Adolescentes que inhalan condones (condom snorting); una práctica que se realiza por la nariz y se expulsa por la boca. Ese es el nuevo y peligrosísimo reto al que los asiduos a las redes sociales se enfrentan para buscar obtener «me gusta» y cuantos más seguidores, por tanto, mejor.
La influencia de las redes sociales en las personas y más en los adolescentes no ha hecho sino causar los primeros estragos y patologías como consecuencia de su actividad. Lo que aparentemente era una inofensiva forma de comunicación más, hoy se somete a análisis profundos por parte de psicólogos y psiquiatras en cuanto a las patologías que procura y las adicciones a las que muchos ya están enganchados.
Desde la falsa identificación del yo con quien se promociona en la red hasta una falta de autoestima que delata quién es cada persona, los jóvenes se ven sometidos a la tiranía de mantener la actividad y procurar más aceptación sea cual fuere el reto. Las llamadas tendencias de Internet llevan a los chicos a desafíos muy complicados; el último, inhalar condones.
Al poner en práctica este reto, la nariz que no debe inhalar nada que no haya sido recetado por un médico compromete también a la garganta y a los pulmones en una actividad que lejos de ser buena, tiene efectos negativos según apunta el director de Otorrinolaringología del hospital Staten Island de Nueva York. El riesgo alto de asfixia sumado al bloqueo de las vías respiratorias puede hacer que si se atasca el plástico pueda conducir lamentablemente a un cuadro terrible del que no se pueda salir.
Los videos que los jóvenes se graban realizando la práctica de inhalación de condones los hacen solos en sus casas y si algo sucede probablemente no puedan solucionarlo. Además de la autoasfixia, los condones provocan infecciones en los conductos nasales y paranasales que tienen células que se dañan y puede conducir a un problema fúngico o bacteriano.
YouTube distribuye los videos del esnifado de condones y los jóvenes hacen apuestas para ver quién lo hace mejor, más rápido y con más intensidad. El nuevo reto no solo pone en riesgo la salud, sino que es un desafío que deben cuestionarse los padres; ¿hasta qué punto están educados los adolescentes para dejarse engañar por estas actividades planteadas al azar por alguien en Internet?
Lo próximo puede ser peor. Quizá la educación sea la única herramienta que nos permita averiguar si un joven va a ver sometido a esta u otras prácticas o no. El esnifado de condones no es nuevo; lo peor es que no solo no ha dejado de practicarse sino que ha vuelto con fuerza.
¿Educamos?
