“Si luchas puedes perder, si no luchas has perdido ya”. Bertold Brecht
Con esa cita del célebre dramaturgo alemán y una secuencia de violento enfrentamiento verbal entre los dirigentes de la intersindical y la dirección de una empresa en huelga, ocupada por los obreros, se abre “En guerre” (en guerra) del francés Stéphane Brizé, quien vuelve a la competición oficial de Cannes tres años después de su éxito con “La ley del mercado”, que le valió a Vincent Lindon, el premio de interpretación masculina.
Brizé reincide con Vincent Lindon como protagonista, pero ahora no en el papel de un desempleado, sino en el de un sindicalista que conduce en primera línea la batalla de la intersindical en la empresa Perrin, en Agen, en donde los obreros en huelga recusan el plan social propuesto por la dirección alemana de ese grupo industrial, que decide cerrar la empresa francesa aun cuando su grupo sigue acumulando beneficio.
Esta ficción, construida en gran parte como un documental, restituyendo en imágenes con gran realismo las negociaciones entre sindicatos y dirección, las manifestaciones obreras, las divisiones en el seno de la intersindical, la solidaridad, la ocupación y la evacuación por la policía antidisturbios, o el desbordamiento de la ira de los trabajadores enfrentados a esa violencia social que representa la pérdida del empleo.
Situaciones inspiradas directamente en recientes luchas obreras en Francia en Continental, Goodyear, Seita, Air France y un largo etc. Xavier Mathieu ex dirigente sindical de Continental ha sido por cierto uno de los consejeros de Brizé durante el rodaje.
La secuencia de insultos y violencia contra el dirigente alemán de la empresa en la ficción se inspira directamente de aquellas imágenes que recorrieron el mundo durante una huelga de Air France, cuando un dirigente de la DRH perdió su camisa en un tumulto con los huelguistas.
Evitando el maniqueísmo en el tratamiento de sus personajes, “En guerra” pone de relieve que en esa huelga contra un injustificado plan social “bursátil”, se enfrentan dos categorías sociales, y dos concepciones de la sociedad en que vivimos: la representada por el patrón alemán, que justifica los despidos en aras de la mundialización para adaptarse a la realidad de hoy, con el apoyo de los ejecutivos de la empresa, y los trabajadores que buscan defender sus 1100 empleos, para poder vivir dignamente de su trabajo.
De la misma manera y con buen equilibrio aborda la película las divisiones sindicales, entre los que quieren negociar para obtener alguna compensación y los que se oponen abiertamente al cierre de la empresa, que es beneficiaria y cuyo cierre ha sido decidido con un criterio de pura rentabilidad financiera del holding alemán que la dirige, para rentabilizar los ingresos de sus accionistas.
Con emoción y sobriedad, Brizé se centra sobre todo en su protagonista, Vincent Lindon, único actor profesional de un reparto en el que participan obreros y sindicalistas que le rodean y arropan confiriendo autenticidad al relato.
Como “La ley del mercado”, “En guerra” es lo que Rosellini llamaba un cine social necesario y riguroso, capaz de llegar ahí donde el documental no puede llegar, ahí donde no es tolerado, ahí donde ciertos medios informativos y muy en particular los todopoderosos Telediarios ocultan, manipulan o deforman la información.
“Krzystof Kieslowski solía decir que había dejado de hacer documentales para acceder por fin con la ficción a esos lugares a los que el documentalista no puede acceder”, explica al respecto Stéphane Brizé.
Como en la Ley del mercado, se interroga Brizé dónde se encuentra la verdadera violencia social, en esos tumultos provocados por la ira y la desesperación, o en el frio y anónimo despido de los trabajadores que coloca a miles de familias en la precariedad y la miseria.
Brizé interpela al espectador sobre esos dos mundos posibles, la defensa de lo humano, o la defensa de las finanzas. “Nuestras vidas valen más que sus beneficios” dice la consigna sindical que llama hoy a la resistencia. Y con un final más radical que el de “La ley del mercado”, que no revelaremos aquí, lanza un grito de alarma y de desesperación por una sociedad más digna y más justa.
Las luchas en curso actualmente en Francia por la defensa de los servicios públicos y por dignas condiciones de trabajo, han encontrado en este mayo 2018, tan diferente del de 1968, un buen abogado en Cannes con la película de Stéphane Brizé.