Cierto es que el compromiso por la desnuclearización y tras la firma de la paz entre las dos Coreas ha supuesto un halo de esperanza para el resto del mundo pero lo verdaderamente cierto es que ninguno de los dos dirigentes, ni Kim Jon-un ni Moon Jae-in, nombraron el terrible e ignorado tema de los derechos humanos en Corea del Norte.
Tras la declaración conjunta de paz, Arnold Fang, investigador de Amnistía Internacional sobre Asia Oriental ha manifestado que hay que ver con cierto cauto optimismo lo sucedido entre las dos Coreas dado que ha habido una ausencia casi total de derechos humanos, ha recalcado, en la agenda de ambos mandatarios y por tanto, ha sido una oportunidad perdida.
Se han roto familias, se han violado todos los derechos humanos de las personas como consecuencia de la guerra y deben ahora trabajar juntos, añade, para posibilitar el contacto periódico entre sus miembros, especialmente, entre los que se quedaron separados en contra de su voluntad.
Para él deben seguir practicando el ejercicio de los derechos humanos sobre todo, el derecho a la libertad de expresión y de opinión; la libertad de pensamiento y la libre circulación entre las dos Coreas, que sí debe cumplirse.
Trabajos forzados, 25 millones de norcoreanos sometidos por el estado policial según ha reconocido el Consejo de Seguridad de la ONU ha hecho que los abusos y amenazas de paz no hayan estado encima de los temas a tratar por los dos mandatarios. Los intereses del llamado realpolitik han estado por encima de las personas y sorprende que ambos mandatarios se abracen cuando sigue sucediendo lo mismo. Ahora toca esperar para ver si la hoja de ruta de ambos contempla lo que a todas luces no hablaron durante el episodio que cerró la hostilidad entre ambos territorios.