El corazón protagoniza los nuevos relatos de Joyce Carol Oates, eterna aspirante al Nobel de Literatura
Desde hace al menos diez años el nombre de Joyce Carol Oates figura en las quinielas que se barajan para el Premio Nobel de Literatura. A nadie sorprendería que le fuera concedido puesto que su obra literaria, extensa y de calidad, goza ya de un indiscutible reconocimiento internacional. Profesora de escritura en la Universidad de Princeton (Nueva York) y crítica literaria, algunas de sus novelas figuran entre las más elogiadas de los últimos años del siglo XX y lo que llevamos de este XXI: “Ellos” (1969), “Ángel de luz” (1982), “Puro fuego” (1996), “Niágara” (2004) o “Cartaghe” (2014) están entre las más conocidas.
Nadie como Joyce Carol Oates penetra con su literatura en las mentes de los protagonistas de sus novelas hasta transmitir al lector los sentimientos que experimentan incluso en los momentos más dramáticos, como el de la muerte. Esta es también una constante en los relatos que conforman “Dame tu corazón” que acaba de publicar Gatopardo ediciones. El título es el de la primera narración, en la que una mujer despechada exige a su antiguo amante, al que no ve desde hace más de veinte años, que lleve a cabo la promesa incumplida de darle su corazón, ahora en el sentido biológico, pues necesita un trasplante para seguir viviendo.
Los relatos de “Dame tu corazón”, en la mejor tradición de la literatura norteamericana (excelente el clima faulkneriano de “El torrente”), abordan sentimientos de seres humanos presas de dudas e inseguridades o afectados por acontecimientos derivados de decisiones equivocadas. La violencia está latente en todos ellos. A veces se manifiesta de forma expresa y otras es el lector quien ha de decidir hasta dónde llega.
La escritora sitúa a sus protagonistas en situaciones en las que la duda se impone a una realidad aparentemente objetiva. En “Cerebro/Escindido”, el lector ha de elegir entre dos finales diferentes, mientras en “Sangría” las dudas sobre la violación de una niña se cuelan entre las pruebas objetivas que parecen culpar al protagonista. Y en “Asfixia” el lector termina preguntándose si es más creíble la declaración de una mujer acerca de un crimen cometido hace 30 años o la de su hija, afectada de una grave enfermedad mental. Depende de en qué punto de vista se sitúe el lector para deducir la culpabilidad o la inocencia.
Hay aquí un relato (“El primer marido”) que muestra con una maestría que recuerda a la de la novela de Alfred Cohen “Bella del Señor”, la situación a la que los celos patológicos pueden conducir a una persona. Dramático y espeluznante el relato sobre un soldado herido en la guerra de Irak que vuelve a casa convertido en una piltrafa humana, en un robot humanoide: injertos de piel, bypass, ojo de plástico, implante de titanio en la cabeza y el cerebro afectado por graves daños que presagian un final trágico. Historias inquietantes con finales traumáticos.