Carne de perro, del chileno Fernando Guzzoni, que consiguió el premio a le mejor película de Nuevos Realizadores en el pasado Festival de Cine de San Sebastián1, y que se estrena en los cines españoles el 12 de julio de 2013, cuenta la historia de un antiguo torturador que intenta reinterpretar su vida y darle otro sentido a su existencia.
El actor Alejandro Goic –quien fue detenido y torturado en su día- se mete en la piel actual de un torturador perdido entre sus fantasmas y sus fijaciones, ex militar de la dictadura pinochetista, personaje que casualmente también se llama Alejandro.
Lo que la película pretende mostrar es el proceso del personaje en busca de una salida, el camino que recorre para encontrar de nuevo su lugar en el mundo.
En la pantalla, Alejandro es personaje misterioso y torturado, ficticio pero inspirado en la sociedad chilena actual: «Me gustaba la idea de provocar en el espectador un dilema ético entre simpatía y odio al personaje”, explica el joven realizador Fernando Guzzoni, quien con Carne de perro ha hecho su debut en el largometraje. Aunque en ningún momento se explica claramente que se trata de un verdugo, distintos signos informan al espectador sobre el pasado del personaje: una bandera chilena, la conversación con un antiguo camarada, las condecoraciones…, todo habla de ese pasado que quiere olvidar, especialmente cuando se encuentra “en la ducha, en el mar o en la piscina; es como si el agua fuera inconscientemente el elemento curativo”.
En definitiva, una película que se interroga, sobre todo, acerca de las consecuencias que puede tener sobre toda la población una etapa tan sombría de la historia: “Pienso –dice su autor que prácticamente solo conoce la dictadura chilena por referencias- que mi película es un relato muy actual. No se trata de un ejercicio revisionista de la historia pasada porque el personaje vive en el Chile de hoy.
Yo creo que es una película que propone una reflexión sobre las maneras en que una sociedad, y en particular la chilena, puede reconstruirse después de la dictadura. Se trata también de interrogarse sobre los recursos de que disponen esos personajes, que estuvieron en el “lado oscuro”, para intentar seguir viviendo como cualquier otro ciudadano “.
Podría ser interesante para mí verla…en Chile.
La situación que aborda es, sin duda, muy fuerte y cautivante para muchos chilenos, pero, al mismo tiempo, otra cosa es si la expresión cinematográfica se logra creativamente; tendré que verla, si es que puedo, porque, curiosamente, o quizás no tan curiosamente, en Chile no es tan fácil ver documentales o películas de argumento relacionadas con el duro pasado reciente de nuestro país, salvo que sean un tanto «light». O a veces la TVN (Televisión Nacional de Chile) las presenta sin anuncio previo y de madrugada, y existen películas realizadas en el extranjero por chilenos y sobre temáticas de la época del general Pinochet, que jamás se han exhibido abiertamente en el país. Son materiales que incluso para el interesado en conocerlas como documentos histórico-culturales de una etapa, el conocerlos se convierte en una búsqueda tanto o más compleja que desentrañar complejos misterios esotéricos.
Parece interesante. Sobre todo en el páramo en que se convierte la artelera en verano