CRÓNICAS ALEMANAS
Cuando faltan pocas horas para que dé comienzo un partido de fútbol entre el Bayern de Munich y el Chelsea de Londres, no está de más hacerse eco de un hecho que está teniendo eco en la sociedad alemana y que beneficia nuestra imagen como españoles, máxime si entra dentro del ámbito cultural, en el que no somos muy dados a aparecer en aquel país. Se trata del hoy entrenador de fútbol Pep Guardiola, que en menos de un año domina el alemán, idioma en el que da las ruedas de prensa y además con soltura, saliendo bien parado, según informa el escritor español Fernando Aramburu, afincado en el país germano.
Debo comenzar diciendo que siendo como soy madridista convicto y confeso, siempre me gustó y alabé la caballerosidad y el buen estilo del otrora entrenador barcelonista, mientras que por el contrario nuestro “merengue” Mourinho me pareció un buen entrenador, sí, pero un bocazas a mandíbula batiente. Volviendo al asunto de la balompédica pelota, lo menos importante en este caso, esta noche muchos millones de alemanes estarán viendo a un equipo cuyo entrenador, un español, es capaz de defenderse y salir airoso en el idioma de Göethe, Kant o Nietzsche, algo inédito por aquellos pagos, pues la verdad es que el alemán es un idioma si no difícil, nada fácil. Que nos lo digan a algunos que lo aprendimos a trancas y barrancas en las cadenas de montaje de la cuenca del Rhur cuando formábamos parte de la maquinaria de producción germana.
Comenta el escritor Fernando Aramburu refiriéndome a la dificultad a la hora de aprender el idioma alemán que: “Ya lo decía un emigrante español para justificar que, después de cuarenta años de residencia en la República Federal, siguiera sin dominar el idioma: es que el alemán, de todo, hay más”. Y tanto que hay más, y de todo. Sobre todo en la unión o concatenación de las palabras, inconcebible para nosotros, pero totalmente normal y demás correcto para ellos.
Prueba de ello es la información sobre la composición del alemán que nos dio una profesora en el primer día de clases de alemán que imparte la Universidad Popular de Tres Cantos (Madrid), a la que asistimos alumnos que tenemos interés por este por otra parte maravilloso idioma, advirtiéndonos de antemano que en alemán todas las palabras son gramaticalmente correctas, por lo que si bien no es común usar palabras tan largas o unidas, en el caso de hacerlo no se estaría haciendo nada incorrecto.
Y para comprobarlo les resumo la historia que nos puso como ejemplo aquel primer día de clase, no sé si para animarnos o para que nos diera un pasmo. Cojamos un libro en alemán que trata de los usos y costumbres de los Hottentotten, un pueblo imaginario que captura canguros (Beutelratten), que son metidos en jaulas (Kotter), cubiertas con una tela (Lattengitter), para protegerlos de la intemperie. Esas jaulas se llaman en alemán jaulas cubiertas de tela (Lattengitterkotter), y cuando tienen dentro un canguro a esto se le denomina (Lattengitterkotterbeutelratten). Siguiendo con la historia, un día los Hottentotten arrestaron a un asesino (Attentäter), acusado de haber matado a una madre (Mutter) hottentota (Hottentottenmutter), madre de un niño disminuido y tartamudo (Stottertrottel). Esta madre toma en alemán el nombre de Hottentottenstottertrottekmutter, mientras que su asesino se llamará por su parte Hottentottenstottertrottelmutterattentäter.
La historia es un poco más larga, pero resumiendo les diré que al final se descubre al asesino de la madre del niño, por lo que el jefe de los Hottentotten le dice al guerrero que lo ha capturado, así, de una tacada: “Anda, podías haberme dicho desde el principio que habías capturado al:
Hottentottenstottertrottelmutterbeutelrattenlattengitterkotterattentäter.
Y la buena profesora terminó la historia comentando: “Como puede verse, el alemán es facilísimo. Basta un poco de interés por vuestra parte, que os esforcéis un poco”. Esta mujer tiene el cielo ganado, seguro.
Lo bueno del caso es que si a alguien le diera por escribir esta historia así, no estaría haciendo nada incorrecto. Ánimo, que todo es empezar.
Deliciosa la anécdota sobre el idioma alemán y la animosa profesora que enseñaba esas malditas palabras llenas de muchas otras palabras que, al menos a mí, por mas que lo he intentado, he sido incapaz de aprender. Seguramente porque el alemán no puede aprenderse solo oyendo hablar a los demás y metiendo baza de vez en cuando, si no echando muchas horas de estudio y prácticas, todo de forma ininterrumpida. Yo, que soy de estancia veraniega en Berlín, en cuanto regreso a España me olvido cuidadosamente de casi todo lo que he aprendido y al año siguiente, vuelta a empezar. También es cierto que, según se van cumpliendo años, aprender idiomas imposibles como el alemán se hace una tarea demasiado ímproba. Escribo esto cuando el partido entre el Chelsea y el Bayern de Munich ha terminado con una victoria de los alemanes por los pelos, gracias a un gol de empate en el mismo momento del final del encuentro a cargo de un paisano mío, el navarro Javi Martínez y de una parada de balón por Neuer en el quinto penalti. El Bayern mereció ganar porque ha sido mejor que el Chelsea, pero, sobre todo, Guardiola merecía birlarle el partido al prepotente de Mourinho, que se ha despachado haciendo declaraciones muy inoportunas. Pep es adorado en Alemania porque, tú lo recalcas en tu artículo, ha aprendido a hablar alemán como una cotorra no en un año, en SEIS MESES SEIS. Su acento no es muy bueno, pero los alemanes nunca dejarán de agradecerle el esfuerzo por aprender un idioma que ellos mismos reconocen que es bastante complicado. Les faltaba que el Bayern de Munchen, bajo la batuta de Guardiola, consiguiera una copa que nunca antes habían conseguido. Digamos que, con su esfuerzo y su buen hacer, Pep ha entrado con muy buen pie en Alemania, en Munich y en el Bayern. Y yo me alegro mucho.