Paco del Pozo ha ofrecido un concierto íntimo, cercano, en la sala García Lorca de la Fundación Conservatorio Flamenco Casa Patas de Madrid, el sábado 25 de noviembre 2017. El cantaor madrileño ha interpretado canciones de su último disco, En este momento. A dúo con su guitarrista Paco Vidal, productor del disco.
En este momento refleja exactamente lo que dice este título. El momento presente de la voz de Paco. No sé como será el futuro –dice- pero como canto ahora representa un momento único. Es un momento de madurez, de su voz y de su técnica. Como dice su amigo el poeta Félix Grande, autor de ese libro imprescindible que es Memoria del Flamenco: Canta con la fuerza de la juventud y con la sabiduría de un viejo. Y lo más importante de Paco ahora y también en momentos anteriores: sabe transmitir sus emociones, como solo lo hacen los cantaores grandes, que por eso lo son. ¡Y sus manos! Sus manos son tanto como su garganta un medio de expresión total.
Y sin embargo…a pesar de tener una historia de premios que empezó con doce años, de ganar la Lámpara Minera con veintiuno, de haber sido cantaor durante años en El Corral de la Morería, de haber estado presente en festivales de la categoría de la Bienal de Sevilla y la Suma Flamenca de Madrid, de ser asiduo en colaboraciones que le han llevado por España y más allá, le cuesta coronar la fama. No es el único. Ahí están iconos como José Mercé o el mismísimo Enrique Morente que su trabajo de años les costó llegar adonde llegaron.
Quizá, tras catorce años de silencio discográfico, En este momento sea ese punto de arranque definitivo que tanto merece este cantaor sin raíces flamencas, madrileño payo, voz a la que ha aprendido a dar matices delicados, profundos, melismáticos, con momentos cumbre por donde la emoción estalla en mil colores.
El concierto
Quizá sea algo inherente a los tablaos, aunque hay cantaores que hablan poco o nada, pero Paco del Pozo tuvo una comunicación continua con el público que llenaba la sala, llena de cercanía y humor. Presentó ampliamente todos sus cantes, implicó en todo momento a Paco Vidal, su guitarrista sanluqueño discípulo entre otros de Manolo Sanlúcar y Rafael Riqueni y autor reciente de un primer trabajo discográfico en solitario, Fantasía de un sueño, lleno de rumores del río que llega al océano precisamente en su tierra. Dúo de lujo donde los haya.
Empezó la primera parte del concierto por serie de malagueñas, alegrías, soleá y unos Cabales de ida y vuelta. Paco ha llegado a ser un maestro de los ritmos con estilo propio, músicas y letras; se puede ir a Miami por malagueñas, palpar el barro por la soleá de la Triana del Zurraque, crear unas alegrías que pueden hacer historia. Qué bien se ha trabajado este momento suyo el madrileño. Me ha ayudado mucho mi labor como docente, –dice- que me obliga a analizar los cantes al milímetro. Esto me ha hecho crecer, ganar tesituras; por eso ahora puedo hacer cosas que antes no podía.
Hay un intervalo como debe ser, para no saturar al público y recomenzar luego con algo que nunca falta en los conciertos de Paco, con unos cantecitos de las minas, por mineras y cartageneras, muy sentido, muy emocionante, como desde el fondo de la mina. Y luego la solemnidad de la seguiriya que llega desde su alma a las almas en la sala.
Presenta luego Los pajarillos, esa preciosa bulería antigua de Antonio el Sevillano, que encontró rebuscando por discos de pizarra. Era muy cortita pero repitiendo falsetas la alargamos hasta cuatro minutos. Pura historia de la bulería.
Pone punto final con la milonga de Astor Piazzola, Oblivion, con letra de Félix Grande. Buen tema de despedida cien por cien en clave de ida y vuelta flamenca por Paco del Pozo que dedica a María.