Giorgio de Chirico es uno de los grandes intérpretes de las sociedades en constante cambio del siglo XX, que quizá pueda encontrarse en la propia interpretación de sus tempranos cambios. De familia italiana, nace en Volos (Grecia) ciudad de la región de Tesalia, a la orilla del mar. Estudia en Atenas, Florencia y Munich antes de cumplir los veinte años. En 1910 pinta su primera obra de la serie Piazza Metafísica.
Empieza pintando enigmas, de una tarde de otoño, del oráculo. Y son los referentes visuales de su creación metafísica que produce entre 1910 y 1915, año en que se alista para participar en la contienda europea, lo que le supondrá el mayor reconocimiento posterior. Precisamente por ser expresión del inicio de algo único en el arte contemporáneo.
Caixa Fórum Madrid presentó en noviembre 2017 una exposición retrospectiva de 143 obras entre óleos, dibujos, litografías y esculturas datadas entre 1913 y 1976, en un repaso de todas las fases creativas de De Chirico, desde las plazas italianas y maniquíes sin rostro de su scuola metafisica que constituyen una de las revoluciones más importantes del arte y el pensamiento del siglo XX, al retorno al mundo clásico de corte surrealista desde su particular mundo visionario lleno de referencias al sueño y a la memoria con un trasfondo de tiempo eterno, hasta culminar con la etapa neometafísica en su espléndida vejez.
De Chirico va más allá de las artes plásticas. Es un pensador influenciado por Nietzsche y Schopenhauer, un investigador de la estética artística en búsqueda constante de descubrimientos iconográficos y simbólicos que conduzcan al objetivo – puente entre el arte clásico y el contemporáneo. Sus meditaciones sobre la realidad, llevan a la interpretación de la ambigüedad y la inquietud de su tiempo. Su obra plástica no es sino la consecuencia de esta filosofía y algo más, imprescindible en toda obra de arte: La belleza.
Ámbitos de la exposición
Algo muy importante en toda exposición es el diseño de montaje y hay que destacar que el de Giorgio de Chirico: Sueño o realidad es excelente y original, un diseño circular que facilita sin saturar el visionado de las obras expuestas.
Seis ámbitos que comienzan por Retratos y autorretratos que abarcan toda su vida artística. La parte central de la exposición está dedicada a los años que le definieron como innovador intrínseco en el devenir del arte del siglo pasado: Interiores Metafísicos, creación de los años de guerra que pasó en Ferrara como soldado, 1915 – 1918 y Plazas de Italia y Maniquíes, siendo el primero el tema principal de su metafísica, el que nació en Florencia en 1910 con El enigma de una tarde de otoño y que desarrolló en París entre 1911-1915. De forma simultánea nacen los maniquíes con sus cabezas ovoides sin rostro, sin rasgos que los personalicen, precursores del surrealismo, ideales para que cada individuo los identifique con sus zonas desconocidas del inconsciente. Los temas mitológicos ayudan a profundizar en esta identificación. Plazas de Italia y Maniquíes son recurrentes a lo largo de su trayectoria artística.
Baños misteriosos, años treinta, en el epicentro del surrealismo, nacieron con diez litografías y diez dibujos para ilustrar la Mythologie de Jean Cocteau y seguidamente plasmó esta temática en cuadros sin parangón en el movimiento surrealista. Muchos años más tarde, en 1973, De Chirico explicó donde había surgido la idea de los baños: Se me ocurrió en una casa en la que el suelo estaba muy encerado. Ví como se reflejaban en el suelo las piernas de un señor que caminaba delante de mí, dándome la impresión de que podía sumergirse como en una piscina y que podría moverse por allí e incluso nadar. Eso me hizo imaginar piscinas extrañas con hombres inmersos en agua-parquet y otros hombres de pie fuera de la piscina-suelo. Enigma sí, pero también mucho humor negro en esta sección.
En los años cuarenta, sobre todo tras la guerra mundial, el artista siente la necesidad de recuperar los valores del pasado renacentista y barroco, algo muy comprensible después de las tragedias vividas que han destruido todo el entorno moral y humano. Así surge lo que en la quinta sección de la muestra se llama Historia y Naturaleza. Sobre todo se concentra en la bella pittura de Rubens, en su materialidad luminosa y viva. Todo un reto para De Chirico, no solo para su capacidad de imitación, también para la búsqueda en un pasado histórico, en el que la naturaleza es la presencia constante e irrenunciable. En esta búsqueda, los poemas caballerescos Orlando Furioso de Ariosto y la Jerusalén Libertada de Tasso ocupan un lugar primordial.
Las naturalezas muertas en recuerdo de la opulencia barroca del género, se transmutan en paisajes naturalistas acompañados por algún objeto antiguo como estatuas o corazas, que De Chirico llama vidas silentes. Así profundiza en la sensación de desubicación del objeto, confiriéndole un aire de aparición no esperada. Castillos en la lejanía, caballeros errantes, no solo dan testimonio de un pasado, también de un presente desolador, de la historia infinita de los destinos de la humanidad.
El mundo clásico y los gladiadores cierra el círculo de la muestra regresando a los años veinte y treinta con cierre de ciclo en su último periodo neometafísico. Cultivador de mitos donde los haya, los gladiadores y los caballos tenían que ser imprescindibles en la creatividad de De Chirico. Los héroes destinados a morir son aquí actores, la muerte inevitable, una representación teatral. Otra vez la ambigüedad entre realidad y ficción, un juego intelectual de desorientación. Del mito de los caballos desde Bucéfalo a los caballos de Aquiles o de los Dióscuros, pasa a los caballos sin caballero que galopan por paisajes que evocan la épica del mundo clásico.
Hitos de la exposición
La escultura mitológica ocupa un lugar importante entre los hitos de esta muestra. Un tema por el que De Chirico empezó a interesarse en los años cuarenta, modelando en terracota. Las verdaderamente espectaculares son de los 60-70, en bronce y bronce plateado. De estas últimas, destacan las de la serie Los arqueólogos; mitos como Las musas inquietantes, Orfeo, Penélope y Telémaco o Héctor y Andrómaca. En todas ellas volvemos a encontrar las cabezas ovoide sin rostro, herederas directas de cuadros homónimos. También hay esculturas de la época barroca sucesoras de cuadros, como Las Sibilas.
Piazza d’Italia con fontana, Poesía de verano y Las musas inquietantes son hitos de las misteriosas e inventadas plazas de Italia, que realmente no son plazas, son espacios con elementos arquitectónicos híbridos, trenes en miniatura recurrentes al fondo de un espacio que cierran torres o columnas, primeros planos con escultura clásica en reposo o extraña fuente o las verdaderamente inquietantes musas. Lugares de sueños o de ensueño, con diseño compositivo sumamente equilibrado y cromática cálida. Creatividad llena de fantasía en los interiores metafísicos, llenos de objetos heterogéneos que se relacionan o no entre sí, con colocación carente de toda lógica, superpuestos o yuxtapuestos. Pero hay equilibrio y calidez cromática, en suma, belleza.
Hitos hay muchos pero hay un dibujo de 1917, La esposa fiel que vuelve a pintar, esta vez al óleo en 1973 con el título La musa del silencio. Todo un tratado de investigación psicológica. Si hay algo imposible con De Chirico es la indiferencia ante cualquiera de sus creaciones. También de esta última época, Sol sobre el caballete, una doble visión para dar que pensar.
Los maniquíes son recurrentes a lo lago de su vida. Hitos en la exposición, La tristeza de la primavera, tema muy tardío de 1970, obra de difícil interpretación, que engancha, cuesta apartar los ojos de ella. Mitos por doquier, Edipo y la Esfinge, Orestes solitario, Electra consoladora. Pero el gran hito es la desesperación expresada en La espera.
Baños misteriosos, sueño más que realidad, a veces sistemas de tortura, encerrados sin posibilidad de escape o simplemente snobs caprichosos. Llegando del paseo y Retorno de Hebdómeros son dos buenas muestras de algo que se prefiere olvidar.
Sibilas y Las tres Gracias del periodo rubensiano, del mundo clásico los grandes temas con caballos, siempre encabritados, agresivos, fascinantes. Dos caballos a orillas del mar con ruinas y una tela roja. La tela roja, viva, voluminosa, en movimiento, inquietante, debe haber obsesionado al artista pues se repite varias veces. Estos caballos se parecen mucho a Los caballos antiguos de Apolo, donde solo varía la luz y la posición, las ruinas son las mismas. Hay varios cuadros de gladiadores, en combate, después del combate, en reposo, desde los años treinta a los setenta.
En la sección de retratos y autorretratos hay dos de mujeres, ambos de 1934, La española y Retrato de Isa vestida de rosa y negro (Isa, su segunda mujer) sensacionales. Autorretratos hay varios, al maestro le gustaba autorretratarse de todas formas, a l’antica, desnudo, (casi) vestido a la moda cortesana del siglo XVII, el último de los años sesenta con traje estilo XIX. No sorprende el gusto por el disfraz, la desnudez también puede serlo, en alguien que ha pasado su vida disfrazando la realidad o creando sus propias realidades.
Ficha de la exposición:
- Giorgio de Chirico. Sueño o realidad
- Caixa Forum Madrid, Paseo del Prado 36
- Organizan Obra Social La Caixa y Fondazione Giorgio e Isa de Chirico.
- Comisarias Mariastella Margozzi y Katherine Robinson.
- Fecha de la exposición 2018