Como saben aborrezco a las hormigas que destruyen mi jardín, se atragantan con mis flores y merodean en mi cocina buscando delicias.
Pese a eso, de cuando en cuando escribo sobre ellas por los beneficios que proporcionan a los seres humanos y porque en muchos experimentos, sobre todo los que requieren acciones en grupo, han mostrado ser más listas que nosotros.
Según los científicos, hormigas y personas tenemos comportamientos colectivos muy semejantes; es raro ver a una o uno solo, porque somos muy sociables y las únicas criaturas que cooperamos unos con otros al transportar grandes cargas.
Y según una nota de Francisco Martín León para Meteored España, publicada el 25 de diciembre pasado, el profesor Ofer Feinerman y su equipo del Instituto Weizmann de Ciencias hicieron un experimento en el que ejemplares de ambos grupos debían maniobrar dentro de un laberinto una carga en forma de T.
Y los resultados fueron tan sorprendentes, que los publicaron en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias, PNAS, porque arrojan nueva luz sobre la toma de decisiones en grupo y los pros y los contras de la cooperación y la acción individual.
Para permitir una comparación entre dos especies tan dispares, el equipo de investigación dirigido por Tabea Dreyer creó una versión real del «rompecabezas de los que mueven el piano» que dicen es un problema clásico de la planificación del movimiento para posibles formas de mover cosas grandes del punto A al punto B, en un entorno complejo.
Según informó el Instituto de Ciencias Weizmann[1], los investigadores crearon dos conjuntos de laberintos que diferían en tamaño, para adecuarse a las diferentes dimensiones de hormigas y humanos.
Y en lugar de un piano, hormigas y humanos recibieron una carga que debían mover en un espacio rectangular dividido en tres cámaras conectadas por dos ranuras estrechas.
Los competidores humanos fueron fáciles de conseguir, porque somos una especie competitiva.
Algo que las hormigas están lejos de ser, pero se unieron creyendo que la carga era un jugoso comestible al que estarían llevando a su nido y los científicos eligieron para su estudio a unas hormigas negras de unos tres milímetros de largo que son comunes en todo el mundo y se llaman Paratrechina longicornis, por sus largas antenas.
Se conocen también, como «hormigas locas» por su tendencia a correr de un lado a otro y enfrentaron el desafío del laberinto en tres combinaciones: una hormiga, un grupito de siete y otro de ochenta.
Los humanos lo hicieron también de tres maneras: una sola persona, un grupo de seis a nueve y un gran grupo de veintiséis y se les pidió sujetaran la carga únicamente por las asas: como hacen las hormigas.
Y que evitaran comunicarse y para mayor seguridad de que no ocurriera, se les dieron mascarillas quirúrgicas y gafas de sol para ocultar sus bocas y ojos; y se midió la fuerza de tracción aplicada por cada persona.
El experimento se repitió varias veces y se analizaron videos y datos con computadoras.
Resultando que las capacidades cognitivas de los humanos les dieron ventaja en el desafío individual y superaron a las hormigas.
Pero en el desafío grupal, fue completamente diferente; especialmente para los grupos mayores, porque las hormigas actuaron juntas de manera estratégica y demostraron tener una memoria colectiva que evitó errores repetidos, como sucedió a los humanos.
«Una colonia de hormigas es en realidad una familia», precisó Feinerman, añadiendo que las de un mismo hormiguero tienen intereses comunes y cooperan en todo.
«Nuestros hallazgos confirman, que las hormigas son más inteligentes que nosotros cuando actúan en grupo y que la ‘sabiduría de la multitud’ tan popular en las redes sociales, no se manifestó».
Casualmente todos estos descubrimientos, se están dando precisamente ahora que se ha puesto de moda comer insectos.
Y que la hormiga Chicatana originaria de México y que encantaba a nuestros antepasados, se ha vuelto producto gourmet porque es rica en proteínas, péptidos, antioxidantes, propiedades antibacterianas y aminoácidos que pueden actuar como hormonas.
Asegura una nota de El Universal, que dorada sabe a chocolate, pistaches y chicharrón y que en un famoso restaurante preparan una hamburguesa de hormiga.
Y yo, teniendo en el jardín cientos de miles que no dejo de matar, siendo que hay quien paga cincuenta dólares por un kilo y hasta más, si son de las voladoras que tanto molestan a las amigas con las que juego cartas los jueves y a las que voy a proponer pagar mis lotes con Chicatanas.