Desde el 1 de abril de 2018 los equipos de Médicos sin Fronteras (MSF) en Gaza han atendido a más de quinientas personas heridas de bala durante las manifestaciones de la «Marcha del regreso», un acontecimiento anual que acabará el próximo día 15 de mayo, fecha del aniversario de la Nakba (la catástrofe), considerada por los habitantes de Gaza como el comienzo del éxodo masivo de su territorio durante la constitución del estado de Israel que, por su parte, celebra la fecha como “día de la independencia”.
El personal médico de MSF habla de que en las últimas semanas han tenido que atender heridas devastadoras de una gravedad poco habitual, muy difíciles de curar y que dejarán secuelas en la mayoría de los pacientes. En las clínicas, la inmensa mayoría de los heridos- sobre todo hombres, pero también mujeres y niños- presentan lesiones de una gravedad inhabitual en las piernas con destrucción de tejidos y huesos, y orificios de salida de balas desmesurados, que pueden llega a alcanzar el tamaño de un puño.
“En la mitad de las 500 víctimas de disparos que hemos tratado la bala ha destruido literalmente los tejidos después de haber pulverizado el hueso”-explica Marie-Elisabeth Ingres, jefa de la misión de MSF en Palestina- Los pacientes tienen que sufrir operaciones quirúrgicas extremadamente complejas, y muchos tendrán secuelas durante toda su vida”. Muchos de esos pacientes tendrán disfunciones y a algunos habrá que amputarles si no consiguen la autorización necesaria para ser tratados fuera de Gaza, porque allí hay muchas insuficiencias”
La Marcha del Regreso, o Gran Marcha del Regreso 2018 es la edición anual de la conmemoración palestina de la Nakba, el éxodo de 1948 durante la primera guerra árabe-israelí. Este año, cuando se celebra el 70 aniversario de aquel éxodo, la marcha comenzó el 30 de marzo –“Día de la Tierra”, cuando se recuerda a los seis manifestantes que, en 1976, las fuerzas de seguridad israelíes mataron cuando se oponían a la expropiación de tierras en Galile- y finalizará el 15 de mayo, aniversario también de la proclamación del Estado de Israel y fecha elegida por el conservador presidente estadounidense, Donald Trump, para trasladar la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén.
En la última de las manifestaciones del mes de abril de la Marcha, que se repiten cada viernes durante el período señalado y reivindican el derecho de los palestinos a regresar a las tierras que les fueron arrebatadas para la creación del estado de Israel, han muerto cinco palestinos, entre ellos un adolescente, alcanzados por disparos israelíes en los enfrentamientos en la fronteras entre la franja de Gaza e Israel, lo que eleva ya a 44 el número de palestinos muertos desde el 30 de marzo, y a 349 el de heridos. Azzam Oweida, de 15 años, fue alcanzado en la cabeza en Khan Younes, al sur del enclave palestino.
El viernes 28 de abril, el Alto Comisario de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad al Hussein, acusó a Israel de estar haciendo un uso excesivo de la fuerza contra los manifestantes de las últimas semanas. Por su parte, el ejército israelí afirma que solo dispara cuando es necesario, para proteger la barrera de seguridad y a los soldados y la población, y acusa a Hamas (Movimiento de Resistencia Islámico, organización palestina que se declara yihadista, nacionalista e islamista) de servirse de los civiles como escudos humanos.
La Red Sindical Internacional de Solidaridad y de Luchas -movimiento creado en 2013, impulsado por la CGT francesa, sobre la base de experiencias sindicales en distintos países que reúne sindicatos, corrientes y tendencias sindicales de América, Europa, Africa y Asia-, que llama a manifestarse el 15 de mayo frente a las embajadas israelíes en todo el mundo, ha emitido un comunicado de solidaridad con los palestinos recordando que “hace 70 años, 700 000 palestinos fueron expulsados de sus pueblos”, para propiciar la creación de un estado “resultado de una injusticia”. Con el tiempo, esos 700 000 palestinos se han convertido en un éxodo de “5 millones de refugiados que tienen derecho a volver a sus casas”, pero el estado israelí se lo impide. “Desde hace 70 años, quienes se quedaron en territorio israelí, cerca de 2 millones, viven en un régimen de apartheid, ciudadanos de segunda clase en un país colonial”.