En su caída, el rublo expulsa de Rusia a trabajadores inmigrantes

Sardor Abdullayev, un obrero de la construcción oriundo del este de Uzbekistán, pensaba ir a Rusia en los primeros meses de 2015 para reunirse con parientes que trabajan como obreros de la construcción en Samara, una ciudad sobre el río Volga. Pero ahora «me irá mejor si me quedo en casa y conduzco un taxi», asegura.

Los trabajadores migrantes viajan en un autobús por el norte de Kazajstán mayo 2014 en su camino para encontrar un empleo en Rusia. A medida que el valor del rublo ruso sigue cayendo, los trabajadores migrantes de Asia Central dicen que están menos inclinados a trabajar en Rusia. Foto: Konstantin Salomatin

Según informan los corresponsales de Eurasianet, a medida que el valor del rublo se desploma y la economía de Rusia cae en recesión también se reducen los salarios reales de millones de inmigrantes de Asia central. Como si fuera poco, las autoridades rusas adoptaron normas que implican costos adicionales para los extranjeros que deseen trabajar legalmente en el país.

Algunos inmigrantes uzbekos en Rusia dicen que piensan volver a su país. El embajador ruso en Uzbekistán informó que hay cerca de tres millones de inmigrantes laborales uzbekos en territorio ruso, el máximo de cualquier país de Asia central. Otros calculan que el número real podría duplicar esa cifra.

Tanta cantidad de repatriados podría tener ramificaciones inciertas para el empobrecido Uzbekistán, cuya población asciende a 30 millones de habitantes.

Según estimaciones no oficiales, las remesas que esos inmigrantes enviaron a sus familias en 2013 representaron aproximadamente 25 por ciento del producto interno bruto de Uzbekistán. Kirguistán y Tayikistán son aún más dependientes de los trabajadores migrantes, ya que sus remesas equivalen aproximadamente a 30 y 50 por ciento de sus economías, respectivamente.

Pero datos del Banco Central de Rusia revelan que los fondos que los uzbekos envían a sus familiares descendieron nueve por ciento durante el tercer trimestre de 2014. Los analistas predicen que la caída continuará. El diario ruso Kommersant calcula que las remesas cayeron 35 por ciento solo en el mes de octubre.

Eso fue antes de que el rublo, que descendió constantemente desde que las tropas rusas anexaran Crimea en febrero, cayera en picado a principios de diciembre. Debido a las sanciones occidentales por esa intervención militar, al bajo precio del petróleo y a las debilidades sistémicas del capitalismo clientelista del presidente Vladimir Putin, la moneda perdió aproximadamente 50 por ciento de su valor frente al dólar este año.

La mayoría de los inmigrantes convierten sus rublos a dólares para enviarlos a casa.

«Mi sueldo era de 18.000 rublos al mes, lo que hace varios meses equivalía a 500 dólares. Ahora no llega a los 300 dólares», señaló Sherzod, de 29 años y oriundo del valle de Ferghana, quien trabajaba en una tienda en Samara.

Sherzod regresó a Uzbekistán en noviembre y no tiene la intención de volver a Rusia. «El salario es muy bajo», explicó.

Pero no solo hay que tomar en cuenta el salario. A partir del 1 de enero, Rusia exigirá a los trabajadores inmigrantes pruebas de lengua, historia y legislación rusas, además de someterlos a un examen médico y obligarlos a comprar un seguro de salud. En total, el paquete de medidas tendría un costo individual de hasta 30.000 rublos, que en la actualidad ascienden a unos 500 dólares, según algunas versiones.

El gobierno de la ciudad de Moscú triplicó con creces la tasa para adquirir un permiso de trabajo, de 1200 a 4000 rublos mensuales, que actualmente equivalen a unos 64 dólares.

El nuevo régimen legal no afectará a los ciudadanos de países que son miembros de la Unión Económica Euroasiática, que entrará en vigor el 1 de enero. Ese es un incentivo, algunos dirían presión, para que los países de origen de la inmigración, como Tayikistán y Uzbekistán, se incorporen al bloque. Kirguistán tiene previsto unirse a principios de 2015.

Ante la caída de sus ingresos reales los uzbekos que trabajan en Rusia se enfrentan a un dilema, destacó Sherzod, el obrero de Uzbekistán. Miles están ansiosos por volver a casa, pero muchos no tienen el dinero para comprar el billete de vuelta. Otros se preocupan porque en sus pueblos nativos los vean como fracasados, dijo.

Un líder de la comunidad de inmigrantes, citado por los medios de comunicación rusos, pronostica que la normativa nueva, junto con el rublo en caída, hará que 25 por ciento de los migrantes abandonen Rusia en los próximos meses.

Ahora que ingresan menos dólares a Uzbekistán, el som uzbeko cayó un 15 por ciento frente al dólar en el mercado negro, según varios propietarios de comercios en Ferghana entrevistados por EurasiaNet.org. En el mercado oficial el descenso fue de 11 por ciento.

A pesar de las repercusiones económicas de Rusia, las autoridades uzbekas siguen favorables a hacer negocios con Moscú. Durante una visita a Tashkent el 10 de diciembre, Putin canceló la mayor parte de la deuda de 890 millones de dólares de Uzbekistán. Ese acuerdo allanó el camino para más préstamos del Kremlin. No se sabe qué prometió a cambio el presidente uzbeko Islam Karimov.

Las autoridades y empresarios de Uzbekistán afirman que están preparados para manejar las consecuencias económicas y el gran número de migrantes que regresan.

«Tenemos numerosos proyectos de construcción de regeneración urbana patrocinados por el Estado en todo el país. Se podría decir que todo Uzbekistán es una enorme obra en construcción. Así que si los migrantes regresan, muchos de ellos encontrarán trabajo», afirmó Nazirjan, un exfuncionario que ahora dirige una empresa de construcción privada en el valle de Ferghana, con la condición de que su apellido se mantuviera en reserva.

El 15 de diciembre, el presidente Karimov firmó un decreto que aumentó el salario de los empleados públicos un 10 por ciento. Sin embargo, el regreso de decenas de miles de trabajadores migrantes y la perspectiva de que se sumen al gran número de desempleados en el país genera nerviosismo entre algunos funcionarios.

«El SNB», los servicios de seguridad antes conocidos como KGB, «ordenaron a las autoridades locales y a los comités de barrio que creen listas de los trabajadores migrantes que regresan de Rusia. La llegada de inmigrantes por lo general aumenta la tasa delictiva, y las autoridades locales recibieron instrucciones de estar más atentas», aseguró un profesor de enseñanza secundaria en el valle de Ferghana.

Este artículo apareció

  • Editado por Kitty Stapp / Traducido por Álvaro Queiruga
  • Publicado originalmente en EurasiaNet.org.
  • Distribuido por IPS Noticias

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