Dos películas argentinas muy diferentes se han visto en la sección Un Certain Regard: “La cordillera” distribuida en Francia con el título de “El presidente”, tercer largometraje de Santiago Mitre (autor de “El estudiante” y “Paulina”, que vimos en ediciones anteriores en Cannes); y “La novia del desierto” que es el primer largometraje de Cecilia Atán y Valeria Pivato.
“El presidente” es una producción de solvente y ambiciosa factura pero con un guion poco inspirado, frio e insulso en su mezcla de seudo thriller político durante una cumbre de jefes de estado latinoamericanos y una confusa trama escandalosa más íntima o personal que se refiere a la vida de ese presidente argentino.
Paradójicamente, sufre precisamente la película de su casting de lujo, que parece un acuerdo de coproducción, más que una necesidad vital de su guion.
En su reparto encontramos a buenos y conocidos actores hispanoamericanos, pues se trata de una coproducción entre Argentina, Chile, México y España. El protagonista es Ricardo Darin en el papel del presidente, actor camaleónico y carismático, capaz de interpretar lo que le echen, aun si la trama resulta poco convincente en su carácter dual.
Dolores Fonzi (quien ya trabajó con Mitre en Paulina) hace aquí el papel de su trastornada hija. En el reparto están también los mejores actores chilenos del momento: Alfredo Castro y Paulina García, y otros dos valores seguros en sus respetivos países: el mexicano Daniel Giménez Cacho y la española Elena Anaya. Finalmente mucho ruido de casting y pocas nueces.
“La novia del desierto” opera prima de Cecilia Atán y Valeria Pivato, con menos pretensiones, y menor presupuesto, es en cambio una excelente y agridulce comedia mínima, que cuenta como protagonista con la brillante actriz chilena Paulina García (Inolvidable “Gloria” 2013 del chileno Sebastián Lelio). Una suerte de road movie en el desierto del norte argentino, y un papel bordado a la medida para esa gran actriz, Paulina García, que me hace pensar a menudo por su talento y sus cualidades en nuestra Carmen Maura nacional.
Teresa trabaja como empleada domestica chilena en casa de una familia burguesa en Buenos Aires, al quedarse sin trabajo después de veinte años de fieles servicios, encuentra un nuevo trabajo pero en San Juan, en el norte de Argentina.
Emprende entonces un viaje, con múltiples vicisitudes y encuentros, entre ellos con el gringo, un vendedor ambulante en cuya camioneta deja olvidado su bolso. Papel este interpretado con brío por el actor argentino Claudio Risi. Un hombre del que al comienzo ella desconfía, pero que la hace sentirse nuevamente mujer y ansiado objeto de deseo.
El personaje que interpreta aquí Paulina Garcia recuerda en parte al de “Gloria”, ya que se trata también del deseo reactivado de una mujer de 54 años, pero en este caso no es una burguesa en Chile como en la película de Lelio, sino una sirvienta chilena de origen modesto en Argentina.
Un entrañable retrato de mujer, sencillo, profundamente humano y de gran veracidad, en una atmosfera que nos hace pensar en aquellas historias mínimas de Carlos Sorin en la Patagonia, pero también en el humor agridulce de ciertas películas uruguayas que han dejado huella, como “Whisky” de Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella.
El guion viene con merecidos premios de esa magnífica cantera de cine latinoamericano que es Cine en construcción, organizada conjuntamente por los festivales de San Sebastián y de Cine Latino Toulouse.
Cecilia Atan y Valeria Pivato firman esta opera prima al alimón y ambas tienen un recorrido profesional bastante similar en el seno del cine argentino, pues empezaron desde abajo.
Recordemos que Cecilia Atan empezó como meritorio en el mundo del cine en 2002, y ha sido ayudante de dirección de varios realizadores argentinos, entre ellos Alejandro Agresti, antes de pasar a la realización con un cortometraje y ahora con este largo.
Valeria Pivato, guionista y directora, ha trabajado antes también como ayudante de dirección con cineastas como Pablo Trapero o Juan José Campanella, entre otros.