Trigésimo primer día del tercer mes de 2024. Entramos en el horario de verano apenas iniciada la primavera. No acabo de ver muy claro esto del cambio horario para verano y para invierno, supongo que es un intento más de parecernos a las sociedades del norte de la Europa septentrional, allí donde las noches en verano apenas llegan y en los días de invierno la oscuridad nocturna gana definitivamente la batalla de la luz, permitiendo solo unas horas de claridad para asear su mundo.
Así en nuestros países meridionales ya propensos a alargar los días, en verano se hace casi insoportable el día a día por la falta de sueño por tanta luz y por tanto calor. Sin embargo, los días de invierno se nos hacen tan cortos que no sabemos qué hacer con esas tardes y noches interminables.
Creo que jugar con los ciclos circadianos no puede traer nada bueno, pero, en fin, ellos sabrán, la gente tan lista que decide estas cosas, digo.
Por nuestra parte hoy les hemos engañado, nos venían advirtiendo de que llegada la madrugada del sábado al domingo, a las dos debíamos pasar los relojes a las tres. En primer lugar y para que se fastidien decidimos, en un acto de rebeldía contra el poder, que no nos íbamos a levantar a esas horas a mover las manecillas de nuestros aparatos horarios; los móviles, ordenadores e interlocutores digitales los apagamos para que no hicieran el cambio hasta que, por decisión nuestra, les devolviéramos a la vida, a pesar de lo inteligentes que se creen. Eso para empezar.
Pero el auténtico acto de rebeldía ha sido no levantarnos a la hora que nos habían marcado con el cambio. Nos hemos quedado ese rato entero que querían robarnos en la cama dedicándonos a sabotear la decisión con risas, juegos, besos y caricias, para nuestro disfrute y su fastidio. Cuando hemos restablecido nuestro ciclo hemos desayunado mirando hacia el norte y regalándoles una burla a esos señores tan grises.
No quería terminar así. Pero no puedo dejar de pensar en Gaza y lo que allí está sucediendo. He pensado que al menos se han evitado una hora de masacre, una hora de asesinatos por parte del gobierno israelí, al que maldigo por su execrable comportamiento, por el genocidio que está cometiendo, y no me vengan con matices, porque eso es lo que están haciendo con el pueblo palestino. Me revuelve hasta lo más hondo de mi ser la hipocresía del gobierno americano que no deja de enviar miles de millones de dólares en armas a los gobernantes israelíes y pretende lavar su cara construyendo un dique artificial para poder ayudar y llevar comida a quienes ellos mismos están ayudando exterminar.
Ni siquiera con el cambio horario se puede bromear teniendo tantos conflictos abiertos provocados por los más fuertes de la clase. Malditos sean.