del calzado más justa y transparente.
La campaña «Cambia tus zapatos» se inició el 1 de octubre de 2015 con la presentación de una aplicación para teléfonos móviles (Change Your Shoes) a través de la cual cualquier persona puede sumar sus pasos –a modo de firmas online- para dirigirse a las autoridades europeas apoyando las demandas de esta iniciativa, que tiene la finalidad de combatir los sistemáticos abusos en los derechos fundamentales que sufre la mano de obra de la industria del calzado, incluidas las penosas condiciones de trabajo y los salarios miserables.
El objetivo de la campaña es conseguir que la Unión Europea introduzca en su legislación la exigencia de que los fabricantes de calzados, y también los minoristas, informen a los consumidores de manera fácil y accesible de las condiciones en que se han fabricado los zapatos que compra, así como de los productos tóxicos que pueda contener el producto.
Ahora que la Marcha Virtual ha llegado a Bruselas los organizadores preparan un acto, para entregar a las autoridades las peticiones de la campaña y los testimonios del apoyo ciudadano recibido a través de la aplicación móvil.
La marcha virtual Cambia tus Zapatos forma parte de un proyecto internacional, conocido como Campaña Ropa Limpia (CRL), una red internacional de oeneges, sindicatos y organizaciones de consumidores que suman sus esfuerzos para conseguir mejoras en las condiciones de trabajo en la industria global de la confección. La CRL está presente en 14 países europeos y colabora con más de 200 organizaciones de trabajadores de todo el planeta.
La Federación Setem (comercio justo, finanzas éticas….) coordina en España la CRL desde 1997 propiciando movilizaciones para concienciar a los consumidores; presionar a las industrias textiles para que se responsabilicen de lo que fabrican y se aseguren de que sus productos se hacen en condiciones laborables dignas; exigir a los gobiernos de los países productores que hagan respetar los convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y a las administraciones públicas de los países importadores que incluyan cláusulas sociales en sus compras.
A finales de febrero de 2014, diez meses después de la catástrofe del Rana Plaza – un bloque de ocho pisos que albergaban cinco talleres de confección, que se derrumbó en Savar, distrito de Daca, capital de Bangladés, y en la que murieron al menos 1138 trabajadores, mayoritariamente mujeres y niñas, y otras 2437 resultaron heridas-, la CRL puso en marcha una gran campaña internacional, apoyada por federaciones y confederaciones de sindicatos, con el lema “¡Pagad Ya!”, en la que pedían directamente a las marca de ropa que se producían en Bangladesh que contribuyeran inmediatamente al fondo de compensación creado para las víctimas de Rana Plaza (Rana Plaza Donors Trust Fund).
El fondo, supervisado por la OIT, ha reunido aportaciones voluntarias en el marco del acuerdo para reparar a las víctimas de aquella catástrofe, lo que estima que tendrá que alcanzar una cifra cercana a los 40 millones de dólares.
La CRL se dirigió directamente a algunas de las marcas que fabricaban sus productos en el edificio derrumbado –como Benetton, KiK y Children’s Place- y al resto de empresas internacionales de confección, entre las que había varias europeas y algunas españolas (Inditex, El Corte Inglés, Mango…), pidiéndoles su contribución aunque no estuvieran directamente comprometidas en la producción que se llevaba a cabo en el edificio Rana, para asegurar que las pérdidas de los supervivientes y las familias de los que murieron pudieran ser compensadas.
La última movilización de la CRL ha consistido en la entrega, el 20 de octubre de 2015, de 125.000 firmas a los europarlamentarios de Bruselas exigiendo salarios dignos para quienes trabajan en la industria de la confección, con ocasión de un Foro organizado en la capital comunitaria.
Durante el foro, los participantes coincidieron en el hecho de que las políticas basadas en los códigos voluntarios de conducta y proyectos piloto, hasta ahora asumidas por la marcas y los minoristas, apenas han servido para cambiar las condiciones existentes. La Campaña Ropa Limpia insiste en que es necesario un enfoque estructural, de unión, tales como el Acuerdo de Seguridad Bangladesh y la Libertad de Protocolo de asociación en Indonesia. Estos acuerdos internacionales son innovadores porque abordan las causas fundamentales: la seguridad en las fábricas para el Acuerdo, la libertad de asociación en el Protocolo. El primero fue firmado después de la catástrofe del Rana Plaza, el 24 de abril de 2013.
«¿A qué esperan las marcas y la UE para tomar medidas vinculantes? ¿Al próximo desastre? –preguntó Jean Marc Caudron, de la CRL- Los acuerdos de unión son la única herramienta para definir e imponer normas sobre las marcas». Según Caudron, la Comisión de la UE puede y debe mejorar rápidamente la legislación en materia de transparencia en el sector de la confección. Después del desastre del Rana Plaza era imposible conseguir una lista de clientes de las marcas europeas que se surtían de las fábricas de dicho edificio. “Cavar entre los escombros a mano para recuperar las etiquetas fue la única manera de identificar a esas marcas. Hoy en día, existe la posibilidad de exigir la publicación de los lugares de origen de los productos que se venden en el mercado europeo”.
Por otro lado también fueron objeto de debate los bajísimos salarios existentes en el sector de la confección, tanto en el sudeste asiático como en Europa. Según Asia Floor Wage, son las marcas quienes deberían financiar en parte un aumento, ya que son ellas quienes obtienen la mayor parte de los beneficios producidos por quienes trabajan en las fábricas de ropa, y en el resto de la cadena de suministro del textil. Jean Marc Caudron resumió: «Un número de compañías se han comprometido a pagar un salario digno a los trabajadores que cosen su ropa. Otras compañías han puesto en marcha medidas para garantizar que los derechos de sus trabajadoras estén protegidos a lo largo de toda la cadena de suministro. Pero esto no ha tenido como resultado que los trabajadores de la confección tengan salarios dignos, y no vamos a descansar hasta que se haga realidad».