La pandemia de COVID-19 ha llevado al cierre de la Secretaría General de la ONU en Nueva York y 32 de sus agencias a nivel mundial, lo que ha forzado a más de sus 37 000 empleados a trabajar desde sus hogares, informa Thalif Deen (IPS) desde Naciones Unidas.
Stephane Dujarric, portavoz de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), duda que la reapertura de la Secretaría General se produzca tras un mes de cierre: «Creo que, según algunos expertos, es el virus el que decidirá», afirmó.
De hecho, hay varias otras muchas y persistentes preguntas que permanecen sin respuesta, específicamente en el contexto de una nueva crisis financiera severa que amenaza la supervivencia de la ONU y que se va a agravar por la crisis económica mundial que dejará como secuela la pandemia.
Si la crisis continúa, podrían producirse despidos de personal en un país, el anfitrión Estados Unidos, donde más de veintidós millones de personas han perdido sus empleos en menos de un mes como consecuencia del coronavirus, plantea el personal de la ONU.
También se plantean si los recortes salariales, dados como inevitables, comenzarán desde arriba, con la alta gerencia tal como se ha hecho en variadas empresas estadounidenses, o comenzará por los funcionarios de capas inferiores.
Si los empleados de la ONU son despedidos, es poco probable que califiquen para los beneficios de desempleo del estado de Nueva York porque la ONU es una organización internacional con un estatus independiente.
Otras cuestiones clave para buena parte del personal es si se verá afectada la cobertura médica, cómo afectará la recesión económica global al Fondo de Pensiones de las Naciones Unidas, estimado en 53 000 millones, y también cuál es el futuro de las subvenciones educativas a las que tienen derecho los empleados.
Falta de liquidez de la ONU
En una carta dirigida a jefes de departamentos, comisiones regionales, misiones políticas especiales y operaciones de mantenimiento de la paz, Catherine Pollard, subsecretaria general de Estrategia, Política y Cumplimiento de Gestión de la ONU, dice que las contribuciones para el presupuesto regular han «disminuido drásticamente» en el primer trimestre de 2020 en relación con años anteriores.
Los aportes de los 193 Estados miembros actualmente es de 42 por ciento del presupuesto a estas alturas del año, cuando en años precedentes era de 50 por ciento, cifras que suponen un déficit en la recaudación de 220 millones de dólares, mientras que las contribuciones pendientes para el presupuesto regular alcanzan 2270 millones, dijo Pollard.
Como resultado, la ONU decidió suspender temporalmente todas las contrataciones para vacantes de presupuesto regular y limitar todos los gastos no posteriores a la publicación, mientras pospone todos los gastos discrecionales a menos que esté directamente e inmediatamente vinculado con actividades obligatorias y aprobadas por la Asamblea General, el máximo órgano de formulación de políticas.
Pollard también dijo que incluso las operaciones de mantenimiento de la paz enfrentan una creciente presión de liquidez con contribuciones pendientes que ascienden a 3160 millones.