Fátima y el miedo de las mujeres en México

Teresa Gurza¹

Se acerca el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, con la condena a veintinueve años de prisión del productor de cine Harvey Weinstein, cuyos abusos detonaron el #MeToo y el inicio de una posible revolución femenina que pudiera cambiar muchas cosas.

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En México, mientras López Obrador “moraliza” al país y se pelea con las feministas que dice se oponen a los cambios espirituales que persigue, se incrementan los asesinatos contra niñas y jóvenes; crímenes que el Presidente piensa, son “el fruto podrido del egoísmo y de la acumulación de bienes en unas cuantas manos».

Con esa visión desde el poder, seguirán angustiándonos sin remedio las historias de Fátima, Ingrid, Joselin, Valeria, Arlet, Evelyn, Kimberly, Nancy, Jaquelin, Graciela, Gatziella, Gaby, Yesica, Jimena, Paola, Berenice, Mar, Marbella, Camila y otras 3820 mujeres asesinadas en menos de un año; más de diez al día.

Y continuará la impunidad, porque no todos los asesinatos se denuncian y de los que sí, solo uno de cada cinco se cataloga como feminicidio, apenas tres de cien culpables son condenados y, según la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, hay seis mil carpetas sin investigar.

Dicen las estadísticas que la mayoría de las mexicanas, casi siete de cada diez, hemos pasado en mayor o menor grado, por situaciones familiares de violencia.

A varias, el terror las ha llevado a cometer actos inexplicables de no mediar un miedo mayúsculo.

No pretendo exculparlas, pero puedo imaginar el pavor de Giovana, asesina de Fátima, ante las amenazas del marido de violar a sus hijas si no le llevaba una niña para hacerla su novia.

Y el de la señora de Saltillo, tan temerosa de la ira de su esposo que al percatarse de que su hijita había muerto, la metió en una bolsa, la tiró en un baldío y fingió que se la habían robado, porque “sabía que me iba a echar la culpa”.

Cuando son el terror y el chantaje, y no el amor, la empatía y la confianza los que rigen una sociedad, o a gran parte de una sociedad, es imposible que familias y comunidades funcionen bien.

Estos días hemos visto también los injustificables miedos de empresarios agachones ante el gobierno; y los de autoridades que dicen cualquier despropósito, para evitar ser censuradas o destituidas.

Para no reconocer la falta de resultados en el caso de Fátima, la fiscal de la Ciudad de México, Ernestina Godoy, desenterró expedientes del DIF que debieran ser privados y acusó a la familia de conflictiva y a la madre de loca.

Y ya con los responsables presos, Claudia Sheinbaum y sus empleados atribuyeron la detención a labores de inteligencia de varias policías, a sabiendas de que fue por la valiente denuncia de la tía que los había ayudado.

Conductas que compiten en vergüenza con la de oportunistas surgidos alrededor del asesinato de una niña que, viva, fue por todos ignorada:

  • Yeidckol Polevnsky, aún Presidenta de Morena, declaró “es falso el incremento de feminicidios en México” y burlona, demandó a madres, hermanas y amigas de las muertas, violadas, raptadas, y maltratadas “ser más creativas en sus protestas.”
  • El Senado le guardó un minuto de silencio.
  • Los legisladores se ufanaron de haber incrementado la prisión por feminicidio, de 60 a… 65 años.
  • La diputada morenista Martha Patricia Ramírez, propuso que la Cámara de Diputados le levante un memorial.
  • El obispo de Xochimilco llegó a la paupérrima vivienda, a decir misa de cuerpo presente.
  • Temerosas de ser rebasadas, empresas y organizaciones se cuelgan del paro de actividades del 9 de marzo, dando “permisos” para faltar al trabajo.
  • Rogelio Cabrera López, presidente de un episcopado incapaz de captar lo que ocurre, declaró que ese día «es un regalo que merece toda mujer…»
  • La secretaria de la Función Pública, Irma Salazar, dijo que mejor es salir que tentarse a lavar trastes (cacharros).
  • Legisladores de «abrazos y no balazos», quieren instaurar la pena de muerte.
  • Beatriz Gutiérrez esposa de López Obrador, pidió ir a las manifestaciones con pañuelos blancos en apoyo de su marido.
  • El Presidente se saca de la manga de su paranoia narcisista un golpe militar; y comparándose con Madero y Allende, asegura que el paro lo organiza la derecha.
  • Y la SEP jura que siguió y sigue protocolos de seguridad.

Por si acaso, sugiero no volver a usar el nombre Enrique C. Rébsamen para una escuela primaria; así se llamaba la que, por corrupción, cayó con el temblor del 19 de septiembre de 2017 matando diecinueve niños, y se llama así también la escuela que permitió a la asesina llevarse a Fátima.

  1. Teresa Gurza es una periodista mexicana multipremiada que distribuye actualmente sus artículos de forma independiente

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