Ileana Alamilla[1]
La Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) entra en una tercera etapa y el nuevo comisionado encuentra al país polarizado, con un bajo desarrollo democrático, con una debilidad institucional que no hay modo que se supere y con prevalencia de la impunidad.
Aunque el ambiente enturbiado que dejó el anterior comisionado se ha ido limpiando, el entrante, el colombiano Iván Velásquez, tendrá que hacer gala de sus capacidades, experiencia y valentía para enfrentar lo que viene, que es un desafío colosal: Continuamos con un creciente antagonismo social, con intentos de retrocedernos a la Guerra Fría, con presencia de criminales dentro y fuera del Estado y con casos que tiene pendientes para intentar contribuir a enfrentar la impunidad, situación que provocó que el Estado guatemalteco pidiera este “experimento”, el primero en la historia de la ONU.
Llega cuando estamos a las puertas de la elección de las comisiones de postulación, que para muchos son su antesala al paraíso que representa estar en altos cargos en el Estado, sin aportar ni asumir dignamente esa alta investidura. También está siendo testigo de los intentos por elegir al nuevo presidente del Organismo Judicial, pieza clave en las citadas comisiones. Leyendo las noticias de la violencia que nos rodea, el señor Velásquez se podrá dar cuenta de la ineficiencia y cinismo de la mayoría de diputados y también de la conflictividad social en zonas donde hay fuerte presencia del crimen organizado y narcoactividad.
Ya habló con el presidente de la República, con la fiscal, con otros altos funcionarios, con embajadores, con la cooperación. Se habrá formado una idea de las verdaderas voluntades e intenciones que hay en cada una de las instituciones del Estado con las que deberá trabajar y de las agendas de la cooperación, así como de las visiones que tiene el cuerpo diplomático sobre este país. Debe tener conciencia que hay mucha sensibilidad a flor de piel. Los jueces y magistrados dignos y honorables han sido afectados por algunas declaraciones y señalamientos hechos con el mismo rasero con el que se denunció a los que están coludidos con los criminales, parte de esos poderes paralelos que tienen de rodillas a la justicia.
Seguramente se ha reunido también con personalidades, dirigentes sociales y otros actores que pueden aportarle distintas visiones sobre su trabajo. El ambiente no es el mejor. La Cicig tiene a los mismos detractores de siempre y algunos más. Entre los primeros están aquellos que ven en la “injerencia extranjera” un riesgo para sus intereses, vinculados a mantener la impunidad que los protege. Entre los segundos se encuentran los críticos de sus arbitrarios excesos.
La Corte de Constitucionalidad desveló hace unos días un hecho repudiable atribuido a un alto funcionario de la Cicig que intentó sobornar a uno de los togados, hecho que don Iván no puede dejar impune, para ser coherente con su principal objetivo.
Sus declaraciones sobre la necesidad de la investigación profesional y la independencia judicial como algunos de los pilares de la lucha contra la impunidad conllevan esfuerzos titánicos para lograrlo, en lo cual la Cicig debe poner todo su empeño.
Nosotros somos un país pequeño, que también enfrentó un conflicto armado, aspecto en el que señor Velásquez tiene amplia experiencia, tanta como en el ámbito jurisdiccional, por lo que nuestra realidad, que está permeada tremendamente por el crimen organizado y la narcoactividad, no le es del todo ajena.
Por el bien de nuestra patria, esperamos que su mandato sea exitoso.
- Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, fallecida en enero de 2018.