Guatemala: buscar alternativas

Ileana Alamilla[1]

Tenemos ansias de cambio en Guatemala. Hay noticias alentadoras en algunos campos, pero nos urgen buenas noticias de manera constante. Queremos caminar juntos hacia el futuro, construyendo felicidad, pero la necia realidad se impone y nos desbordan las tragedias y los dramas. Cada invierno es una desdicha, debido a las condiciones en las que numerosas personas tienen que sobrevivir. Y después del acontecimiento, vienen las coberturas noticiosas, las entrevistas, “Se los dije, así fue el año pasado”, y muchos etcéteras más.

Nos abruman los hechos de violencia. Debemos analizarnos como sociedad. Vivimos con la agresividad a flor de piel. Recientemente hubo literalmente un duelo entre dos hombres cuyas vidas terminaron por una discusión, debido a un incidente automovilístico. Ambos estaban armados. En los hospitales, a diario los médicos, las enfermeras, el personal administrativo y los pacientes son potenciales víctimas de los delincuentes que llegan a que los atiendan. Ya los galenos no saben ni qué hacer, entre la falta de medicamentos, las condiciones precarias en las que trabajan y el enfrentamiento diario con ese peligro.

Los hallazgos a la orilla de las carreteras de los cuerpos de mujeres asesinadas o en bolsas plásticas, jovencitas con sus cuerpos mutilados, descubiertas en el baúl de un vehículo, muertas a tiros frente a sus hijos, en sus humildes viviendas, en sus tortillerías, menores baleadas al salir de las escuelas, ataques a parejas en sus hogares, no son noticias excepcionales.

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Foto: Prensa Libre

Y el incremento de violencia sexual y de niñas víctimas de violaciones, que resultan en embarazos y en maternidad no deseada, son asuntos de extrema gravedad a la que hay que poner un alto. El Estado y la sociedad somos responsables de todo ese sufrimiento.

Pero si no queremos seguirnos hundiendo en este cenote sin fondo hay que asumir las responsabilidades que a cada uno corresponden, y aquí, si de culpas de trata, hay espacio para todos. Ahora con los datos que publicó el Instituto Guatemalteco de Estadística en relación con el incremento del costo de la vida tendremos más razones para alarmarnos, por el posible incremento de los niveles de pobreza y del desplazamiento de la clase media. Los pobres extremos ya no tienen para dónde irse.

Para poder cubrir la canasta básica vital, que es lo necesario para satisfacer las necesidades primarias de una familia, se requiere un salario o ingreso mensual de más del doble del salario mínimo actual, que es de Q2,747.04 para las actividades agrícolas y Q2 mil 534.15 para la maquila, y si a eso sumamos los millones de personas que viven en área rural que no tienen un ingreso fijo y el ejército de trabajadores de la economía informal, no se necesita ser experto para ver lo que viene. Ya no tendremos que preocuparnos del abastecimiento de los hospitales; las emergencias irán directo al cementerio.

Por eso es tan bochornoso ver cuáles son las principales preocupaciones de algunos, el despilfarro del dinero en viajes, compras superfluas, la corrupción que todavía prevalece, a pesar de que ya se sabe que ahora sí se está combatiendo, y el estancamiento en muchas áreas del gobierno cuando estamos urgidos de acciones estratégicas para sacar a flote el país.

El presidente Morales debe tomar acciones perentorias para impulsar las alternativas que nos saquen de este atolladero. Urge atender a los más necesitados con políticas públicas que ya existen pero que no se ponen en práctica. Erradicar las malas prácticas políticas que lo han afectado y alejar a quienes se quieren beneficiar del Estado.

  1. Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, fallecida en enero de 2018.

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