La segunda ola de la pandemia de covid registrada en Francia ha conducido al gobierno a decretar el pasado 29 de octubre un segundo confinamiento, a renglón seguido de un toque de queda en vigor desde mediados del pasado mes de octubre.
Sin negar la gravedad de la crisis sanitaria ligada a la Covid, es importante señalar que el gobierno francés aprovecha esta situación para imponer sin debate parlamentario, una serie de medidas tan liberticidas como arbitrarias, en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana.
Decretando un estado de urgencia permanente por causas sanitarias, el jefe del Estado toma sus decisiones de forma vertical, no ya en consejo de ministros, sino en un restringido «Consejo de Defensa», con participación solo de los ministros de interior, sanidad, defensa y finanzas y un puñado de «expertos» variables de horizontes diversos.
Sin transparencia alguna, y pretextando el «secreto defensa», el poder presidencial avanza a escondidas en sus medidas antisociales, que favorecen y extienden el poder las multinacionales y los beneficios del CAC 40, principales beneficiarios de la actual crisis.
Las instituciones de la Quinta república, que François Mitterrand había denunciado en 1964 como la posibilidad legal de un «golpe de estado permanente», son utilizadas por Macron para afirmar su poder absoluto de presidente-monarca. Su retórica bélica en la lucha contra la pandemia, es una buena excusa para hacer pasar todo tipo de decretos, sin consultar a los cuerpos intermedios y los contrapoderes necesarios en todo sistema democrático.
Con el pretexto de la crisis sanitaria, el gobierno del presidente Macron ha acentuado en estos últimos días sus medidas liberticidas, cierre de librerías, cierre de bares y restaurantes, cierre de cines, teatros, museos y de toda actividad cultural, mientras que en los transportes públicos y en otros ámbitos no se aplican esas medidas de «protección».
Las medidas tomadas por Macron y su gobierno constituyen un ataque sin precedentes en Francia contra el mundo de la cultura y contra todos esos sectores que representan el lazo social entre la gente en una sociedad democrática. Los lugares en donde los ciudadanos hablan, discuten y se relacionan entre si.
Si esta situación perdura, las medidas gubernamentales van a destruir los comercios de proximidad, colocados por ahora bajo la presión de prestamos varios. Su pretendido plan de «relance» solo beneficia a las grandes multinacionales, la gran distribución alimentaria, el i-comercio con empresas como Amazon, o los gigantes de internet.
Con el pretexto de la pandemia las multinacionales intentar modificar nuestro modo de vida y nuestros comportamientos sociales, en detrimento de nuestras más elementales libertades publicas. Multinacionales que practican la muy legal «optimización fiscal», escapado a la más elemental justicia fiscal. Señalemos que 98 por ciento de vendedores que utilizan Amazon, no pagan en Francia la TVA (el IVA).
La arbitrariedad de esas medidas es impugnada por numerosas voces en Francia, aunque cada sector intenta adaptarse y se organiza separadamente (profesionales de la cultura, libreros, comerciantes, etc.) sin que haya cuajado por el momento una protesta unánime y colectiva, en una situación de miedo y de inquietud sanitaria que no favorece las acciones colectivas.
Ley de seguridad global denunciada por la ONU
Siete periodistas detenidos en Paris
Para mejor impedir toda manifestación o contestación social, y legitimar la desproporcionada represión y violencia policial, el gobierno de Macron ha presentado este 17 de noviembre 2020 ante el parlamento un proyecto de ley de «seguridad global» destinado a proteger la impunidad de la policía, y a perseguir a todo ciudadano, periodista, cineasta o fotógrafo que difunda imágenes de esa represión. El proyecto de ley contempla con gran ambigüedad un conjunto de medidas destinadas a limitar la libertad de reunión, de manifestación y de expresión.
El Alto comisariado de derechos humanos de la ONU acaba de denunciar «el peligro liberticida» de la ley «Seguridad global» que el gobierno de Macron ha presentado a la aprobación del parlamento, en donde los diputados de LREM se disponen a votar como buenos soldaditos de plomo de un poder presidencial autoritario y vertical.
Una importante manifestación se celebró este martes ante la Asamblea Nacional en Paris, en la que siete periodistas fueron agredidos y detenidos por la policía antidisturbios.
Como subraya el comunicado de la ONU «ese proyecto de ley puede atentar de forma importante contra los derechos del hombre, las libertades fundamentales, en particular el derecho a la vida privada, el derecho a la libertad de opinión y de expresión, y el derecho a la libertad de asociación y de reunión pacifica». Macron se dispone así a pisotear la Declaración universal de derechos humanos.
A dieciocho meses de la elección presidencial en Francia, el mandato de Macron deja un triste saldo: Incremento de la pobreza, se estima en más de un millón de franceses que pasarán el umbral de la miseria en 2020; fuerte incremento del desempleo, (9 por ciento de la población activa según el INSEE) con numerosos eres en curso y reestructuraciones arbitrarias de empresas que acumulan beneficios a nivel internacional. Un total de trescientas mil personas sin vivienda, según cifras de la fundación Abbé Pierre.
A esto se añade una represión judicial y policial sin precedentes en manifestaciones autorizadas o no, con el apoyo abierto y descarado de la extrema derecha, que cuenta en la policía nacional con una buena franja de su electorado.
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— David Dufresne (@davduf) November 16, 2020
Recordemos que, durante todo el mandato presidencial de Emmanuel Macron, la denuncia ante los tribunales de la desproporcionada violencia policial ha sido posible gracias a las fotografías y videos difundidos por internet y presentados como pruebas irrefutables ante la justicia. La «ley seguridad global» es pues un paso más de la censura contra nuestras libertades fundamentales. Una película ha conocido incluso un gran éxito de publico en Francia que denuncia dicha violencia policial: «Un pays qui se tient sage» de David Dufresne.
A mi entender, la Quinta Republica está al borde de la explosión en su deriva autoritaria, pero la crisis sanitaria sirve por el momento al poder para controlar la situación. Cabe constatar con inquietud que la distancia es cada vez menor entre el neoliberalismo autoritario de Macron apoyado por la derecha conservadora y el fascismo descarado de la extrema derecha Lepenista.