Lo que ha sucedido en Guatemala desde abril del año anterior constituye otro capítulo más de las cosas insólitas de las que está saturada nuestra historia. Las noticias sobre corrupción, evasión de impuestos de parte de grandes y “prestigiosas” empresas, acciones inhumanas como la desviación de ríos para riegos de grandes plantaciones en un franco atentado a la vida humana, son algunos de los ilícitos que exigimos sean investigados y castigados los responsables.
Los titulares de los medios y los comentarios en redes sociales los abordan profusamente.
Sin embargo, hay otros graves problemas que pasan desapercibidos y que constituyen flagrantes violaciones a derechos humanos que nos deberían por lo menos conmover y que requieren ser considerados entre esas iniciativas que buscan fortalecer el sistema de justicia, pues se trata también de justicia social, tan menospreciada porque se considera como algo normal.
El año pasado, según el Ministerio de Salud, fallecieron 6054 menores de edad entre 0 y 5 años, por problemas en los cuales la desnutrición juega un papel determinante. Nadie se indignó por esa noticia. Lo que sí hicieron fue criticar duramente a la madre de un bebé de 11 meses que falleció en la calle en abril de este año. No interesaba saber que también en la capital hay trágicas situaciones de pobreza que provocan esos dramas humanos.
Hay millones de personas que no tienen acceso a la educación formal ni a un trabajo decente; carecen de oportunidades. Usualmente se señala a las mujeres por tener muchos hijos, pero hay una férrea oposición a impartir educación sexual.
El 70.2 % de menores de 10 años vive en condición de pobreza, son parte de los más de nueve millones de guatemaltecos que están en esa situación, que debería ser atendida por este Estado inexistente e indolente. Hasta mediados de marzo, 63 menores han muerto de forma violenta, la mayoría por disparos de arma de fuego. La ola de violencia también apunta como supuestos responsables del maltrato a los propios progenitores o suceden en el ámbito familiar.
Casi seis mil menores han sido víctimas en los últimos 15 meses de agresiones sexuales, según ha denunciado la defensora de la Niñez y la Adolescencia de la Procuraduría de los Derechos Humanos. Lo grave es permitir y dejar impunes esos ataques, señaló el informe de la entidad.
A principio de año se alertó que hay 778 mil niños en riesgo de contraer enfermedades que parecían estar erradicadas como la polio, la tos ferina y el sarampión, debido a la falta de vacunación. Simpatía e impotencia provocan las fotos de estudiantes de Medicina ventilando de manera manual a niños con problemas respiratorios o trasladando sus cuerpecitos a la morgue. En Huehuetenango, 17 niños de entre 48 días y 4 años fallecieron en el nosocomio de ese lugar, y si bien el director del hospital señaló que las muertes no están ligadas directamente a la falta de equipo, también reconoció que las áreas de cuidados intensivos de Neonatología y Pediatría colapsaron y que solo cuentan con 15 ventiladores mecánicos.
Para completar el cuadro, en lo que va del año se reportaron 973 embarazos en menores, entre 11 y 18 años, en 11 departamentos. Las secuelas son graves, tanto para su salud física como emocional. Limitan su desarrollo y, por tanto, su futuro y el de sus hijos. Este año se estimó que un millón 600 mil niños(as) y jóvenes no asistirán a la escuela.
Es con con esos niveles de pobreza, falta de accesos, carencia de todos los bienes materiales, escenarios de violencia, en los que vive la mayoría de niños y jóvenes. La pobreza y la desigualdad los lanza a la aventura de desplazarse al norte a buscarse la vida.
Las causas que generan todos estos problemas deben ser atendidas por el Estado. Es necesario que las iniciativas alcancen al mejoramiento de la vida de las mayorías.
Guatemala, 7 de mayo de 2016.