Cantabria, Guerra Civil y literaturas

Tengo una novela empezada y otra ya finalizada en las que la guerra en Cantabria deja un olor penetrante de pasado en los hombres y las mujeres, en las que el dolor de tierra verde de Manuel Llano respira inconmovible y diáfano, en las que los maquis y el coronel García Vayas no son nombrados con sus nombres de leyenda y tan ciertos, en las que la vida que no fue es más intensa que la vida que está siendo ahora mismo, o al menos así las quise escribir, como un sortilegio de las brumas.

Esa novelita rara y sublime de Llano a la manera de lo pequeño-gigantesco y una de Concha Espina donde cuenta un dolor concreto, no inexacto y ambiguo y etéreo como es el que nos esparce Manuel Llano, donde la de Luzmela nos arrastra al terror de los uniformes sucios desuniformados de los milicianos brutales y sin gracia que allanaron su casa y la secuestraron obligándola a albergar en ella a mineros huidos de la derrota palentina, esas dos novelas o lo que sean, porque la de Espina es más bien un diario a lo Frank con final feliz y desarrollo de náusea, son las dos narraciones que yo he leído sobre quienes vivieron los días de la guerra en la Montaña, como a tantos les gustaba llamar a lo que en aquellos tiempos infelices era la provincia de Santander, el espacio geográfico en el que mi madre vino al mundo un día de junio de 1934, cuando en España gobernaba un hombre de Lerroux, Ricardo Samper Ibáñez. Ibáñez de segundo apellido.

[Este texto pertenece a mi segunda novela, inacabada, e inédita, como la primera: en él hablo precisamente de la primera de ellas y de otra que nunca escribiré]

Dolor-de-tierra-verde-cubierta Cantabria, Guerra Civil y literaturasNota uno. El escritor cántabro Manuel Llano (nacido en Sopeña el 23 de enero de 1898 y fallecido en Santander el 1 de enero de 1938) escribió en plena guerra fratricida, pero no acabó ni ordenó, Dolor de tierra verde, que no sería publicada hasta once años después de su muerte. Dolor de tierra verde (prenovela), en palabras de Gerardo Diego (en el epílogo que le pidió el propio Llano), «tan hecho y tan deshecho, tan directo de verdad geográfica y humana y tan reflejo de sensibilidad creadora y poética». Para Leopoldo Rodríguez Alcalde, la obra representa “la visión franciscana de la Guerra Civil española”.

Esclavitud-y-libertad-cubierta Cantabria, Guerra Civil y literaturasNota dos. La escritora cántabra Concha Espina (cuyo nombre civil fue Concepción Rodríguez-Espina y García-Tagle, nacida en Santander el 15 de abril de 1869 y fallecida en Madrid el 19 de mayo de 1955) escribió tres libros (¿novelas?) testimoniales sobre su experiencia durante la Guerra Civil española (que vivió recluida en su casa cántabra de Mazcuerras entre julio del 36 y agosto del 37): Retaguardia (imágenes de vivos y muertos), de 1937; Esclavitud y libertad: diario de una prisionera, de 1938; y Luna roja: novelas de la revolución, de 1939. A la que hago referencia en mi texto es a Esclavitud y libertad: diario de una prisionera (la única obra de Concha Espina que he leído).

José Luis Ibáñez Salas
Editor de material didáctico para diversos niveles educativos en Santillana Educación, historiador y escritor. Director de la revista digital de divulgación histórica Anatomía de la Historia, es autor de El franquismo, La Transición, ¿Qué eres, España?, La Historia: el relato del pasado y La música (pop) y nosotros (publicados los cinco libros por Sílex ediciones), fue socio fundador de Punto de Vista Editores y escribe habitualmente relatos (algunos de los cuales han aparecido en el blog literario Narrativa Breve, dirigido por el escritor Francisco Rodríguez Criado) y artículos para distintos medios de comunicación, como la revista colombiana Al Poniente o las españolas Nueva Tribuna, Moon Magazine y Analytiks. Tiene escrita una novela y ha comenzado a escribir otras dos.

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