Nuestro idioma de cada día
Siguen profundamente dormidos los presentadores, publicitarios y hasta los políticos, hablando de gran variedad de temas en que figura Morfeo como especie de ente supervisor y ultravigilante del acontecer humano.
Emilio Bernal-Labrada
EL ACTA DEL SUEÑO. Vale la pena volver sobre el Dream Act, de muy loables intenciones por cierto, pero que no es ni acta, ni ley, ni corresponde llamarle «del sueño». Hasta ahora, lamentablemente para los jóvenes que se han criado en Estados Unidos y quieren permanecer en lo que viene a ser su tierra, se trata de un PROYECTO DE LEY. Y en cuanto a la segunda parte de la frase, será en todo caso «el proyecto de ley soñado» o bien «de ensueño». Los beneficiados por la iniciativa podrían ser, entonces, los estudiantes o jóvenes soñadores. Pero nada, los proponentes siguen dormidos, en más de un sentido.
Levántese ACTA —es decir, constancia escrita— y promuévase mediante un «ACTA» —o sea proclamación pública— para darlo a conocer y conseguir que se convierta en LEY.
«SUEÑO» PUBLICITARIO. Hay un anuncio que refuerza la «disparatería» relativa al sueño con este singular desatino: «[A ver si logras] ese sueño que has imaginado por años». Que los sueños sean producto de la imaginación no se discute, pero son más bien de origen subconsciente e incoherentes, absurdos. Son muy distintas las cosas con que soñamos despiertos y se califican más precisamente así: «DE ENSUEÑO».
Bueno, ese vuelo imaginario que hemos acariciado largo tiempo podría explicarse mejor con otras palabras: por ejemplo, «TU ENSUEÑO DORADO», «TU ENSUEÑO DE TODA LA VIDA» o tal vez «TU SUEÑO ANHELADO».
OTROS SUEÑOS. Ahora que ha pasado el día feriado recordamos a los señores presentadores que no se llama «Día del Trabajo». ¿Cómo va a ser, si es lo contrario: la jornada SIN trabajo, de descanso? No señores, se llama «Día de los TRABAJADORES.
Claro que están roncando a pierna suelta cuando nos hablan de «misiles de CRUCERO». Como por regla general los nombres propios no se traducen, el nombre es «misiles Cruise». Si no, la pistola marca «Colt» se llamaría «Potrico». Dejen, pues, de DESPOTRICAR.
Pasemos del mundo de los sueños al de la realidad y pensemos en NEOLOGISMOS ÚTILES.
EL «REALITY SHOW». No se justifica tal préstamo de la terminología anglo, que además es totalmente falso puesto que los programas así calificados no corresponden a la realidad sino a un libreto previamente confeccionado y dirigido como cualquier otra producción televisiva. Se trata de presentaciones pretensiosas, en el sentido de que pretenden, aspiran a ser lo que no son.
Luego entonces bautizarlos con «programa de realidad» es otro disparate que falsifica y contradice la verdad del caso. Podríamos proponer el neologismo «programa realitario», o bien acuñar uno más preciso, pues son de creación fundamentalmente televisiva: «programa TELERREALITARIO. No creo que a ningún hispanohablante del mundo se le escape el significado de un término tan expresivo.
DE SEGURIDAD. Es obvio que nuestro idioma ya necesita un adjetivo que reemplace el sintagma «de seguridad», que resulta incómodo en el discurso cuando ya sobran las instancias prepositivas con de: por ejemplo, «los problemas DE seguridad DE los gobiernos DE los países DEL Hemisferio». Si de partido proviene partidario, de comisión, comisario, de vecindad, vecindario, etc., nada impide que creemos SEGURITARIO. Es de claro significado, expresivo y útil, y cabría abrirle un lugar en nuestro vocabulario.
Por ejemplo: los programas SEGURITARIOS, cada vez más rigurosos y omnipresentes, contribuyen a protegernos del terrorismo.
Esperemos que no haga falta un ACTA para despertarnos del SUEÑO (de esos con ronquidos de aserradero) inducido por programas TELERREALITARIOS que, ajenos a la realidad, falsean lo SEGURITARIO en nuestra vida pública y lingüística.