El enfoque respecto de lo que hacemos en nuestras vidas, acerca de aquello que controlamos, o de otras cuestiones que nos vienen perfiladas externamente, es fundamental para los resultados que elucubramos, anhelamos, o fomentamos. La perspectiva es todo. Según la mirada, así los interpretamos, e incluso así acontecen.
Los juicios, los pareceres, en relación a lo que desarrollamos o que nos viene regalado, como decimos, son esenciales para que las cuestiones que nos proporcionan enteramente, verdaderamente, paz y armonía contribuyan con los beneficios que tan estupendamente nos aparecen y ansiamos.
Hablamos de que el cristal es definitivo para cotejar lo que estamos vislumbrando. Lo es para saber lo que se lleva a cabo desde un margen de equilibrio. El sosiego crece desde el mismo instante en el que no estamos escorados hacia los excesos que, con el paso del tiempo, no son buenos. Podrían serlo, y no siempre, temporalmente.
Escribamos, por ende, sin darnos apuestas inútiles. Propiciemos, sí, el sino que buscamos aunque a veces los plazos nos trastoquen un tanto. Las dificultades, siendo como son evidentes cuando nos referimos a episodios de patologías más o menos relevantes, están, en todos los supuestos, para ser sobrellevadas y hasta superadas.
Nos hemos de aportar, ante cualquier avatar, criterios racionales, es decir, hemos de fomentar caricias y deseos, mente y espíritu, desde la afición más recta por experimentar la solidaridad (fundamentalmente con uno mismo) como base de lo que somos capaces y seremos.
Nos calibraremos, como consejo, desde la emoción más cariñosa. Nos amaremos con reformas que nos permitan entender que la voluntad es todo para superar obstáculos y caminos torcidos.
La vida admite planes y juegos, pero, sobre todo, lo que precisa es que asumamos que es como es sin esperar más de la cuenta. Rectificar es de sabios; obsesionarse es otra cosa.
Soñemos, consecuentemente, con diversiones, con alegría, con el contento más elocuente, con la destreza de años de movimientos hacia un océano de sensaciones en las que los criterios salubres han de rodear la antropología más auténtica.
Sustentar ideales
No hay escondites: no los necesitamos cuando estamos a cubierto con los ideales de lealtad. No consintamos que las premisas de otros nos hagan no ponderar lo que poseemos, que son años de historia. Nos ubicaremos, desde la humildad, en la consideración más fuerte de que querer es poder.
La intuición y el análisis se han de unir para demostrar que lo humano es la medida de todas las cosas, en esta ocasión en la cercanía de la gesta cotidiana, que se ha saborear con enjundia.
Lo necesario (no lo olvidemos) cabe en una bolsa pequeña que ha de estar sumada a un corazón grande. Los sentimientos positivos son las raíces para un porvenir que alivia porque huye, con esa compostura, de la desazón y de los enfrentamientos. La amistad nos fecunda con las señales más generosas.
La música reporta acordes con los que incrementar los aires que nos deben abonar la dicha de vivir. Los sonidos supremos surgen de los óptimos ejemplos. No son fáciles de ejercer y de laborar, pero los hemos de expandir todos los días. Las respuestas están en las oportunas preguntas.