Quien ame los volcanes, el enigma de sus fuegos y su majestuosa presencia, amará, sin duda, Colima.
Colima es uno de los Estados más pequeños de México, enclavado entre Jalisco y Michoacán, tiene misteriosos volcanes, uno de ellos, el volcán de Colima, en actividad y dentro del Círculo de Fuego del Pacífico.
Llegamos a la capital del estado, Colima, en un vuelo directo de México DF. Es una bella ciudad provinciana, tranquila y alegre, con una grata arquitectura finisecular, con verdes parques y avenidas floridas adornadas con esculturas de José Luis Cuevas, Sebastian, y otros artistas.
En el zócalo, la Catedral, consagrada a la Virgen de Guadalupe, fue construida en el siglo XIX por Lucio de Uribe. Este arquitecto construyó también el bello edificio de Palacio de Gobierno y el Teatro Municipal.
Colima sufrió varios terremotos, el último, desvastó vecindarios enteros. Sin embargo, el espíritu colimense no se deja vencer y la ciudad muestra energía alentando nuevos proyectos de desarrollo. Buena hostelería, restaurantes y servicios, aseguran confort y bienestar al visitante.
Una excelente autopista une Colima con diferentes puntos de excursiones: Guadalajara, los pueblos mágicos de la región, el Centro Ecológico de Cuyutlan, con sus manglares y su Tortugario, base de incubación de Tortugas marinas; y Manzanillo, ciudad balnearia del Pacífico, con bellas playas, muy buena infraestructura hotelera y una bahía maravillosa donde se puede navegar y ver atardeceres muy especiales. Lugar romántico que conserva una naturaleza aún salvaje.
Colima es una ciudad universitaria con excelentes museos, el Museo de Arte Popular María Teresa Pomar- que contiene una colección de artesanías y el Museo de las Culturas de Occidente con objetos arqueológicos. Personalmente, me gustó mucho el Museo Rangel, colección donada por el artista Alejandro Rangel. Se encuentra a las afueras de Colima, en Nogueras, una localidad muy antigua, cuyo nombre indígena “Ajuchitlan”, quiere decir “Valle de las Flores”. Durante el Siglo XVII, Juan Nogueras fundó una Hacienda que pasó mas tarde a la familia Rangel y que actualmente pertenece a la Universidad, convertida en Centro de Estudios Ecológicos. La Hacienda, de estilo colonial, ha sido bellamente restaurada, contiene el museo con piezas arqueológicas, entre ellas los escuincles o perritos colimotes, símbolos del Estado. La leyenda cuenta que un perro viejo se abraza al joven y juntos bailan la danza del ciclo de la vida, expresando la dualidad eterna: el día y la noche, el nacer y el morir. El perro es también emblema del inframundo y conduce las almas después de la muerte.
Si se trata de naturaleza, Colima es una región privilegiada. El licenciado José Luis de la Vega, de la Secretaria de Turismo, comenta que Colima ofrece arte y cultura, selvas tropicales, playas soleadas, lagunas vírgenes y la presencia majestuosa de los volcanes.
Muchas son las leyendas que se tejen en torno a los volcanes: el Nevado, y el de Fuego en plena actividad. Nuestro guía, Marcos, nos explica que existen mitos y historias reales en torno a ellos. Suelen aparecer ovnis y diversas luces en los cielos. Varias teorías se manejan al respecto. La zona esta bajo control militar y se llevan a cabo estudios de vulcanografía y sismografía.
La leyenda del Volcán de Fuego cuenta que, hace varios siglos, el rey indígena Coliman vivía con sus doncellas y guerreros cerca del volcán, tuvo una discusión con el gobernador español que lo asedió durante meses y lo amenazó de muerte. Coliman, sin poder actuar y sin víveres, escapo del cerco, pero al ser descubierto, se lanzó a la boca del volcán. Reaparece en forma de fuego y lava cuando sus descendientes indígenas son maltratados.
A medida que nos acercamos, el Volcán de Colima se impone a nuestra vista, comentan que a veces esta rodeado de nubes, otras con un halo producido por las emanaciones, otras se observa su cresta enrojecida de fuego, siempre impresiona su misterioso perfil.
Rey de los parajes, el Volcán de Fuego tiene una altura de 3960 metros, sus alrededores se han convertido en Parque Nacional desde 1936, con una extensión de 22 200 hectáreas donde vive una variada flora y fauna. Hay excursiones, caminatas y deportes de montaña organizados por operadores especializados. Es importante respetar las indicaciones para evitar situaciones de riesgo.
Esa magia del volcán invade a los pueblos de la región, llamados justamente, “Pueblos Mágicos”. Entre ellos, Suchitlan, con sus extrañas máscaras rituales elaboradas por artesanos y Comala, que inspiró al escritor Juan Rulfo, en su novela “Pedro Paramo”: “Desde ese lugar se ve Comala, blanqueando la tierra, iluminándola durante la noche”.
Juan Rulfo, a quien tuve el privilegio de conocer, pasó gran parte de su niñez por estos parejes, entre Sayula y Comala, entre Jalisco y Colima, y ese secreto del México profundo lo recrea en sus cuentos y novela.
Hoy Comala, ha sido declarado Monumento Histórico por el Gobierno del Estado y forma parte de los Pueblos Mágicos de México. Su catedral colonial preside el zócalo rodeado de restaurants, bares y negocios de souvenirs. Con el acompañamiento de bandas musicales almorzamos unos sabrosos “Antojitos mexicanos”: tacos dorados, enchiladas dulces, tostada de ceviche rociada con ponche tracicional. Mientras la música nos envuelve, el sol resplandece sobre las blancas casas y los recuerdos de la novela de Juan Rulfo vuelven a la memoria:
“Llanuras verdes…. Ver subir y bajar el horizonte con el viento que mueve las espigas…. El color de la tierra, el olor de la alfalfa y el pan. Un pueblo que huele a miel derramada…”
“Miel derramada” es todo el Estado de Colima, con sus pueblos típicos, sus artesanos, su naturaleza salvaje y sus playas, sus flores y museos, el volcán y sus misteriosas leyendas.
A la madrugada, camino al aeropuerto para regresar, el guía me dice:
– “Huerita, el volcán la saluda”.
Miro y veo el volcán con una enorme fumarola y chispas rojas, dibujando imágenes fantásticas en el límpido cielo de Colima.