Félix Pacho: hombre luminoso y maestro de periodistas

Fue el día 15 de abril de 2017, sábado Santo, a las 12:30 de la mañana, con esa luminosidad en el aire que tanto le gustaba a Félix, cuando tuvo lugar su homenaje póstumo en el Auditorio Carmelo Gómez de Sahagún. Hablo de Félix Pacho Reyero (Calzadilla de los Hermanillos, León, 1932- Madrid 2016) periodista y maestro de periodistas, fundador en 1986 de La Crónica de León, redactor de El correo español del pueblo vasco, del Diario de León y de Las Provincias de Alicante, director adjunto de Informaciones, delegado de la Agencia EFE en Centroamérica y director de esa agencia en Madrid, fallecido pronto hará un año a finales de abril, quien iba a ser recordado en uno de los sitios de su devoción, Sahagún, en medio del camino de Santiago y en plena Semana Santa, una época que él amaba especialmente, pues Pacho era un hombre tan luminoso que uno se lo imagina siempre sobre un fondo de trigales verdes.

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Félix Pacho Reyero

La concurrencia no fue numerosa, autoridades y amigos arropando a la familia, que era mañana de Mercado tras dos días de cierre, y yo creo que Félix se merecía más. Pero Félix fue querido en vida y eso es lo importante, ojalá que ahora esté igual de feliz allá arriba.

A mí,  Félix me compró un libro que estaba expuesto en una estantería de este mismo Auditorio Carmelo Gómez cuando aquí se exponían libros, y esto, en alguien que recibe libros a diario, que ha dotado bibliotecas vaciando la suya y que a pesar de ello tiene sus estanterías a reventar, es tamaña generosidad y semejante audacia.

En el homenaje, tres periodistas y un representante de la Casa de León en Madrid, institución de la que era socio y mantenedor, glosaron su figura, al tiempo que dos jóvenes músicos de Sahagún pusieron con sus instrumentos de viento el sonido que acompañó el acto de principio a fin, desde Shubert a J.S. Bach, pasando por Pergolessi y el famoso Adagio que ya no es de Albinoni sino de Remo Gazotto.

Félix Pacho Reyero era un enamorado de Sahagún y comarca, de su pueblo (Calzadilla de los Hermanillos) y de todo León, un leonés de Sahagún, por cuyas seculares tradiciones sentía verdadera pasión, de ahí que no faltara ni una sola Semana Santa a la cita con la villa, donde tenía casa y desarrollaba una importante actividad cultural en la asociación Fernando de Castro, al instituir una ronda poética que se perpetúa año tras año en Jueves Santo recorriendo todos los monumentos de la villa con versos propios y ajenos que resuenan solemnes en medio de la noche.

Era un enamorado también de la Semana Santa facundina (suyo es el guión del video promocional) y del Camino de Santiago, pero sobre todo era un hombre que por donde quiera que iba, con sus palabras y sus actitudes, ejercía un gran magisterio cultural y periodístico. No se guardaba nada por afán de exclusividad o celos profesionales y así oírlo era de una gran amenidad y amplitud de horizontes. Citando a Kapuscinski, quien afirma que no se puede ser un buen periodista sin ser buena persona, Pacho era, como afirmó alguno de los intervinientes «una gran persona y un profesional muy generoso en quien primaba la pasión por informar y el respeto a la verdad.»

Después de breve presentación del acto a cargo del alcalde de Sahagún, Lisardo de la Viuda, inició la ronda de intervenciones David Rubio, de La Nueva Crónica de León, testigo directo del valor de su amistad con Félix y del interés que en él despertaba cualquier publicación sobre León. Como Félix era quien había puesto en marcha La «vieja» Crónica, de La Nueva le interesaba todo, y así le sugirió reportajes de interés con experiencias a pie de calle y a pie de gente. Ayudaba a los recién llegados a Madrid, perdidos, porque él sabía lo difícil que era empezar, y en periodismo había hecho de todo, pero su máxima aspiración era la de ser pregonero de Calzadilla de los Hermanillos, su pueblo natal. A continuación Belén Molleda, periodista de Sahagún y delegada de la Agencia EFE en Aragón, cóntó cómo el haberle mandado el curriculum a Pacho fue providencial en sus inicios profesionales y en su vida, pues él apareció una mañana en la tienda de su familia y, además de darle sabios consejos, encauzó profesionalmente su recién terminada carrera, por lo que le dedicó una vieja oración gaélica llena de buenos deseos «para este sábado de gloria».

Tomó la palabra en tercer lugar Carlos Otero, quien trabajó con él en el el periódico Informaciones los años previos a la muerte de Franco, «aquellos días en que no se sabía lo que iba a pasar con nada». Él era un director de organización, algo dificilísimo sobre todo en los cierres, y el encargado de que siempre hubiera dinero en caja, cosa que siempre conseguía Félix, sobre todo para los viajes imprevistos. Y situó así su Olimpo facundino: «en Sahagún, hubo un alcalde, Benito Pamparacuatro, que fue el primero que proclamó la República en 1931; le sigue Fernando de Castro, un cura que fue quien sembró las semillas de la ILE (Institución Libre de Enseñanza) que luego recogería Gumersindo Azcárate, y al lado de estos dos, está Félix Pacho Reyero, gran persona y periodista, hombre de conversaciones interminables sin hablar nunca mal de nadie, ni siquiera del mayor mentiroso, Luis María Ansón: «Yo sé arar -solía decir-. Quiero ser redactor agropecuario». La última vez que lo vi, concluyó Carlos, hablamos de política y fue en las últimas elecciones generales: «¿Qué vamos a hacer con éstos si ninguno vale para nada?»

Luego se leyó la carta que había mandado Luis del Olmo desde la Semana Santa de Málaga donde este año actuaba de pregonero, razón por la que no había podido asistir, carta en la que se refirió a Félix como «periodismo vivo, pasión por informar, un leonés de Sahagún».

Cerró el turno de palabra José María Hidalgo, de la Casa de León en Madrid, quien, sin poder hablar apenas por la emoción, añadió entre sollozos que Félix era la Historia viva de La Casa, quien escribió la primera Crónica de La Casa en el Diario de León, que estaba empeñado en involucrarlos y meterlos a todos en los temas de León y provincia y que Sahagún era su tema por excelencia, ya que él era la memoria viva de La Comarca.

A la salida, nos despidieron con bastante precipitación a la puerta del Carmelo, para irse a La Codorniz, cada mochuelo a su olivo, o, ya que estamos en Semana Santa, cada cual a su Monte Olivetto.

Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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