Guatemala: frenar el salvajismo

Ileana Alamilla1

Es natural que en todos los conglomerados sociales se presenten conflictos, que deben ser resueltos con racionalidad, buena voluntad, espíritu conciliador y en el marco de la justicia.

Esas desavenencias ocurren hasta en las familias, en los matrimonios. Nuestra sociedad ha tenido muchas dificultades para manejar tanta diferencia, y es que no es fácil cuando vivimos en un ambiente tan lleno de confrontaciones, inequidades y desigualdad. Cada persona tiene su propia historia con todas las alegrías, satisfacciones, sufrimientos, decepciones y frustraciones, dependiendo de dónde se ha desarrollado, lo que le ha tocado vivir y cómo lo ha asimilado.

Nuestra sociedad es violenta, alimentada por una incapacidad estatal que no logra garantizar la seguridad de sus ciudadanos. Algunos grupos sociales reaccionan promoviendo prácticas inhumanas, como las que insisten en la “limpieza social”, la aplicación de la pena de muerte, castigos corporales o humillaciones, pero la vida y la dignidad humana son valores supremos que privan sobre cualquier otro argumento.

Es muy vergonzoso que en estos tiempos Guatemala siga reportando elevados casos de linchamientos, que son una terrible forma de asesinar a mansalva. En el 2013 aumentó el número de víctimas a 36 casos de muertes por linchamiento, en el 2012 solo se habían documentado 14 casos, y aunque es un número menor que en el 2011, cuando fueron registradas 155 personas heridas y 44 muertas por esta causa, es totalmente inaceptable que tengamos ese tremendo récord de formas salvajes de “aplicar justicia” por propia mano.

Numerosas son las causas a las que se atribuye esta práctica, ninguna es ni legítima ni valedera. Esta situación debe ser totalmente erradicada de nuestro país, para lo cual el Estado debe asumir su responsabilidad en la aplicación de políticas de prevención del delito, de seguridad, de investigación debida de los hechos delictivos y de aplicación de justicia pronta y cumplida.

Por su parte, la población debe pasar por procesos de revisión de conducta, de control de agresividad y de reconocimiento del derecho que tienen las personas de ser juzgadas por los tribunales competentes. En esto juega un papel primordial la educación, pero lo fundamental es que se recupere la confianza en las autoridades y el sistema de justicia.

Muchas injusticias se han cometido por esta forma violenta y salvaje de aplicar castigos. Un ejemplo dramático fue el asesinato de un joven acusado de abusar de un menor, a quien al hacerle los exámenes correspondientes no se le encontraron señales de tal abuso, pero el jovencito ya había sido asesinado.

Las formas de “bautizo” en la Usac y en un equipo de futbol no deben tolerarse por la sociedad. Autoridades universitarias, docentes, estudiantes, dirigentes deportivos tienen que hacer algo para evitar que, en aras de demostrar poder y mantener “tradiciones”, se continúen cometiendo esas atrocidades.

La Universidad es un centro de saber y de conocimiento, no un nido de gente bárbara; y el deporte es indispensable para el desarrollo físico y espiritual. Todo eso es incompatible con esa barbarie.

Ileana Alamilla[1]

  1. Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, fallecida en enero de 2018.

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