El síndrome del emperador: el niño que crece con todo

Llegan las navidades y nunca existe un no por respuesta. El niño crece sabiendo que no solo vendrá Santa Claus a su casa, sino los Reyes Magos que obviamente le traerán regalos. Esto que aparentemente es una obviedad, ha generado y genera, el síndrome del emperador; niños tiranos que todo lo exigen y por supuesto, todo lo tienen cuando existe un grito, una rabieta o una exigencia.

Esto que pudo haber comenzado con la mejor de las intenciones, ha generado una sociedad perversa en la que los menores maltratan a los padres y los culpabilizan de todo cuanto no tienen, porque nada les satisface y siempre quieren más.

El pequeño tirano se erigió en jefe, cuando su comportamiento fue alimentado por sus progenitores durante los cumpleaños; por haber aprobado una asignatura o por el mero hecho de terminar un curso. No digamos si además, llegados a las navidades exigieron y les trajeron toda la lista de regalos que pidieron. Niños sin un no por respuesta; en definitiva, adolescentes y posteriormente adultos que no han conocido la frustración por respuesta.

Los límites y las reglas nunca fueron claras y en ese escenario se fue organizando la psiqué del menor. Desde llamar la atención pasando por controlar todo, los niños nacidos para ser emperadores son quienes permiten a los padres determinadas acciones.

Niños que desafían, contestan, son rápidos en cuanto a la deducción y su pensamiento justifica que son personas inteligentes. Estos que crecen siendo posteriormente adolescentes exigentes y sin valores, pueden llegar a ser agresivos y violentos con sus respectivas parejas porque ya lo fueron con sus padres.

La confusión arranca del modelo padre-amigo-colega, en donde el menor es el que justifica sus actos y posteriormente conductas, sean buenas o malas. Estos niños malcriados nunca han conocido el no y guardan una relación directa con una importante carencia educacional. Los padres, confundidos, creen que se ganan al hijo con regalos y efectos personales a cambio de su obediencia para llevar a cabo la gestión del conflicto.

No aprender a diferenciar las reglas puede someter a los progenitores a un estado de ansiedad que acaba derivando en cierto miedo por evitar el enfado y claudican con compras.

El elemento esencial en el emperador-niño es la ausencia de conciencia dado que estos tienen dificultad para percibir las emociones, la compasión, la responsabilidad e incluso tener empatía con sus padres. A estos les hacen sentir la culpa e inmediatamente levantan el castigo y les piden perdón.

Aunque no sean mayores, acaban siendo los jefes de la tribu porque saben también que las normas no existen y la amenaza que han procurado, se convierte en una realidad cuando exigen que todo sea cuanto ellos dictan. Esta violencia contra los padres se ha constituido como modus operandi desde hace veinte años y ya son los padres los que llegan a denunciar al menor en la Fiscalía General del Estado Español.

¿Cuándo empezó todo esto? se llegan a preguntar los progenitores. La ausencia de roles, la falta de presencia de los padres; no estar nunca cuando ellos llegan del colegio, cuando tienen que hacer deberes, cuando tienen que jugar o bañarse, funciones aparentemente simples que pueden ser sustituidas por otra persona, sea quien sea, hace que exista ausencia de autoridad, que no se estrechen lazos afectivos desde la infancia y que la permisividad sea la carta con la que ambos juegan.

Esos hijos irresponsables, caprichosos y violentos son adultos vagos, sin conciencia social alguna y con una falta de educación básica porque no la han aprehendido. La gratificación inmediata, el hedonismo y el todo para mi, ahora, ha generado una sociedad que hoy intenta abrirse camino entre la falta de frustración y la falta de disciplina, sean cuales sean sus formas.

Empezar de nuevo, marcar los límites y pedir ayuda son el comienzo de una nueva relación que tendrá que enterrar a la anterior y procurará ser la forma de relación en el hogar. El diálogo, el debate y sobre todo, el no, debe ser el modus operandi. Normalmente, cuando se ha pasado la raya del respeto, difícilmente se retorna al principio, si bien es cierto, que cuando el menor alcanza la mayoría de edad, las cosas necesariamente son distintas porque los progenitores pueden poner otras normas sobre las cuales, construir una identidad posible hasta que ese joven adolescente, madure.

En todo caso, esos niños malcriados son adultos frágiles con problemas de autoestima sine die y sin una identidad clara de los roles; es decir, son padres también permisivos porque no conocen otro modelo.

Por otro lado, no saben querer ni quererse y tienen un peor manejo de la realidad sobre todo, porque tienen problemas sociales dado que exigen siempre y dan poco o nada a sus iguales. En definitiva, emperadores frustrados que no conocen los límites porque nunca les han negado nada y no alcanzan nunca a satisfacer sus propias necesidades cuando son adultos.

Ana De Luis Otero
PhD, Doctora C.C. Información - Periodista - Editora Adjunta de Periodistas en Español - Directora Prensa Social- Máster en Dirección Comercial y Marketing - Exdirectora del diario Qué Dicen - Divulgadora Científica - Profesora Universitaria C.C. de la Información - Fotógrafo - Comprometida con la Discapacidad y la Dependencia. Secretaria General del Consejo Español para la Discapacidad y Dependencia CEDDD.org Presidenta y Fundadora de D.O.C.E. (Discapacitados Otros Ciegos de España) (Baja Visión y enfermedades congénitas que causan Ceguera Legal) asociaciondoce.com - Miembro Consejo Asesor de la Fundación Juan José López-Ibor -fundacionlopezibor.es/quienes-somos/consejo-asesor - Miembro del Comité Asesor de Ética Asistencial Eulen Servicios Sociosanitarios - sociosanitarios.eulen.com/quienes-somos/comite-etica-asistencial - Miembro de The International Media Conferences on Human Rights (United Nations, Switzerland) - Libros: Coautora del libro El Cerebro Religioso junto a la Profesora María Inés López-Ibor. Editorial El País Colección Neurociencia y Psicología https://colecciones.elpais.com/literatura/62-neurociencia-psicologia.html / Autora del Libro Fotografía Social.- Editorial Anaya / Consultora de Comunicación Médica. www.consultoriadecomunicacion.com Actualmente escribo La makila de avellano (poemario) y una novela titulada La Sopa Boba. Contacto Periodistas en Español: [email protected]

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