El extremismo pakistaní apunta contra la libertad de prensa

Pakistán sigue siendo uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo debido a los frecuentes intentos por restringir la libertad de prensa y a las innumerables dificultades que impiden expandir la diversidad de medios y restringen el acceso a la información, informan Saleem Sheikh y Sughra Tunio (IPS) desde Islamabad.

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Miembros de la Unión de Periodistas de Karachi y del Club de la Prensa de Karachi protestan contra la ola de ataques que sufre el sector. “Los ataques contra la libertad de prensa son inaceptables”, “Larga vida a la libertad de prensa” y “Nos opondremos a los intentos de amordazar a la prensa libre”, rezan las pancartas. Crédito: Saleem Shaikh/IPS.

Las tensas e inciertas condiciones de seguridad, los riesgos generados por las actividades terroristas y extremistas, la creciente influencia política y el flaco papel de las instituciones democráticas, incluidos el Poder Legislativo y el Poder Judicial, constituyen las principales razones del lamentable estado de la libertad de prensa en Pakistán.

Con el fin de hacer frente a ese problema, editores y nuevos directores de un gran número de periódicos y canales de televisión pakistaníes se unieron para crear Editores por la Seguridad, una organización concentrada exclusivamente en cuestiones de violencia y amenazas contra los medios de comunicación.

La organización se basa en el concepto de que un ataque contra un profesional o un medio es un ataque contra todos. También alienta a todas las organizaciones a expresarse con una sola voz contra la cultura de la impunidad, que permite que los periodistas pakistaníes sufran constantes ataques y que los agresores permanezcan impunes.

El exministro federal de Información y Radiodifusión, Javed Jabbar, aplaudió la creación de Editores por la Seguridad y remarcó: «en la actualidad, no solo los insurgentes atacan la libertad de prensa y a los periodistas en este país. Las entidades políticas, religiosas, étnicas y policiales también lo hacen».

En 2015, Pakistán figuró en el lugar 159, entre 180 países contemplados en la Clasificación Mundial de Libertad de Prensa, publicado por Reporteros Sin Fronteras (RSF).

Este país ha sido un «estado de la primera línea» durante casi cuatro décadas, lo que polarizó a la sociedad y afectó la sensación de seguridad de la población. La guerra en Afganistán hizo que las zonas fronterizas, como las provincias de Jiber Pajtunjwa, Balochistán y las nororientales áreas tribales, sean de las más peligrosas para ejercer el periodismo.

La libertad de expresión en este país, y en particular en la región nororiental, asediada por el terrorismo, se deterioró en los últimos años, en parte debido a que los grupos extremistas amenazan a los periodistas que tratan de ejercer su profesión.

Los combatientes extremistas religiosos persiguen a la prensa porque consideran que no respetan su religión y la perjudican con el pretexto de la libertad de expresión.

El 28 de marzo de 2014, el presentador de televisión Raza Rumi, también bloguero y aclamado analista político y de seguridad en Pakistán, se salvó por poco de un ataque de hombres armados que abrieron fuego contra su automóvil, aunque sí murió su chófer, Mustafa.

Rumi decidió mudarse a Estados Unidos poco después del atentado, propiciado por sus posiciones liberales en materia de política, sociedad, cultura, insurgencia, derechos humanos y persecución de minorías religiosas.

El 30 de noviembre del año pasado, un periodista y otros tres trabajadores de Din Media, con sede en Lahore, y que tiene un canal de televisión y un diario en urdu, fueron asesinados por unos desconocidos que lanzaron una granada contra su oficina en esa ciudad, la capital de Punyab y la segunda más poblada del país con 20 millones de personas.

El atentado generó protestas de periodistas en todo el país. El primer ministro se comprometió a llevar ante la justicia a los responsables del ataque y a mejorar las medidas de seguridad en las oficinas de los medios de comunicación y para los profesionales.

Afzal Butt, presidente de la Unión Federal de Periodistas de Pakistán (PFUJ, en inglés) dijo a IPS: «Transmitimos la profunda preocupación de la comunidad de la prensa en relación con el deterioro de la libertad de prensa al primer ministro y a los ministros de información federal y provinciales».

«También les recordamos su compromiso de proteger la vida de los periodistas y la libertad de expresión en este país. Pero cayó en oídos sordos», se lamentó Butt.

Organizaciones internacionales, como el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) y RSF, a menudo denuncian la situación en sus informes anuales.

Alrededor de 57 periodistas fueron asesinados en el ejercicio de su profesión entre 1992 y 2015, cientos más sufren acosos, torturas y secuestros, según los últimos datos de CPJ, con sede en Nueva York.

En en su informe de 2015, CPJ ubicó a Pakistán en el lugar seis entre los países más peligrosos para los periodistas.

Pakistán se ubica en el lugar nueve entre 180 países que figuran en el Índice Global de Impunidad, de CPJ, que señala los estados donde se asesinan periodistas y los responsables permanecen impunes.

«Las amenazas, los ataques y los asesinatos de periodistas en Pakistán son una clara demostración de la gravedad de cómo ha degenerado la situación por la creciente cultura de impunidad», subrayó Mazhar Abbas, exsubdirector de Ary News TV, en la sureña ciudad de Karachi, y conocido defensor de la libertad de prensa.

La buena noticia es que este país ha tomado algunas medidas para hacer frente a la impunidad mediante acciones legales y la institucionalización de mecanismos para atender el problema.

Por ejemplo, dos detenciones y condenas sonadas aportaron cierto alivio a las familias afectadas por el asesinato de los periodistas de televisión Wali Jan Babar, muerto en 2011, en Karachi, y Ayub Jattak, quien corrió la misma suerte en el distrito de Karak, en la conflictiva provincia de Jiber Pajtunjwa.

Los casos avanzaron gracias a los esfuerzos incansables de las familias de las víctimas, los sindicatos de la prensa y la presión de organizaciones de la sociedad civil con la cooperación del gobierno y la justicia, destacó el secretario general de PFUJ, Jursheed Abbasi.

La comisión judicial creada para investigar el intento de asesinato del conocido periodista de televisión Hamid Mir, vinculado a Geo News TV, de Islamabad, forma parte de ese movimiento.

Asimismo, en abril de 2015, el gobierno de Balochistán anunció la creación de dos tribunales para investigar seis casos de periodistas asesinados entre 2011 y el año pasado.

Otro acontecimiento positivo ocurrió el 9 de marzo de 2015, cuando la Alta Corte de Islamabad confirmó la condena contra Mumtaz Qadri, asesino del editor Salman Taseer, del diario en inglés Daily Times, bajo el artículo 302 del Código Penal de Pakistán.

Qadri, su guardia de seguridad en Islamabad en enero de 2010, asesinó a Taseer, quien entonces era gobernador de Punyab.

«La prensa libre es un cimiento fundamental para una democracia sostenible y efectiva. Todo esfuerzo para coartarla no hará más que debilitar a la democracia y a las instituciones democráticas», alertó el periodista y legislador Mushahid Hussain Syed.

Los dirigentes políticos deben darse cuenta de que apoyar iniciativas que defienden la libertad de prensa a todo nivel terminará por beneficiar a las propias autoridades políticas, acotó.

Traducido por Verónica Firme

Publicado inicialmente en IPS Noticias

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