Las Kellys o camareras de piso, acrónimo que significa «las que limpian», han pasado de ser invisibles a luchar por la explotación laboral a la que se ven sometidas. Enfermedades musculares u ostearticulares por la sobrecarga y el exceso de trabajo que cada día realizan en los hoteles en todo el país.
La lucha comenzó en las islas Canarias pero la asociación que han constituido reclama derechos y evitar la esclavitud, que es a la que están sometidas. Grandes cadenas que crecen y se enriquecen con el negocio del turismo pero su situación laboral no solo no mejora sino que cada vez es más exigente. Asimismo denuncian el acoso laboral al que se ven sometidas además de la subcontratación a través de empresas de trabajo temporal, conocidas por ETT.
Trabajadoras pobres que no pueden conciliar la vida familiar porque a la mínima las echan. Sueldos míseros y contratos basura, son los que sumados al exceso de horas de trabajo y a la atención que deben procurar cada día, padezcan una explotación laboral que roza en la esclavitud según afirma la portavoz de las Kellys, Myriam Barros.
Trabajos que solamente son de las mujeres dado que el 77 % son empleadas del sector de la limpieza y el 23 restante se encarga de cristales, puertas u otras tareas. Según los datos de la estadística de las ETT, la hosteleria es el cuarto sector económico con más contratos temporales. Ellas piden en su manifiesto, tener derechos y cambios necesarios en el sector hotelero, entre los que incluyen la jubilación anticipada, pensiones decentes, reconocimiento de su trabajo, al que califican de penos; reconocimiento de las enfermedades profesionales y la no externalización además de la modificación del artículo 42 del Estatuto de las trabajadores. En él reclaman que se les garantice la igualdad de contratación y la incorporación a la misma de la ley Kelly, para impedir la cesión ilegal de trabajadoras.
A estas exigencias les suman que sea el propio INEM el que tramite sus contratos y que exista un blindaje de los convenios de hostelería, con inspecciones aleatorias, castigo a los expedientes irregulares, etc. Asimismo exigen el cumplimiento de la ley de prevención de riesgos laborales en coordinación con la ley de actividades empresariales por las enfermedades derivadas del exceso de trabajo y peso que cada día soportan llevando y trayendo carros, ropa sucia, bolsas, etc.
La lucha de las Kellys no ha hecho nada más que empezar en el país en donde el turismo sigue siendo la primera fuente de ingresos. Ellos ganan, pero nosotras asociándonos, también, añaden.