Aproximadamente 50 africanos fallecieron de sed la pasada semana al ser abandonados por traficantes de personas en la zona desértica del norte de Níger, próxima a la frontera con Libia. Estas personas se dirigían al país norteafricano con destino a Europa.
Así lo han relatado los 24 supervivientes que fueron trasladados por el ejército nigerino después de haber pasado cuatro días sin alimento alguno.
Hace solo un mes, otros 44 migrantes procedentes de Ghana y Nigeria fueron también encontrados en el desierto de Níger, entre ellos mujeres y bebés. Casi todas las semanas, las fuerzas de seguridad del país ven cómo este cruce de caminos transporta personas a las rutas migratorias hacia Europa.
La ruta entre Agadez y el sur de Libia es la parte más peligrosa de ese largo viaje. Las autoridades nigerinas han intentado combatir la inmigración irregular y castiga con penas entre uno y 30 años de cárcel a traficantes de seres humanos. Esto lejos de ayudar ha hecho que los migrantes opten por rutas menos transitadas y suelen ser abandonados por los traficantes ante la menor sospecha de ser vigilados.
Entre el calor sofocante, el hambre y las condiciones infrahumanas, países como Senegal, Gambia, Nigeria, Malí o Guinea, son auténticos cementerios de personas. Hasta 45 personas pueden meterse en un vehículo 4×4. El número de personas muertas es absolutamente desconocido porque suelen ser enterradas por el ejército pero se calcula que podrían llegar al mismo número que las que se ahogan en el mediterráneo.
La Organización Internacional de Migraciones asegura que los flujos de personas no son tan altos como el año pasado porque el gobierno está deteniendo a traficantes y confiscando camiones.