India: nacionalismo, pandemia y arquitectura

A primeros de julio, la OMS (Organización Mundial de la Salud) advirtió de que la pandemia se encontraba en una fase peligrosa por la conjunción de las variantes nuevas del COVID-19 y una cierta relajación generalizada de las medidas de contención del coronavirus. Según las cifras oficiales, tras los Estados Unidos y Brasil, la India es el país con más víctimas mortales (entre 400.000 y 450.000 muertos).

Allí muchos consideran que esa cifra está subestimada. Sin embargo, por millón de habitantes, la situación india parece mucho mejor que la de otros países (véase el gráfico).

Captura-de-pantalla-2021-07-09-a-las-18.38.43 India: nacionalismo, pandemia y arquitecturaPese a ello, a finales de abril, la escritora india Arundhati Roy denunció el caos en el que el gobierno del Primer Ministro Narendra Modi había metido al país por la mezcla de «actitud anticientífica, odio y estupidez que él y su partido (el BJP) y su movimiento político representan». Roy no dudó en hablar de ‘crimen contra la humanidad’, en un período terrible en el que los indios no tenían casi oxígeno en sus hospitales, ni madera o materiales inflamables suficientes para llevar a cabo sus tradicionales cremaciones. No obstante, la conocida escritora predijo :

La tormenta se calmará, sí. Pero no sabemos quien sobrevivirá de todos nosotros. Los ricos respirarán con más facilidad. Los pobres no. Por el momento, entre los pacientes enfermos y agonizantes hay un rastro de democracia : los ricos también cayeron.

La tormenta remite, sí. Un poco. Hasta el momento, únicamente el 5% de los ciudadanos indios ha sido vacunado del todo. Un 22% ha recibido al menos una primera dosis, según el diario The Hindu (9 de julio).

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Fotografía
© Samuel Rajkumar/Reuters

El período terrible de marzo-abril parece superado y ha habido un cierto levantamiento de las restricciones. India respira mejor, dicen. Los escépticos lo señalan con ironía porque la contaminación masiva del aire ha vuelto con la plena reanudación del tráfico en las grandes ciudades. Escuelas e institutos de enseñanza media siguen cerrados. Los cines, también; todo un símbolo en la India.

Diversos medios han advertido de que tras la variante Delta (antes conocida como india), surgió la Delta Plus, que sería aún más contagiosa. Podría resistir mejor a los tratamientos actuales. Los científicos indios insisten en que nuevas variantes aparecerán si el virus circula cada vez con mayor rapidez.

Pero Modi no aceptó que la vacunación fuera del todo gratuita –para los mayores de 18 años- hasta el pasado 21 de junio, tras una sentencia del Tribunal Supremo que calificó la campaña de vacunaciones previas de «arbitraria e irracional».

Hasta la primera semana de junio, el gobierno central dejaba en manos de los distintos estados indios la iniciativa de las compras de vacunas, aunque algunas farmacéuticas como Pfizer o Moderna no quisieran tratar con los dispersos gobiernos regionales sino exclusivamente con Nueva Delhi. El ritmo de la vacunación ha sido lento en el segundo país más poblado del mundo, aunque las vacunaciones empezaran en enero, casi a la vez que en Europa.

Sin embargo, cabe recordar que la industria de producción de vacunas (Serum Institute y Bharat Biotech) fabrican un total de 115 millones de dosis al mes. A pesar de ello, se han interrumpido varias veces las campañas de vacunación en marcha por falta de dosis.

Bharat Biotech fabrica la vacuna Covaxin en colaboración con el Consejo Indio de Investigación Médica. Covaxin es utilizada para uso de emergencia en media docena de países asiáticos y latinoamericanos. Serum Institute of India (SII) informó a mediados de junio de un frenazo en la producción de su vacuna Novavax, por falta de suministro de las materias primas necesarias que debían llegar desde la casa madre en Estados Unidos.

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SII fabrica también la AstraZeneca, que comercializa en el país como Covishield (escudo anticovid). Su falta de suministros puede ser atribuible al gobierno Modi, que no consideró necesario anticipar la compra de dosis cuando mantenía –sin criterio racional alguno- que la India resistiría a la pandemia mejor que el resto del mundo. Lo citábamos en un artículo anterior:

-Basándose en el impacto visiblemente menor de aquella primera oleada de coronavirus en su país, Modi enfatizó su triunfalismo en Davos : «La India ha salvado a la humanidad de una catástrofe mayúscula». Era el 28 de enero de 2021.

A esa ceguera arrogante se sumó la idea nacionalista de ser autosuficientes en la producción de vacunas. Modi se negó durante meses a encargar nada a Pfizer, Moderna u otras. Moderna no fue autorizada en la India hasta el 29 de junio. Claro que hay grupos farmacéuticos indios que trabajan ese terreno de la investigación (Biologial E, Zydus Cadila). Desarrollan otras vacunas contra el coronavirus, pero no estarán disponibles hasta el otoño como muy pronto.

Atrapado en su esquema mental de hinduismo extremista (hindutva), Modi mantiene vivas sus obsesiones ideológicas juveniles: para él, la India puede ser per se autosuficiente en todo.

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Narendra Modi, primer ministro de la India. Su partido es el Bharatiya Janata Party (nacionalista conservador).

Quiere convertirse en los manuales escolares en el contrapunto conservador del activismo místico de Mahatma Gandhi y del laico Jawaharlal Nehru, padres de la independencia. Pretende dejar su huella en la historia de un mudo u otro.

Aunque además de haber tenido respuestas tardías ante la pandemia, el actual gobierno indio y su primer ministro no despreciaron los mítines multitudinarios cuando hubo elecciones regionales en la India. Tampoco rechazaron tajantemente peregrinaciones hindúes tradicionales que implican el desplazamiento y la reunión de millones de fieles hindúes. Dos factores que han resultado decisivos hace meses para multiplicar los impactos del coronavirus.

Diseñar «otra» Nueva Delhi

En medio de un ambiente así, el gobierno ha decidido remodelar Nueva Delhi, donde se alojan la mayor parte de los edificios oficiales de la Unión India, las dos cámaras del parlamento, la Cámara Baja (Lok Sabha) y la Cámara Alta (Rajya Sabha), así como el Tribunal Supremo, la sede la Presidencia del país, los Archivos Nacionales, diversos museos y el gran arco conocido como Puerta de la India, que recuerda al parisino Arco del Triunfo.

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Contra lo que muchos creen en el exterior, Nueva Delhi (400 hectáreas) es sólo el gran distrito administrativo, la sede de las instituciones políticas federales. Un distrito incluido en el conjunto de la ciudad de Delhi. Es una herencia monumental del Imperio Británico y, en general, ha mantenido el diseño de su arquitectura inicial.

Modi ha emprendido un proyecto faraónico para cambiarlo. El pretexto oficial es que los funcionarios ya no tienen sitio suficiente en los edificios administrativos de la (vieja) Nueva Delhi. El presupuesto calculado de las obras es de más dos mil millones de euros. Mediante la ejecución de ese plan, el primer ministro pretende demostrar lo que es evidente: que India es una gran potencia. En esos planes, se incluye la construcción de una nueva residencia oficial para el Jefe del Gobierno de la India, el propio Modi.

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Montaje sobre los proyectos de Narendra Modi para reformar Nueva Delhi. Detrás de la figura del actual primer ministro de la India,  el diseño de cómo quedaría el centro de la capital del país tras la hipotética remodelación urbana.

El conjunto, llamado Central Vista, ha sido clasificado como proyecto prioritario y esencial. Cierto es que no es la primera iniciativa política para reformar Nueva Delhi, donde trabajan unos 70.000 funcionarios en medio centenar de edificios. Pero los proyectos actuales prevén también la destrucción de diversos edificios construidos en la época de los gobiernos de los Gandhi-Nehru. Modi desea erradicar así lo que considera símbolos del pasado ‘socialista’ de su país. Doce partidos políticos de la oposición han publicado un texto unitario en el que le señalan:

-Pare la construcción del proyecto Central Vista. En lugar de eso, utilice ese presupuesto para comprar vacunas y oxígeno. Actúe para que todo ese dinero que ha sido ingresado en un fondo privado sea destinado a comprar más vacunas, oxígeno y equipos médicos.

Varias demandas ciudadanas han pedido al Tribunal Supremo que detenga urgentemente la iniciativa de Modi (iniciada ya antes de la pandemia). Esos críticos, incluyendo diversos arquitectos, denuncian públicamente la precipitación y la falta de transparencia sobre dichos planes de reforma profunda de Nueva Delhi.

Además, diversos medios señalan que la remodelación de las grandes avenidas de Nueva Delhi anuncia un gran aumento del tráfico en una megaurbe ya muy castigada por la contaminación: Delhi es la capital con más polución del mundo.

Aunque eso tampoco parece importarle al empecinado Narendra Modi. Su ministro de la Vivienda y Desarrollo Urbano ha llamado “vergüenza de la nación” a unos sesenta exfuncionarios, antiguos altos cargos, que han publicado una carta abierta contraria al faraónico proyecto.

El internacionalmente conocido escultor Anish Kapoor ha comparado el megaproyecto del “hindú talibán” (como llama a Modi), con los que idearon dictadores del pasado. Según Kapoor, Modi trata de eliminar todos los vestigios, raíces arquitectónicas y detalles que recuerdan la parte islámica de la India, su complejidad y su pluralismo históricos.

Anish Kapoor ha pedido también que acabe el silencio de las instituciones internacionales ante ese desastre anunciado:

De manera sorprendente, los foros de la ONU dedicados a la herencia cultural [de la Humanidad] mantienen su silencio y esas instituciones mundiales siguen con su boca cerrada. ¿Tienen miedo a Modi o no les preocupa nada de lo que sucede en la India?     (The Guardian, 4 de junio de 2021).

De algún modo, puede decirse que la pésima gestión gubernamental de la pandemia en la India sirve incluso de pantalla ante una posible destrucción parcial de lo que Nueva Delhi ha representado antes y después de la independencia. Las obsesiones ideológicas de Modi podrían dañar ahora algo más la multiculturalidad india. Incluso la arquitectura histórica de la capital de la mayor democracia del mundo.

Paco Audije
Periodista. Fue colaborador del diario Hoy (Extremadura, España) en 1975/76. Trabajó en el Departamento Extranjero del Banco Hispano Americano (1972-1980). Hasta 1984, colaboró en varias publicaciones de información general. En Televisión Española (1984-2008), siete años como corresponsal en Francia. Cubrió la actualidad en diversos países europeos, así como varios conflictos internacionales (Argelia, Albania, Kosovo, India e Irlanda del Norte, sobre todo). En la Federación Internacional de Periodistas ha sido miembro del Presidium del Congreso de la FIP/IFJ (Moscú, 2007); Secretario General Adjunto (Bruselas, 2008-2010); consejero del Comité Director de la Federación Europea de Periodistas FEP/EFJ (2013-2016); y del Comité Ejecutivo de la FIP/IFJ (2010-2013 y 2016-2022). Doce años corresponsal del diario francófono belga "La Libre Belgique" (2010-2022).

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