¿Hay fisuras en el bloque occidental que apoya a Ucrania?
¿Se puede hablar de simples roces, de subidas de tono o de equívocos?
Lo cierto es que en las últimas semanas hemos presenciado varios incidentes, por no llamarlos minicrisis, protagonizados por altos cargos del gobierno de Kiev y sus socios extranjeros.
El primero en dirigir críticas a Occidente fue el presidente Volodímir Zelensky, quien acusó a los países de la OTAN de no prestar el apoyo militar indispensable para la victoria de su ejército sobre las fuerzas rusas. Convertido en predicador y moralista, el presidente ucranio echó en cara a Israel su escasa generosidad a la hora de suministrar armas a su país.
Armas y dinero es lo que reclama Zelensky en todas sus comparecencias. Armas y dinero que las autoridades de Tel Aviv entregan, al parecer, a cuentagotas. Y no por falta de generosidad, sino por el simple afán de cuidar sus complicadas relaciones con el Kremlin.
Conviene recordar que los inmigrantes de origen ruso representan actualmente el mayor y, con gran diferencia, el más activo grupo étnico integrado en la sociedad israelí. Varios miembros de los últimos gabinetes proceden a la nutrida colonia rusa, ucrania o moldava.
Por otra parte, las relaciones con Moscú han sido inmejorables, pese a los altibajos generados por la fluctuante situación internacional. Rusia o, mejor dicho, la Unión Soviética, fue el primer país en reconocer la independencia de Israel. Moscú trató siempre de cuidar las relaciones con Tel Aviv; la emigración podía haberse convertido en una baza para el equilibrio de las relaciones con el Estado Judío.
Sólo en el momento en que el presidente de Ucrania, él mismo de confesión hebraica, se quejó de la escasa generosidad del Estado de Israel, las señales de alarma empezaron a encenderse en los despachos gubernamentales de Tel Aviv. ¡Imposible, inconcebible, inadmisible incomodar a Zelensky!
Durante el pasado fin de semana, los rotativos israelíes filtraron la noticia: Israel ha estado proporcionando a Ucrania inteligencia básica sobre los drones de fabricación iraní utilizados por Rusia últimamente en su invasión. Los israelíes, que habían capturado varios vehículos durante las incursiones en el Líbano, lograron desmenuzar los artefactos de fabricación iraní.
Pero hay más; al parecer, un alto funcionario hebreo informó a los medios de comunicación sobre el intercambio de datos de inteligencia, asegurando también que una empresa privada de Tel Aviv estaba facilitando a Kiev imágenes satelitales de las posiciones del Ejército ruso.
Desde el mes de agosto, las fuerzas rusas han estado utilizando varios modelos de drones iraníes en Ucrania, aseguran los informes de inteligencia elaborados por los servicios ucranianos, estadounidenses y británicos.
Moscú ha empleado el llamado dron suicida Shahed-136, un vehículo aéreo no tripulado que ha tenido un éxito limitado. Se trata de vehículos lentos que vuelan a bajas altitudes, fáciles de atacar utilizando defensas aéreas convencionales, señaló el pasado miércoles un portavoz del Ministerio de Defensa del Reino Unido, quien advirtió: cabe, sin embargo, la posibilidad de que Rusia haya logrado cierto éxito al atacar con varios drones al mismo tiempo.
De hecho, el ejército ucraniano afirma haber derribado el sesenta por ciento de los drones de Rusia.
Necesitamos la asistencia de Israel; necesitamos su apoyo técnico-militar, necesitamos una Cúpula de Hierro, manifestó el embajador de Ucrania en Tel Aviv, Yevgen Korniychuk. La Cúpula de Hierro, es, recordémoslo, el sistema de defensa antiaéreo por el que apuesta también Alemania y del que España queda excluida.
La expansión de la venta de drones significa que los artefactos iraníes podrían ser adquiridos por otros países, movimientos de guerrilla u organizaciones terroristas. De hecho, Teherán ha exportado drones a los hutíes en Yemen, a Hezbolá en el Líbano y al Hamás palestino.
Neutralizar los drones rusos y, en cierto sentido detener la avalancha de drones iraníes, es uno de los objetivos prioritarios de la Alianza Atlántica. Por su parte, el ejército de los Estados Unidos y el Departamento de Defensa están desarrollando nuevos sistemas capaces de contrarrestar los vehículos no tripulados.
En resumidas cuentas: las preliminares de la tan cacareada guerra de las galaxias se juegan en… la Tierra.