Ileana Alamilla[1]
Da grima percatarnos día a día que coexistimos en un permanente estado de cosas que no avanza, no cambia; el Estado no funciona, nadie da cuentas de nada, pareciera una telenovela pésima, de las que una y otra vez las escenas se repiten, donde uno la sintonice, sigue en lo mismo. Vamos en piloto automático, con el titular viajando por aquí y por allá, adentro y afuera, su copilota, capitanes y principales auxiliares incapaces de dar respuestas suficientemente coherentes, mientras el país está sin rumbo definido.
No importa el viento que sople si no sabemos para dónde vamos.
En el Ejecutivo, funcionarios absortos en su dinámica electoral partidaria, otros haciendo inauguraciones por doquier, con policías secuestrados por pobladores, grupos que roban armas, las entregan y son aplaudidos, estados de sitio frustrados, conflictos agravados, programas de asistencia social y combate de la desnutrición prácticamente malogrados, gobernadores destituidos, enfrentamientos violentos, campesinos que insultan al presidente blandiéndole el machete en sus narices; en fin, un pobre desempeño.
El Legislativo simplemente impresentable, 125 días de una absurda interpelación llevada a cabo por el Partido Líder que, en todo caso, ya cumplió con el objetivo que buscaban: evidenciar al ministro con algunas de las irregularidades que le imputaron. ¿Y ahora qué?, siguen esperando doblarle el brazo al presidente para que “lo destituya del cargo” y seguramente después intentarán lo mismo con la ministra de Educación, que está esperando su turno. Es verdaderamente desesperante y absurdo escuchar los necios argumentos del jefe de bancada de dicho partido que una y otra vez repite lo mismo. Sabemos que es demasiado pedir que sientan alguna vergüenza de lo que han hecho de su función.
Sin generalizar, pues hay algunos diputados que han trabajado, pero la mayoría ha aprovechado esta coyuntura para seguir cobrando sus salarios, con el resultado de cero decretos, cero resoluciones y cero puntos resolutivos, es decir, reprobados en una de sus funciones principales, la legislativa, no la cumplieron. Y eso nos ha costado más de Q149 millones, dinero desperdiciado. Es justificado cuestionarnos para qué sirve ese Organismo, el más “democrático” del Estado, qué actitud han asumido los diputados nuevos que para algunos era una esperanza de cambio; a los experimentados que han aportado en anteriores legislaturas ya los hemos escuchado expresar la impotencia que implica verse involucrados en la paralización del Congreso.
Y en el Organismo Judicial y Corte Suprema de Justicia, que ha estado en la mira de ojos propios y ajenos, no se ve que haya una actitud de firmeza. Es inaudito que más de 60 magistrados se hayan inhibido de conocer para dar cumplimiento a la resolución de la CC en el caso de Ríos Montt. A ver a cuántos de ellos vemos haciendo cabildeo para que los propongan las próximas Comisiones de Postulación. Impartir justicia requiere, además de preparación, capacidad y profesionalismo, honor y mucha valentía.
Estamos aliviados con estos poderes que no pueden hacer su trabajo.
- Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, fallecida en enero de 2018.