Guarda está incluida en la Beira Alta, región portuguesa que se divide además en Beira litoral, en la costa, y Beira interior –a la que pertenece Belmonte y Covilhã–. Tiene su espejo en Galicia, pero con artículo, A Guarda, pequeño pueblo, el más meridional de la frontera gallega en la desembocadura del Miño, unida a través del ferri con la localidad lusa, Caminha, ubicada justo en la otra ribera.
Guarda tampoco está muy lejos de la frontera española, apenas a 40 kilómetros. Es conocida como la de las cinco efes: forte, farta, fría, fiel y fermosa, o sea fuerte, abundante, fría, fiel y hermosa. Esta última efe es motivo de discordia ya que para muchos portugueses más que fermosa es feia, o sea, fea. Lo ideal es que los viajeros juzguen.
Guarda está en lo más alto de Portugal, y su nombre evoca a la Edad Media cuando era guardián de Serra Estrela y de la frontera. Fue Sancho I, segundo rey de Portugal, llamado ‘El Poblador’ (1154-1211), quien fundó la ciudad y la diócesis que un siglo después vio nacer –entre 1390 y 1396– su actual catedral o Sé, ampliada a lo largo de los tres siguientes siglos y restaurada a finales del XIX y principios del XX.
La catedral, considerada una de las mayores obras de la historia arquitectónica lusa, se ubica en el casco viejo, núcleo antigo, de la localidad, en la llamada plaza de Luis de Camoes (1524-1580), antigua Praça Velha, y en un costado se encuentra la estatua de Sancho I. En cuanto a su interior, destaca el retablo renacentista de piedra del escultor Joao de Ruão (1500-1580) representando escenas de la vida de Cristo.
La Sé, con puerta manuelina, tiene dos niveles, y si uno tiene ánimo de subir escaleras de caracol antiguas de piedra, disfrutará de una gran vista de toda la localidad, y de las campanas (entrada, dos euros, un euro discapacitados y estudiantes, no hay rebaja a periodistas).
Saliendo del templo se puede ver en la misma plaza el solar dos Póvoas, edificio del siglo XVIII, barroco, con una gran galería en la primera planta.
Entre los restos de las murallas medievales se conservan tres puertas. Mencionar la de la Estrella –conocida también como de la Erva, hierba–, del Rey y de los Ferreiros, herreros. Como curiosidad, había una puerta de la traición, lo que evoca a Zamora, aunque la localidad está hermanada desde hace cuatro décadas con la salmantina Béjar.
Una placa recuerda la zona de la antigua judería que albergó a los expulsados por los Reyes Católicos (entre 600 y 850), y se encuentra muy cerca de la iglesia de San Vicente, de estilo barroco, reconstruida sobre un templo del siglo XIII. Otro templo del mismo estilo es la Misericordia, nombre habitual de estas construcciones en el país, con dos torres gemelas.
Un lugar tranquilo es el parque de la alameda de Santo André, con su fuente mitológica, cerca del antiguo sanatorio de Sousa Martins. No hay que olvidar que debido a su altura, el aire es fresco, de ahí la f de fría, y la presencia de estos centros que luchaban desde finales del siglo XIX contra la tuberculosis.
También se hallan cerca el Centro de Estudios Ibéricos, el moderno teatro Municipal y la Biblioteca Municipal, que lleva el nombre del casi centenario filósofo, profesor e intelectual, Eduardo Lourenço.
Por último, y tras pasar por un azulejo dedicado al fraile franciscano Pedro de Guarda (1435-1505) –aunque vivió en Madeira tiene plaza en su ciudad natal–, una visita necesaria es la del Museo de la ciudad.
Se encuentra ubicado en el antiguo Palacio Episcopal, del siglo XVII, que está dividido con dos entradas: el Museo, con una exposición permanente y otra temporal, y la que da acceso a la Casa de la Cultura.
La entrada del museo es de un euro, sin excepciones, y hace un recorrido por la prehistoria de la localidad y zonas circundantes hasta la actualidad. Hay piezas diversas, pinturas, esculturas y hasta una pequeña muestra de armas antiguas. Destaca una pintura anónima de La Adoración de los Reyes Magos –aunque realmente aparecen dos de los tres–.
En la planta superior existía una exposición, con motivo del Centenario del nacimiento de la poeta Sophia de Mello Breyner (1919-2004). Se enmarcaba dentro de la cuarta edición del Simposio Internacional de Arte Contemporáneo (SIAC) que se celebra en Guarda, y es que la localidad quiere aspirar a ser la Capital Europea de la Cultura, que le corresponde a Portugal en 2027. La nominación aún no ha comenzado para tomar el testigo de Lisboa en 1994, Oporto, 2001 y Guimarães, 2012.
Así que no hay mejor final que saborear los versos de esta gran poeta, nacida en Oporto, y que fue la primera mujer en recibir el premio Camoes en 1999 y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2003.
‘Vi países de piedras y ríos/ donde nubes oscuras como arañas/ roen el perfil rojo de montañas/ entre la puesta de sol color de rosa y fríos. / Desbordado pasé entre las imágenes/ tierras y cielos excesivos/ palpitando en el cuerpo de estos dioses/ que se ofrece como un beso en los paisajes’.