Laura Fernández Palomo
El Cairo – A última hora de la noche de la jornada previa al referéndum, en una estrecha callejuela de los alrededores de Tahrir, confluían los cánticos revolucionarios llegados desde la plaza. Las miradas y las proclamas se orientaban hacia la casa familiar de Gaber Salah; el joven de 16 años que murió el 25 de noviembre en una protesta, tres días después de que el presidente islamista Mohamed Morsi aprobara una declaración constitucional que blindaba sus poderes y empujaba al país no solo a la peor crisis política de la transición, sino a una fractura social. Morsi reculó una semana después y derogó el decreto pero ya era tarde para devolver a la oposición a sus casas y para controlar a su electorado islamista que encaró las manifestaciones provocando varios enfrentamientos. En total siete muertos y docenas de heridos en nuevas jornadas de protestas que no han impedido que el referéndum constitucional siga adelante y que ha dividido la sociedad en dos bloques, dicen, “irreconciliables”: islamistas y el resto.
La marcha en conmemoración a la muerte de Gaber, seguida por unas 200 personas, y apoyada por los claxon de los coches y las cantinelas repetidas desde ventanas y balcones, aprovechaba para hacer campaña por el “NO” al referéndum constitucional que se votará en dos jordanas, la de hoy sábado y la del próximo 22 de diciembre. La votación está divida por gobernaciones. Mañana votarán diez de ellas – Cairo, Alejandría, Asuán – y el próximo sábado lo harán en Giza, Suez, Ismailia, Port Said, y once gobernaciones más.
Por la mañana, la convocatoria de apoyo a la Constitución de losHermanos Musulmanes, en la que solo participaron islamistas, se concentró alrededor de la mezquita de Rabaa al Adawiya, en el barrio cairota de Ciudad Naser. Con las mismas tácticas que la campaña de rechazo, los colaboradores colaban las octavillas por la ventanilla de los coches que transitaban alrededor de la plaza y repartían pequeñas libretas blancas con la constitución en árabe.
Pese al turbulento panorama político y social, Egipto es el primero de los país de la Primavera Árabe en votar una Constitución, poniendo el final teórico al proceso de transición que durante un año y diez meses acumula más sombras que luces para la creación de un nuevo país democrático. Aunque tampoco es difícil escuchar en la calle frases de comprensión y de asunción de unos obstáculos que consideran propios de estos procesos: “tenemos que sacar muchos demonios después de 30 años de dictadura”.
Contexto social
– Definiendo espacios en El Cairo: Tahrir, Palacio Presidencial y Ciudad Naser. La plaza Tahrir, en el centro de la capital, ha sido hasta ahora el espacio público que centralizaba las protestas, en un primer momento contra Hosni Mubarak y, después de su caída en febrero de 2011, contra el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) encargado de tutelar la transición hasta las elecciones presidenciales de junio de 2012. La Plaza ha pasado por momentos tan intensos como decadentes, convertida en una mescolanza de mercadillo, chiringuito, y escenario reivindicativo. Ha sido reconquistada por los revolucionarios y los Hermanos Musulmanes cuando todavía luchaban contra un supuesto enemigo común: la Junta Militar. Pero fue precisamente durante los comicios presidenciales, antes de la proclamación de la victoria que se disputaban el islamista Morsi y el militar Ahmed Shafiq, cuando la Junta Militar aprobó una declaración constitucional atribuyéndose todos los poderes legislativos. En ese momento, los Hermanos Musulmanes y los salafistas tomaron la plaza de Tahrir, como protesta, y acamparon en ella durante varios días rechazando la posibilidad de que Shafiq fuera el nuevo presidente. Por entonces, apenas se veían revolucionarios y partidos de la oposición, descontentos por las dos opciones que planteaban los comicios. Morsi ganó las elecciones y, hoy, es la oposición al Gobierno islamista la que ha vuelto a Tahrir. Una extensión de la protesta se ha asentado con tiendas de campañas frente al Palacio Presidencial, donde se han concentrado las manifestaciones de las últimas semanas y los peores disturbios. Los islamistas han sido desplazados y convocan a sussimpatizantes en Ciudad Naser.
– Falta de representación en la Asamblea Constituyente: Los analistas alertan sobre la radicalización del pulso social entre islamistas y laicos. La Constitución ha sido aprobada sin el consenso mínimo, ya que los grupos seculares, cristianos y de izquierdas abandonaron la Asamblea Constituyente, dominada por islamistas.
– Relación entre política y religión: es, con toda probabilidad, el mayor escollo en Egipto. Cuánto del primero debe contener el segundo y viceversa. Hasta ahora, en un país con un Gobierno islamista, la mezcla es evidente. Los últimos altercados se produjeron ayer en Alejandría, cuando un grupo de asistentes al sermón del viernes recriminó al sheij que estuviera utilizándolo con fines político para pedir el sí al referendum. En la Plaza Tahrir, un miembro de la escuela islámica Al Azhar aprovechaba el sermón de ayer para pedir la caída de Morsi.
– Agotados: tras una accidentada transición, los egipcios se muestran cansados de protestas y manifestaciones, aunque estén de acuerdo con el motivo de la convocatoria. La afluencia, salvo en picos de tensión, es menor.
Contexto político
– Retrasos en el calendario: El primer calendario de la transición contemplaba la aprobación de la Constitución antes de las elecciones presidenciales. Sin embargo, la primera Asamblea Constituyente, elegida por el Parlamento electo de mayoría islamista, quedó disuelta en abril por falta de representación. Los comicios presidenciales se celebraron sin Constitución y sin Asamblea Constituyente. Los trabajos se retomaron, con una fuerte polarización entre los grupos que componía del asamblea. A finales del mes de noviembre, 26 miembros de los 100 integrantes suspendieron su asistencia a los debates por desacuerdo con el borrador de la Constitución.
– Constitución Express: En medio de la crisis política de las últimas semanas, el presidente egipcio ordenó terminar la Constitución y someterla a referéndum. El 30 de noviembre, la Asamblea Constituyente presentaba el proyecto después de una jornada de trabajo de 16 horas y con la ausencia de laicos, partidos de izquierda y cristianos en la votación.
– Falta de jueces para observar el proceso electoral: Desde que Morsi aprobara el decreto constitucional, el 90% del Club de los jueces se declaró en huelga. La falta de jueces para observar el proceso electoral ha motivado que la votación se celebre en dos jornadas
– El presidente ha otorgado poderes al Ejército para arrestar civiles implicados en altercados durante las jornadas de votación.