Hay vida después de los 60 aunque sea de humo
El postre de la alegría (Paulette), es una comedia social francesa que, en la estela de una serie de películas estrenadas a lo largo de 2013, coloca en primer plano a “los eterenos olvidados del séptimo arte” (los “mayores”), con dos actrices destacables, Bernadette Laffont (una de las musas de la nouvelle vague de los años 1960, fallecida a los 75 años el 25 de julio de 2013, en su penúltimo papel de los más de 110 largometrajes que interpretó, además de un buen número de cortos y series de televisión) y la española Carmen Maura, quien desde hace varios años tiene consolidado un espacio propio en los escenarios y las pantallas francesas.
Dos actrices de primera magnitud y poco más en una historia que suena a dejà vu, sobre la delincuencia de “los mayores”, sobre la precariedad que lleva a algunos mayores a buscar en la delincuencia una salida a sus penurias. Las “abuelitas traviesas” en este caso se dedican a vender costo en los conflictivos suburbios de París. Un melodrama social con muchos tintes de comedia realista (neorrealista) italiana, estrenada el 31 de octubre de 2013 en las salas españolas.
Paulette, que vive en un suburbio de viviendas subvencionadas “es vieja, viuda, amargada, un bicho y además racista, naturalmente”. Malvive con una exigua pensión y lo que encuentra en los contenedores del mercado. Atormentada por su decadencia se dedica a putear a su yerno, policía municipal negro, y a su nieto mulato. Un día que está buscando en los contenedores de basura le cae literalmente del cielo un paquete de haschich con el que empieza a trapichear –más mal que bien-, conoce a los traficantes del barrio que manejan cantidades mayores de droga y surten a los vendedores de las esquinas, y termina siendo “la reina de los pasteles” horneados con hierba.
El problema es que hemos visto antes varias series estadounidenses –incluso de animación- con el mismo, o similar, argumento. Con el mismo empeño que en esos precedentes, las actrices que encarnan a esas encantadoras abuelas “malvadas” convertidas al trapicheo de cannabis para cubrir las necesidades y algunos pequeños lujos, para los que no alcanza la pensión, hacen lo que mejor saben para convertir un guión previsible, lleno de tópicos, plano y sin ninguna gracia en hora y media de comedia sana, un poco caótica hay que decirlo, “tan desigual como ilegal” (crítica de Positif). El hecho de que la película se haya inspirado en un suceso real de la crónica negra no añade ningún valor al resultado. Si “la vejez es un naufragio” –que parece ser el mensaje dominante- Paulette y sus amigas “no consiguen evitar los escollos”.
Realizada por Jerôme Enrico (actor, guionista y hasta ahora autor de cortos y series) , e interpretada por Laffont, Maura, y otras dos amigas del barrio de viviendas sociales donde transcurren los días de su jubilación, todo termina como en los cuentos de hadas: la abuela cambiará la xenofobia por cariño al nieto y al yerno y la “banda de las cuatro” jubiladas se llevará a Amsterdam el negocio de la alegre pastelería, ahora a lo grande en un auténtico salón de té con veladores de mármol y lazos en el escaparate…