No he parado de manifestar hasta la saciedad en palabras y escritos, el sentimiento que me une a mi patria: el asco.
Karl Kraus
Los españoles que rechazamos las patrias, las banderas, los himnos, la endogamia que suele terminar en la xenofobia y el imperialismo, lo sabemos por haberlo mamado desde la infancia en las escuelas y las iglesias, a partir de los Reyes Católicos.
Podríamos referirnos igualmente a Inglaterra, Alemania, Estados Unidos, etc. Y en el camino dejaríamos un reguero de guerras, muertos, exilios, genocidios, pueblos enteros convertidos en esclavos… siempre bajo patrióticos desfiles y apología de hombres y mujeres que fueron reyes, generales, cardenales, papas o empresarios y banqueros.
El franquismo llevó a un extremo delirante y miserable el concepto de Patria. Y no murió con él: se sucedió con herederos que disfrazaron su lenguaje y modo de gobernar bajo la democracia y pervive en el gobierno actual. Y hoy, por desgracia, encuentra otros neo analfabetos, corruptos y astutos gobernantes que quieren fundar -en el derecho de pernada político- su patria propia, como Cataluña.
Cataluña es en nuestros días otro ejemplo de esta religión alienante y alienadora. Porque la patria nunca se fundamenta en razonamientos, diálogos, diferencias, destrucción de fronteras, inter influencias sino con los países poderosos que fundamentan sus negocios y riquezas y no con los pueblos y culturas silenciadas, negadas y explotadas.
La religión de las patrias son los símbolos y su fuerza la concentración de los seres humanos a los que se priva de razonamientos para, como en los viejos tiempos, unirlos en el pensamiento único, en el grito común y envolverlos en manifestaciones con banderas, músicas y brazos compartidos: los desfiles multitudinarios de Hitler son su mayor ejemplo. Luego, el voto no es sino la excreción del catecismo asimilado y en él se justifican quienes de las Patrias se aprovechan y las utilizan para sus intereses económicos y políticos. A veces se exceden en sus juicios hasta rigores más o menos xenófobos, pero los catecúmenos han perdido la posibilidad de revolverse contra los neo analfabetos y de ello se aprovechan.
El hombre medio, cuya vida transcurre entre la comida y la cama, no posee en absoluto ideología alguna y por ello es muy fácil ganarlo para la ideología del odio … aquella influencia que, un poco más extensiva, permite a la gente que permanece en sus casas, no inquietarse por lo más mínimo, mientras otros miles cuelgan en las alambradas… de lo que aquí se trata es de la unión del verdugo y la víctima en un solo individuo.
Hermann Broch
Por intereses económicos y políticos
Nada importa la historia de la corrupción: la corrupción es siempre de otros. Y sustituyen una lengua que consideran de un imperio caduco y fenecido, el español, por la del imperio boyante y poderoso: el inglés de USA. Aceptan sus genocidios y hasta su cultura, sus costumbres, dominio deportivo, gastronómico, aunque nada tenga que ver con su historia. Y llaman fascistas no a sus responsables sino a los de la vieja cultura que los dominó, aunque los nombres que dan fueran símbolos de la lucha por la libertad: así Quevedo, Lope de Vega, Góngora, Fernando de Rojas, Antonio Machado. ¿Cómo han olvidado a Cervantes?
Mas, los rebaños convertidos a la religión del patriotismo no protestarán, se limitan a repetir las consignas que les han inoculado. La Patria, insistimos, es el concepto que esconde siempre el ansia de poder, las dictaduras y que en su apoyo necesita seres alienados, de pensamiento único o, mejor expresado, de no pensamiento. Y frente a aquella otra de la que quieren separarse -no hablamos de luchas colonialistas, de pueblos explotados por otros poderosos que buscan su libertad- se entregan a otras naciones poderosas, del moderno fascismo, que les impone sus medios de comunicación -ejemplo de la TV y hasta el domino económico y militar, e incluso sus formas de vida.
Si uno, como dice Juan Goytisolo no se siente español, porque no puede defender ni su historia ni sus símbolos, tampoco, aunque allí haya nacido, puede sentirse en estos momentos catalán. Solo buscan destruir sus viejas fronteras para erigir otras en las que puedan gobernar con sus leyes -que ellos mismos promulgan, dictatoriales aunque hablen de democracia y así proteger su dominio corrupto – que no se toque a la Iglesia ni a la Banca, por ejemplo- sobre la parte importante de la población que la acata. (No hablemos de quienes en nombre de otra Patria luchan contra ellos: son todavía más nocivos).
Triste España. Triste Cataluña. ¿Pero dónde puede recluirse hoy un escéptico, pensador diferente y solitario que odia las fronteras y solo busca seres humanos libres, solidarios, y sobre todo pensantes y civilizados?
Los demócratas nada tienen que hacer si tenemos en cuenta hasta que punto la sacrosanta religión nacional del patriotismo ejerce su expresión desde la propia base electoral
Rafael Sánchez Ferlosio