En esta profesión nuestra alimentada constantemente por aniversarios y celebraciones, nunca han sido las necrológicas santo de mi devoción, ya que me molesta enormemente ver cómo al pasar del otro lado del espejo de la vida, aumentan de manera fenomenal los amigos y los elogios de gentes que siempre criticaron o ignoraron al difunto, o que buscan, simplemente, hacerse valer a través del halago al desaparecido.
Aunque nunca conocí personalmente a Jeanne Moreau, y nunca se me presentó la ocasión de entrevistarla, recuerdo su presencia siempre entrañable como Presidenta del jurado de la 54 edición del festival de San Sebastián, en 2006. O también en 1997, cuando vino a recoger el premio Donostia homenaje al conjunto de su carrera.
Pero Jeanne Moreau es, sobre todo para los cinéfilos de mi generación, aquella bellísima mujer libre, y magnifica que descubrimos en los años sesenta en “Jules et Jim” de Francois Truffaut, en donde cantaba “le tourbillon la vie” con su voz grave, alegre y sensual.
Este 31 de julio, en París, ha fallecido Jeanne Moreau, actriz universal e icono de la Nouvelle vague que ha acompañado nuestra cinefilia desde sus comienzos en la década de los cincuenta. Jeanne Moreau actriz y mujer, está grabada para siempre en nuestra memoria y, sin lugar a dudas, merece ampliamente este adiós a guisa de homenaje póstumo.
Guardo todavía en mi biblioteca una publicación de la filmoteca española de 1965, “Testimonios de la Nouvelle vague” de Carlos Fernández Cuenca, con artículos sobre varias películas representativas de ese movimiento cinematográfico, y en su portada va un fotograma de Jules e Jim, como ese que ha enviado por Twitter el colega Carlos Elorza. Vemos en él a Jeanne Moreau (Catherine) con su gorrito a la Gavroche… corriendo con Oscar Werner (Jules) y Henri Serre (Jim) en una secuencia de esa obra maestra, inmenso himno universal al amor libre, lejos de hipocresías y convenciones sociales. Aquel opúsculo era cine para leer, antes de decidirme a viajar a París, para ver todas aquellas películas que habían sido prohibidas o mutiladas por la dictadura franquista.
Una película “Jules et Jim” y un personaje femenino Catherine, que refleja en cierto modo el propio carácter de Jeanne Moreau, artista y mujer, a lo largo del “tourbillon” de su vida y de su brillante carrera como actriz , con mas de 130 películas en su haber, desde 1949 hasta el 2015. Todo un récord a lo largo de siete décadas. Actriz, cantante y directora de cine, Jeanne Moreau pasó del otro lado de la cámara tan solo en dos ocasiones, en “Lumiere” 1976, y “La adolescente” 1979.
En los años sesenta tuve la ocasión de ver, en mis escapadas a Francia, a la joven Jeanne Moreau en la ya mítica “Jules et Jim” de 1962, pero también en películas como “Touche pas au grisby” 1953 de Jacques Becker, o “Journal d’une femme de chambre” de Luis Buñuel 1964, “Eva” 1962 de Josef Losey, “La Notte” 1961 de Antonioni, o “El proceso” de Orson Welles, 1962, quien la consideraba por cierto como la mejor actriz del mundo. Sin olvidar tampoco la maravillosa “Mademoiselle” del británico Tony Richardson, 1966.
En esos años sesenta vimos también su fructuosa colaboración y estrecha relación con Luis Malle, en películas como “Ascenseur pour l’echafaud”, 1957, “Los amantes” 1958, Le Feu follet” 1963, o “Viva María” 1965. Todas ellas grandes clásicos del cine.
Como miles de cinéfilos a través del planeta, he seguido viendo después los momentos más álgidos de su filmografía. De su ulterior trabajo como actriz recordaré aquí ‘Les Valseuses” de Bertrand Blier y “Monsieur Klein” de Josef Losey, en los años setenta. “Le miraculé” de Jean Pierre Mocky, o “Le paltoquet” de Michel Deville en la década de los ochenta. “La vieille qui marchait dans la mer” de Laurent Heyneman, o “El paso suspendido de la cigüeña” de Theo Angelopoulos ya en los años noventa.
Infatigable, burla burlando, llegó Jeanne Moreau al siglo XXI, tal como era, ya usada por la vida, pero llena de energía en películas como “Cette amour la” de Joséee Dayan, “Le temps qui reste” de Francois Ozon, o más recientemente en “Gebo y la sombra” de Manuel de Oliveira. Su ultima aparición fue en “El talento de mis amigos” de Alex Lutz 2015.
Bueno, pues dicho está: Jeanne Moreau se ha ido, pero nos deja en buen consuelo su memoria, un montón de buenas películas para ver o volver a ver, y algunas e inolvidables canciones.