La jubilada Eloína Estupiñán, de 67 años, se muestra cautelosa con respecto al anunciado reordenamiento monetario en Cuba, un proceso necesario, apremiante y complejo con un impacto trasversal en todas las esferas del contexto sociopolítico y económico de este país insular, informa Luis Brizuela (IPS) desde La Habana.
Hace una década se viene hablando del tema, pero el momento de afrontarlo será muy complicado. Las tiendas están prácticamente vacías y los precios de muchos alimentos se vuelven inaccesibles para una pensionada como yo. Espero que realmente sirva para arreglar la economía y mejorar nuestras vidas, dijo a IPS vía telefónica esta residente en la ciudad de Holguín, a 670 kilómetros al este de La Habana.
Por su parte Soraya Martínez, profesora de Mercadotecnia, confía en que el reordenamiento rompa con un ciclo manido de reestructuraciones y medidas y sea un verdadero paso hacía algún lado.
Ojalá logre su principal objetivo que es estimular la producción nacional de bienes y servicios y ocurra un vuelco en la pirámide de ingresos de la población, reflexionó Martínez a IPS en un intercambio virtual desde la ciudad de Santa Clara, a 258 kilómetros al este de la capital cubana.
El 12 y 13 de octubre 2020, autoridades gubernamentales ofrecieron detalles en la televisión nacional sobre el fin de la dualidad monetaria y cambiaria, un proceso denominado localmente Tarea Ordenamiento y que para muchos ciudadanos se ha dilatado demasiado.
Los funcionarios no precisaron la fecha exacta y se limitaron a señalar que se oficializará el primer día de un determinado mes, aunque son muchos los que consideran que el proceso es inminente.
Tenemos hoy un entorno monetario en el que es muy difícil que la economía funcione de manera natural, tanto por el entorno monetario como las deformaciones estructurales, lo cual resulta necesario ordenar, explicó en dicha comparecencia Marino Murillo, exministro de Economía y jefe de la Comisión de Implementación de los Lineamientos.
Precisamente en los Lineamientos, como se conoce al programa de reformas socioeconómicas, aprobados en 2011 tras análisis y consenso con la ciudadanía y actualizados en 2016, se pauta la necesidad del reordenamiento económico y financiero del país.
La dualidad monetaria y cambiaria fue una medida derivada de la crisis en la cual se sumió la economía de este país caribeño a principios de la década de 1990, tras el colapso del bloque socialista de Europa del Este y la extinta Unión Soviética, entonces sus principales mercados y acreedores.
En 1993 las autoridades despenalizaron la circulación del dólar estadounidense con el objetivo de compensar la devaluación del peso cubano (CUP).
El dólar fue sustituido en 2004 por el peso cubano convertible (CUC), con un valor equivalente al dólar, pero con distintas tasas de cambio con respecto al CUP, la moneda que permanecerá.
Las autoridades argumentan que tal distorsión impide un análisis adecuado de la situación económico financiera de las empresas, ni disponer de indicadores correlacionados con el mercado mundial, además de impactar en los salarios, precios y subsidios a determinados servicios y productos.
En años recientes, algunas decisiones adelantaron el camino a la unificación como la opción de pago tanto en el convertible CUC como en CUP en las llamadas tiendas recaudadoras de divisas, la implementación del cambio únicamente en CUP en algunos establecimientos, así como la emisión de billetes de mayor denominación, entre otras.
Sin embargo, la incertidumbre en parte de la ciudadanía con respecto a la medida radica en que convergerán seis procesos simultáneos, pero cuyos impactos se expresarán de manera paulatina, como ha analizado el profesor y economista cubano Ricardo Torres.
A partir del aún desconocido Día Cero, como se conoce a la jornada cuando arrancará el proceso, saldrá de circulación el CUC, se unificarán los tipos de cambios, se devaluará el CUP, se incrementarán los precios mayoristas y minoristas, quedarán eliminados un conjunto de subsidios y aumentarán salarios y pensiones, ha explicado Torres.
De acuerdo con la información oficial, el aumento de los ingresos de trabajadores y pensionados cinco veces como promedio- eliminará los precios subsidiados de la cuota básica de alimentos y otros productos que, aunque insuficientes, el Estado oferta cada mes a los 11,2 millones de residentes en el país, mediante una cartilla de racionamiento instituida en 1962.
Aunque se eleven salarios y pensiones, también lo harán los precios de productos y servicios. Tengo ahorros en el banco que perderán capacidad de compra cuando se devalúe el CUP, lo cual no me mantiene tranquilo, refirió Rogelio Céspedes, un carpintero residente en La Habana.
Céspedes mostró a IPS también preocupación por la disponibilidad de insumos en los pocos mercados mayoristas para el sector cooperativo y privado, y hasta dónde escalarán en el nuevo contexto los precios de productos y servicios de los trabajadores no estatales, unos seiscientos mil, equivalentes a 13 por ciento de la fuerza laboral del país.
Un informe ejecutivo de la consultoría autónoma AUGE, publicado el 12 de noviembre 2020, detalló algunas implicaciones del reordenamiento monetario para el sector no estatal cubano, a fin de auxiliar en el proceso de toma de decisiones en un contexto inédito.
Entre las principales consecuencias mencionó el incremento de los costos de los insumos, la modificación de los salarios, la disminución de la carga tributaria y el descalce operativo, el desfase entre el capital de trabajo disponible, y los nuevos montos a desembolsar para adquirir insumos.
Otros posibles impactos pudieran relacionarse con el avance de la dolarización en el corto plazo, lo cual supondrá un incremento de las nomenclaturas de insumos que solo se podrán comprar en esa moneda, precisó la consultora que desde octubre de 2014 brinda asesoramiento a negocios en temas de estrategia, marketing y comunicación.
El envío de remesas en efectivo y mercancías a Cuba cayó un 54,1 por ciento en 2020, de 6616 millones de dólares en 2019 a 2967 millones en lo que va de este año, atribuido al impacto de la pandemia del coronavirus, mostró este 24 de noviembre un reporte de la consultora estadounidense The Havana Consulting Group.
Emilio Morales, presidente de la citada consultora, considera que ello ha representado un duro golpe para el bienestar de la población cubana, muy castigada ya por la escasez y los bajos salarios que paga el Gobierno.
El reordenamiento monetario y cambiario ocurrirá en un momento desfavorable para la economía nacional, con sus principales fuentes de ingresos como los servicios profesionales, el turismo y las remesas, debilitados por los efectos de la pandemia de la COVID-19.
A ello se suman los impagos de la deuda externa y los efectos de más de un centenar de sanciones de la administración del presidente estadounidense Donald Trump centradas en cortar la entrada de divisas al país, a la par del fortalecimiento del embargo que Washington aplica contra La Habana desde 1962.
Con problemas estructurales y de eficiencia, descapitalización y magros crecimientos en los últimos años, la economía cubana debe experimentar en 2020 una contracción no menor al ocho por ciento de su Producto Interno Bruto, han estimado The Economist Intelligence Unit y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Para el economista cubano Mauricio de Miranda, incluso la eliminación del CUC no asegura la plena unificación monetaria, teniendo en cuenta el proceso de dolarización parcial que experimenta la economía nacional desde 2019 con la apertura de tiendas en moneda libremente convertible (MLC).
Dicha denominación engloba a una decena de monedas extranjeras, entre ellas el dólar, en forma de depósitos bancarios para la compra mediante tarjetas electrónicas de una amplia gama de insumos, incluidos artículos de aseo y alimentos, de alta demanda pero escasa oferta.
Aunque tal decisión para captar divisas resulta necesaria y temporal, han dicho las autoridades, expertos opinan que supone un desafío adicional al abrir un nuevo segmento de mercado y convertirse en un factor de mayor desigualdad.