Codependencia: la verdadera violencia contra las personas

Es hombre o mujer; no señalemos el género porque en estas situaciones, elegir no es algo que sucede; les pasa a ambos. Ellos y ellas, como se refieren ahora; es decir, las personas que integran una pareja homosexual, bisexual o como ustedes consideren, que por una u otra situación consienten situaciones que atentan contra su dignidad, no se separan porque no pueden, no saben, no tienen fuerza y sobre todo, dinero para poder afrontarlo, viven un círculo vicioso que les lleva a ser codependientes; la verdadera violencia contra sí mismos.

En el transcurso de los años, si bien el discurso en contra de los hombres ha sido y es una realidad social por el número de casos en su haber, lo que rara vez se apunta, es que muchos de estos, también callan y otorgan y son maltratados porque existe una codependencia respecto a su pareja que con el paso de los años, no saben romper. Ellos y ellas, de nuevo.

En esta violencia silente, que obedece a un maltrato psicológico, ambos, mujeres y hombres se ven abocados a convivir sine die con una persona a quien, si pueden, no le son fieles; llegan incluso a odiar y procuran ausentarse siempre que pueden porque en su afán de huir de esa persona, llegan a hacer cualquier cosa. Bajo el verbo, aguantar, aguantan, claro que lo hacen.

En muchas ocasiones por la religión, los constructos sociales; el miedo a la soledad o al fracaso, y sobre todo, por el qué dirán, muchas personas se instalan en la codependencia del otro y se anida un trastorno mental en donde la depresión, la ansiedad y la angustia debutan día sí, día también.

En estos entornos, más o menos viciados, que pueden prolongarse décadas o incluso toda la vida en algunas generaciones anteriores, las personas viven esperando el final para que termine el calvario. Ni que decir tiene que éste en un momento de sinrazón puede amenazarles tanto a hombres como a mujeres y les lleva al paraíso del dolor e incluso de su propia muerte. Venganzas pasadas, insultos, tonos desafiantes y siempre bajo el halo de la falta de respeto, las familias declaran estabilidad y felicidad en su entorno social y cuando cierran la puerta, el terror aparece de nuevo.

No hay que aguantar porque la vida solo es una dicen los psicólogos y los momentos que en ella pasamos, debe converger la paz y el amor en el estado más puro que existe. Esto no tiene que ver con la formación ni tampoco con la educación de las personas. Todos podemos caer en el error y todos, somos víctimas en un momento dado, y también codependientes del otro si nos dejamos pisotear y eso, lo identificamos con el amor.

La codependencia llega a ser letal cuando no vemos salida alguna. El enamoramiento falso llega a ser patológico porque pensamos que sin esa persona no somos felices. A pesar de los golpes, vejaciones o insultos, la necesidad de afecto perturba una posible vida estable. Esa dependencia afectiva es patológica cuando nos sentimos amenazados o ya no somos nosotros.

Las personas que caen en las redes de ese maltratador psíquico, necesitan una aprobación constante, una pareja para sentirse completos y normalmente tienen la autoestima muy baja. En la mayor parte de los casos, vienen de familias cuyo patrón era ese y repiten, inseguras siempre, el paradigma conocido porque no reconocen otro.

Estas parejas además, disponen de pocos o ningún elemento de unión a no ser que tengan hijos en común. En ese caso, los utilizan como arma arrojadiza contra el otro, con tal de que se mantenga a su lado. Someter y ser sometido, fuera de otros ámbitos sexuales, que pueden estar legítimamente acordados y ser válidos en el conjunto de la pareja, ejercer la violencia contra otro y favorecer esa dependencia emocional, es del todo una patología que tenemos la obligación de identificar.

Si no sabe cómo salir; si no ve salida o si cree que no puede hacerlo solo, pida ayuda a los servicios sociales. Es muy complicado romper con un entorno que supuestamente al ser rutinario, nos proporciona una falsa estabilidad y una sensación compleja de sentirnos queridos; con dolor, pero en definitiva, queridos.

Ana De Luis Otero
PhD, Doctora C.C. Información - Periodista - Editora Adjunta de Periodistas en Español - Directora Prensa Social- Máster en Dirección Comercial y Marketing - Exdirectora del diario Qué Dicen - Divulgadora Científica - Profesora Universitaria C.C. de la Información - Fotógrafo - Comprometida con la Discapacidad y la Dependencia. Secretaria General del Consejo Español para la Discapacidad y Dependencia CEDDD.org Presidenta y Fundadora de D.O.C.E. (Discapacitados Otros Ciegos de España) (Baja Visión y enfermedades congénitas que causan Ceguera Legal) asociaciondoce.com - Miembro Consejo Asesor de la Fundación Juan José López-Ibor -fundacionlopezibor.es/quienes-somos/consejo-asesor - Miembro del Comité Asesor de Ética Asistencial Eulen Servicios Sociosanitarios - sociosanitarios.eulen.com/quienes-somos/comite-etica-asistencial - Miembro de The International Media Conferences on Human Rights (United Nations, Switzerland) - Libros: Coautora del libro El Cerebro Religioso junto a la Profesora María Inés López-Ibor. Editorial El País Colección Neurociencia y Psicología https://colecciones.elpais.com/literatura/62-neurociencia-psicologia.html / Autora del Libro Fotografía Social.- Editorial Anaya / Consultora de Comunicación Médica. www.consultoriadecomunicacion.com Actualmente escribo La makila de avellano (poemario) y una novela titulada La Sopa Boba. Contacto Periodistas en Español: [email protected]

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