En busca de un nuevo orden mundial

Roberto Cataldi[1]

En 1945 las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial impusieron un nuevo orden y nos fuimos acostumbrando al mismo durante las décadas de la «Guerra fría», llegando a considerar ese orden como algo normal, cuando en realidad tenía anomalías y serias desviaciones, aun así continuábamos con el camino trazado arbitrariamente por los poderosos y sus socios de aventura.

En nuestros días el orden político es complejo y difiere sustancialmente de aquel. Y creo que nunca tuvimos tanta conciencia de que el mundo está signado por transformaciones que son constantes, que generan tensiones entre los compromisos y los ideales.

Es evidente que hay cambios en todas partes y, algunos se preguntan ¿cuál será el nuevo orden mundial? Mientras tanto otros muestran indiferencia o quizá resignación porque saben que primero serán espectadores y luego víctimas, ya que deberán sufrir las consecuencias de lo que dispongan otros, a través del poder blando o de ser necesario mediante el poder duro.

Con la pandemia y ahora con el conflicto bélico en Ucrania que jaquea la globalización, ya no se sabe si los ideales y los principios no son más que ilusiones.

Putín se cree Pedro el Grande (ignora que pasaron unos siglos) y sus acólitos pretenden revivir a Stalin quien murió hace casi setenta años. Resurgen las «fuerzas timóticas»: el orgullo, la autoafirmación, el valor, la exigencia de justicia, la necesidad de ser respetado y tenido en cuenta, la dignidad y la indignación, también la guerra y la venganza.

Por su parte los líderes de Occidente tienen lo suyo y no pueden asumir el papel de las Carmelitas Descalzas. Debido al espionaje montado por Nixon a los demócratas, el Senado creó por votación unánime el Comité Watergate (entonces no hubo un solo voto en contra), y ante la inminencia del juicio político Nixon renunció en 1974: «He defraudado al pueblo americano y tendré que cargar con ese peso por el resto de mis días».

Trump fue mucho más lejos con los relatos de conspiraciones y fraude, su obsesión por no entregar el poder y, el asalto al Capitolio por una horda de seguidores no tuvo precedentes, pues, si Pence hubiera cedido habría habido un golpe de Estado. Hoy Trump sigue en campaña, su partido prefiere ignorar el proceder antidemocrático y millones de ciudadanos lo siguen… Los periodistas del Watergate, Woodwardy y Bernstein, dijeron que es «el primer presidente sedicioso de nuestra historia».

Con el atentado a las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001 por diecinueve terroristas, se comprobó que quince eran saudíes, pero a Bush no se le cruzó la idea de tomar represalias contra Arabia Saudita. Después de Afganistán se planteó tomar militarmente siete países en los siguientes cinco años: Irak, Siria, Líbano, Libia, Somalía, Sudán e Irán. Los resultados fueron estrepitosos. Bástenos la crisis de Afganistán donde hubo una clara incompetencia durante veinte años para construir una democracia y erradicar el terrorismo, con lo que Occidente perdió una gran oportunidad histórica.

Dicen que en la cumbre del G20 de 2019 en Osaka (Japón), Trump le habría advertido a Putín que se iba a mostrar un poco duro contra el ruso durante los minutos que estuviese frente a las cámaras de TV. Por su parte, Vladimir habría seleccionado como traductores hermosas mujeres para distraer al mitómano estadounidense.

El año pasado Bernie Sanders sostenía que una de las grandes crisis que afronta la democracia de los Estados Unidos es el poder de la clase multimillonaria sobre la política, y que el Congreso debería tener el coraje de enfrentarlos y luchar por sus electores, no por sus contribuyentes de campaña multimillonarios. Pero en el resto del mundo las cosas no estarían mejor, incluso hay regiones que son un infierno.

Lo cierto es que la verdad está en franco retroceso, la opinión pública es manipulada por las fake news, y las cosas no se ven claras. El cambio es tan profundo y veloz que la gente no sabe a qué atenerse. Se fusiona lo privado y lo público, lo íntimo y lo político, lo físico y lo virtual, y en este Siglo veintiuno todo se construye con imágenes y datos.

El ser humano ante la incertidumbre y la desesperación suele buscar refugio espiritual, contención emocional. Algunos señalan las nuevas formas de expresar y concebir la religión y la espiritualidad, así como de manifestar la fe. Mucha gente parece buscar con denuedo una relación que sea personal y directa con Dios, sin intermediarios, no quiere interferencias. Recrudece el conflicto entre la ciencia y la fe, también entre la ciencia y la ética.

Y hay una cierta inquietud frente a la toma de decisiones morales y éticas que antes procuraba resolver el dogma. Cambian los valores y las conductas que más se alejan de las tesituras religiosas clásicas o tradicionales son las de la sexualidad, como la organización de la vida familiar, los derechos LGBTQ, entre otras cuestiones.

El tema laboral es uno de los nudos gordianos en todas las sociedades. La vida nos ha metido en un espiral de ocupaciones donde no existe un momento en que tengamos la mente en blanco, pues, no podemos estar sin pensar en nada y sin hacer nada. Al menos eso nos sucede a los que todavía estamos dentro del sistema.

Con la pandemia disminuyó la contaminación acústica. Menos ruido social y, durante la cuarentena, nos invadió un silencio sepulcral, un silencio impuesto, no buscado. En mi caso, confieso que el silencio es una invitación a pensar de manera libre, por fuera de mi tribu, aunque reconozco que también puedo pensar en un ambiente bullicioso.

Para los gurúes el nuevo panorama será el de los mundos híbridos del metaverso, la web descentralizada, las criptomonedas, donde el rasgo fundamental es que lo virtual se entremezcla con lo real, y vaticinan que cambiará todo por completo.

En fin, tengo serias dudas. Es cierto que se desdibujan los límites del espacio físico, la aplicación de las leyes de la física, y tampoco las identidades son las del mundo sin conexión (offline). Dicen que cambiará la forma en que la gente interactúa, se capacita, aprende y educa, pero sobre todo la forma de hacer dinero, allí veo el eje central de la movida.

La extorsión en clave política, las operaciones militares que arrasan con vidas humanas y ciudades, las promesas que jamás se cumplirán, el escarmiento a los opositores, el asedio a la comprensión de los ciudadanos con noticias y narraciones apócrifas, el hambre con la turbación mental y el pánico, son todas herramientas sobre las que se diseña un orden, que no dudo seguirá siendo injusto e inhumano, ya que lo único que cuenta son las ambiciones y los intereses de los que poseen más fuerza destructiva.

Vivimos en medio de conflictos irresueltos que por el paso del tiempo se naturalizan. En efecto, hoy vemos sectores de la población que están contrariados y con emociones contenidas, y esto resulta muy peligroso porque un día pueden explotar.

Los científicos al servicio del poder de turno, seleccionan datos científicos para apoyar la teoría que justifique la toma de decisión, revelando deshonestidad intelectual.

Se toman decisiones que afectan a las sociedades en su conjunto ignorando los cambios de humor, las expectativas, los hábitos, las necesidades. Sería importante saber qué es lo que debemos cambiar para que este planeta sea habitable para los seres humanos.

  1. Roberto Miguel Cataldi Amatriain es médico de profesión y ensayista cultivador de humanidades, para cuyo desarrollo creó junto a su familia la Fundación Internacional Cataldi Amatriain (FICA)

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