El PP quiere perder a toda costa

Todo cuanto ocurrió con el PP de Rajoy el pasado miércoles -compañeros que se avergüenzan de su militancia (según Montoro), dimisiones varias- podría significar, una vez más, que para perder el poder político en España no hace falta que el partido opositor haga méritos para superar al partido en el Gobierno, sino que el partido en el Gobierno haga todo lo posible para culminar una legislatura nefasta con una traca de despropósitos al finalizar el mandato.

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Mariano Rajoy, por Marisa Babiano

Ocurrió en 2004 con el bochorno histórico de las mentiras en torno a los atentados del 11-M y sucedió asimismo tras la segunda y lamentable legislatura de Zapatero. Ahora, con Rajoy, y luego de la etapa de mayores recortes en derechos y libertades, don Mariano está empeñado en superarse desfachatadamente como jefe del Gobierno haciendo uso del Congreso de los Diputados para una francachela triunfalista de su partido, donde además del grifo de cerveza y los canapés de cerdo ibérico se exhibió un vídeo que flaco favor le hará al Partido Popular.

Equiparar a España con un enfermo de gravedad al que un barbado cirujano salva en última instancia es, aparte de un plagio cuyo origen está en la República Dominicana -tal como ocurrió con aquella ridícula niña de Rajoy, original también de no sé qué partido de un país centroamericano-, todo un alarde de desvergüenza por parte de un gobierno que se ha caracterizado por una aplicación drástica de recortes en la sanidad pública. Hasta diez mil millones, en total, desde 2009, si se incluyen dos años de la anterior legislatura.

Tengo la impresión de que la podredumbre de la corrupción, que tanto ha afectado al partido en el Gobierno, ha llegado a perturbar la capacidad de inteligencia de sus ideólogos propagandísticos, como si los mefíticos vapores de tanta trama y tanto trapicheo durante un periodo cada vez más dilatadado en el tiempo hubieran acabado por dejarlos sonados o cautivos de una ineptitud absoluta.

Cualquiera día de estos, además, el nuevo diario de Pedro J Ramírez (El Español) puede dar la puntilla a un partido incapaz de percibir en su abotargada decadencia que no se puede utilizar el Congreso de los Diputados para tirar jarras de cerveza y masticar canapés varios, mientras los partícipes se hacen unas cuantas pajillas a base de autopropaganda plagiada y desbordante de hipocresía sobre una materia tan delicada y recortada como la sanidad pública.

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