La Fundéu señala que el término refugiado se aplica al que huye por un conflicto o por persecución política, por lo que no equivale a inmigrante, que es cualquier persona que llega a un país para fijar su residencia en él.
En las noticias sobre la crisis que vive Europa con relación a la llegada masiva de personas procedentes de África y de Asia se encuentran ejemplos como los siguientes: «La Guardia Costera griega rescata a más de 700 inmigrantes en 48 horas», «Una crisis de inmigrantes sin precedentes obliga a la UE a buscar respuestas» y «Merkel y Rajoy preparan juntos la cumbre de los refugiados».
Como criterio general y según las definiciones del Diccionario académico, inmigrante es un término que incluye a todos aquellos que inmigran, es decir, que llegan a un país para establecerse en él; también puede hablarse de emigrante, si el punto de vista es el del país de salida, o migrante, que incluye a ambos y es más frecuente en el español de América.
Desde un punto de vista lingüístico, y con independencia de la definición precisa establecida en derecho internacional, un refugiado es aquel que ‘se ve obligado a buscar refugio fuera de su país a consecuencia de guerra, revoluciones o persecuciones políticas’.
Dado que no todos los refugiados buscan establecerse en otro país, sino que solo huyen por su propia seguridad, a menudo de modo temporal como se aprecia en los casos donde la protección la han encontrado en un campamento fronterizo con el país en conflicto, es impropio llamarlos inmigrantes. En la actual crisis de la Unión Europea hay claros indicios de que este desplazamiento obedece a una guerra y a la persecución política, por lo que lo preciso en los ejemplos anteriores había sido optar por refugiados.